El Banco Central de Costa Rica (BCCR) presentó el día de hoy su Programa Macroeconómico para el periodo 2021–2022 destacando que la proyección para la economía del país es que se presente un crecimiento de 2.6% para el 2021 y 3.6% para el 2022, tras haber registrado una caída de 4.5% del PIB en 2020.

Dato D+: En julio de 2020 el BCCR había estimado el crecimiento para el 2021 en 2.3%

El presidente del BCCR, Rodrigo Cubero Brealey, destacó que la economía está en un proceso de transición de la contracción económica experimentada en 2020 por la crisis de COVID-19 —que fue la contracción económica mundial más fuerte en el último siglo— hacia un proceso gradual de recuperación económica que dependerá de la evolución de la pandemia durante este año.

Adicionalmente, Cubero destacó que si bien a nivel internacional se espera que continúe la recuperación económica, se mantiene una alta incertidumbre por las dudas sobre la evolución de la pandemia y la eficiencia en la distribución y aplicación de las vacunas contra la COVID-19.

Cubero destacó que para Costa Rica un factor determinante adicional será si el país es capaz de realizar el ajuste fiscal necesario, según se acordó con el Fondo Monetario Internacional y aclaró que las proyecciones realizadas se hicieron con base en un escenario donde sí ocurra ese ajuste. Añadió que de no darse el ajuste fiscal y el acuerdo con el FMI el crecimiento para el país sería de solo 1,6% para el 2021 y 2,6% para el 2022.

El Banco Central aclaró que la expectativa de crecimiento se proyecta que sea impulsada por el consumo de los hogares y las exportaciones netas, ya que el consumo del Gobierno Central se espera que se reduzca este año, a raíz de los ajustes fiscales.

Dato D+: La deuda como porcentaje del PIB alcanzó en 2020 un 67.5%, siendo un 51.5% deuda interna y el restante 16% deuda externa.

El Banco Central destacó que en 2020 el sector de hoteles y restaurantes sufrió una caída de 40.7%, seguido del sector transporte que cayó un 20%. Adicionalmente, destacó que el único sector de la economía que tuvo un crecimiento el año pasado fue el de manufactura, que presentó un crecimiento de 3.3%. Para el 2021 y 2022 se proyecta un crecimiento para todos los sectores de la economía, que en el caso del sector transporte y hoteles y restaurantes no sería en los dos años suficiente para cubrir la caída experimentada en 2020.

Adicionalmente Cubero presentó las proyecciones fiscales del Banco Central que apuntan que, de darse el ajuste fiscal negociados con el FMI, el déficit primario cerraría este año en 1,7% del PIB y seria de 0,3% para el 2022, sin embargo, según las estimaciones, el crecimiento en los intereses se mantendría por el incremento en el saldo de la deuda, por lo que el déficit financiero no se cerraría tan rápidamente, y aun con los ajustes, la relación deuda PIB continuará creciendo hasta el 2023, cuando alcance un punto máximo de 76% del PIB y podría empezar a reducirse a partir de ese año.

Adicionalmente, Cubero confirmó que el Banco Central mantendrá para el 2021 y 2022 la meta de inflación entre 2 y 4%, a pesar de que en 2020 la inflación estuvo por debajo de la meta del Banco Central cerrando en 0,89%, y los modelos de pronóstico del Banco Central indican que la inflación se mantendrá por debajo del límite inferior (2%) del rango de tolerancia.

Según señalaron desde el BCCR, la baja inflación proyectada responde a la persistencia de fuerzas desinflacionarias en la economía; en particular, una brecha del producto altamente negativa y una tasa de desempleo que, aunque decreciente en los últimos dos trimestres, se mantiene en niveles históricamente altos, combinados con una baja inflación mundial y expectativas de inflación también bajas.

Sobre las acciones del Banco Central para este periodo, Cubero señaló que si prevalecen las fuerzas desinflacionarias y tasas de inflación proyectadas por debajo del límite definido, se mantendrá la política monetaria expansiva y contracíclica, manteniendo la Tasa Pasiva Monetaria (TPM) baja, y, adicionalmente, continuará participando en el mercado cambiario para evitar fluctuaciones violentas del tipo de cambio, pero sin intervenir en su tendencia, inyectando liquidez a los mercados financieros para aliviar tensiones sistémicas, asegurar la estabilidad y mantener el funcionamiento del sistema de pagos, así como coordinando con el Conassif y las superintendencias para que la normativa prudencial apoye la recuperación y la estabilidad.