Recordaremos el 2020 entre otras cosas por tres hechos relevantes: las vidas perdidas por el COVID 19; el incremento del desempleo y el cierre de los centros educativos. Un año de retrocesos sustantivos en materia de desarrollo humano, aunque también de mucho aprendizaje. En educación, en particular, este año ha implicado la interrupción de los aprendizajes de los estudiantes; una prueba de esfuerzo y mucho estrés para los docentes y las familias así como la ampliación de brechas que ya teníamos antes de la pandemia y que ahora se han profundizado. Sin duda todos esperamos que en el 2021 la situación cambie y empecemos a recuperarnos en los distintos ámbitos.

En cuanto el regreso a clases el próximo año, varios sectores han manifestado sus opiniones y posiciones legitimas, aunque algunas presionan fuertemente por la reapertura generalizada. En este tema ¿qué dice la experiencia internacional al respecto? ¿Hay lecciones aprendidas importantes que deberíamos tomar en cuenta en la discusión? La respuesta es sí, las hay y pueden ser de mucha utilidad.

En primer lugar, la mayoría de organismos y expertos internacionales coinciden en señalar que ante todo el regreso debe ser seguro para estudiantes y docentes pero también para las comunidades, donde se ubican los centros educativos. La palabra “seguro” significa que no se debe regresar si el virus no está controlado. Los protocolos diseñados por el MEP y las instituciones educativas privadas y aprobados por el Ministerio de Salud son claves y necesarios, pero no suficientes. Los centros pueden estar listos, pero si el distrito o cantón está en alerta naranja no es conveniente la reapertura. La experiencia internacional muestra que el éxito de la reapertura está vinculado al perfil epidemiológico de las comunidades y que precipitarse puede tener consecuencias nefastas. La movilización que genera el traslado masivo de estudiantes a las escuelas incrementa el riesgo de contagio. En la mayoría de los países de Europa que hoy tienen una segunda ola (Francia, Bélgica, Países Bajos, Suiza, Italia, Reino Unido) la apertura precipitada de centros educativos figura entre los principales factores asociados.

Una segunda lección importante es que la reapertura debe ser escalonada, es decir con grupos de tamaño manejables y estableciendo prioridades. En muchos de los países la prioridad se ha concentrado en los estudiantes más vulnerables, aquellos que no han tenido condiciones de conectividad, ni dispositivos para la educación a distancia y que son en consecuencia los más rezagados. Esto es clave para evitar que las brechas de aprendizaje sigan ampliando, especialmente entre aquellos estudiantes que no han visto interrumpidas sus clases y han tenido buena conectividad y los que no.

En tercer lugar, el regreso debe ser voluntario. Si las familias no se sienten seguras de enviar a sus hijos, no es conveniente obligarlas y más bien es responsabilidad del Estado o del sector privado seguir brindando el servicio educativo a distancia.

La cuarta lección relevante es que cuando el regreso ocurra, los centros educativos deben proceder de inmediato a la realización de pruebas de evaluación a las y los estudiantes para saber el nivel de aprendizaje que han logrado y poder con esa información iniciar de inmediato los planes de recuperación y nivelación.

Si bien el país ha logrado por ahora una Tasa Reproducción del virus que se ha mantenido estable en un umbral alrededor de uno o menos según el CCP-UCR, la pandemia sigue y hay zonas del país con tasas por encima de uno lo cual no es halagüeño. Asimismo, los expertos advierten que diciembre será una prueba importante, para saber si tendremos o no una segunda ola en enero que podamos manejar. En este contexto y mientras no tengamos acceso a la vacuna la llamada “Educación Híbrida” sigue siendo por ahora, la opción más viable. El regreso debe ser cuanto antes, en eso todos coincidimos, pero hay que hacerlo de la mejor manera.

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