Cada año, se consumen más de 1400 millones de metros cúbicos de madera en el planeta. La FAO estima que para el 2030 el consumo global de madera aumentará en un 60%, lo que indiscutiblemente causará presión sobre el recurso disponible y generará una crisis en la oferta de madera.
El edificio más alto construido en madera se encuentra en Noruega. Tiene 85,4 metros de altura, que son pocos en comparación con los monstruosos edificios grises de hormigón que se levantan sobre las grandes ciudades. Este edificio llamado Mjøstårnet, que renombraremos como ‘gigante noruego’ para evitar incompatibilidades fonéticas, no solo simboliza un record considerable para el país nórdico, sino que también representa un avance importante en el intento de consolidar a la madera como material renovable de uso estructural en la construcción.
Chile también es pionero en la utilización de la madera con este propósito. Actualmente se desarrollan en ese país tres proyectos de complejos habitacionales que destacarán por su sostenibilidad y eficiencia energética. En 2015 el barrio sustentable “Oasis”, ubicado en la ciudad de Chañaral, resultó ser incluso una solución de vivienda social para las familias que resultaron afectadas por fuertes lluvias e inundaciones. Al día de hoy, en ese país suramericano, el 20% de las viviendas son construidas con madera.
Datos y mitos
Costa Rica consume cerca del millón de metros cúbicos de madera al año, según las últimas estadísticas presentadas por la Oficina Nacional Forestal (ONF). Afortunadamente, la mayoría de esa madera es producida en fincas forestales; lamentablemente, casi la mitad es utilizada sólo para hacer tarimas de embalaje para exportación y una fracción muy pequeña es empleada para labores relacionadas con la construcción.
Algunos de los argumentos que se han propagado en contra del uso de la madera son: que dura menos que el hormigón y se puede quemar en un abrir y cerrar de ojos, que sólo debe utilizarse para la construcción de casas de emergencia o albergues temporales debido a que su mantenimiento es costoso y a que esas construcciones son vulnerables ante amenazas como los terremotos.
Con excepción de la necesidad de un mantenimiento constante, que permita prolongar la vida útil de las construcciones de madera, las creencias anteriores son falsas. Incluso, en condiciones naturales, el hormigón y la madera tienen una vida útil similar: entre 50 y 70 años.
Por otra parte, un sector considerable de la población de nuestros países podría beneficiarse si los complejos de habitación de bien social se construyen con madera, ya que el costo de los materiales y la rápida construcción haría más eficiente la entrega de viviendas.
Madera responsable
La madera se utiliza para múltiples propósitos: fabricación de muebles y herramientas, manufactura de papel o cartón y generación de energía. Esta variabilidad representa una oportunidad para diversificar el uso que se le da a la madera que crece en el país.
Para que el proceso de explotación maderera sea sostenible, debe ser responsable. Por ello, en la medida de lo posible, se debe verificar que los productores de madera estén sujetos a altos estándares de conservación del ambiente.
Para cumplir con este objetivo existe el Certificado FSC, que garantiza que la madera consumida proviene de plantaciones o bosques en los que es prioritaria la preservación de la diversidad biológica, el beneficio de la vida de la población y los trabajadores locales. Además, garantiza la viabilidad económica.
Con ello se busca que cada plantación forestal se comprometa a seguir un plan de gestión y manejo forestal, según las especificaciones y particularidades de las especies explotadas y que, idealmente, esté regulado por los organismos ambientales estatales.
Otros beneficios
Además de los posibles beneficios económicos que el consumo y la producción de madera podría traer al país, la purificación del aire en los ecosistemas trae consigo consecuencias positivas. Investigaciones realizadas por el Centro Internacional de Investigación de Huella de Carbono (CRC for Greenhouse Accounting, en inglés) demostraron que se podría evitar la emisión de más de 25 toneladas de gases de efecto invernadero si los productos de madera se utilizaran, en lugar de las alternativas comunes, para construir una vivienda unifamiliar.
Además, un estudio de la Universidad de Yale y la Universidad de Washington estima que utilizando sustitutos de madera se podrían ahorrar del 14 al 31% de las emisiones globales de dióxido de carbono y del 12 al 19% del consumo global de combustibles fósiles. Esto tiene un peso significativo en relación con el plan de alcanzar la categoría de carbono neutral a nivel nacional.
Otros de los beneficios importantes que supone la utilización de la madera en la construcción son el bajo consumo energético en relación con otros productos como el acero, el aluminio o el concreto, la capacidad de resistencia térmica y las numerosas ventajas ambientales que ofrece sobre los materiales tradicionales de construcción.
Con el propósito de incentivar la producción de madera costarricense, el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (FONAFIFO) ha puesto a disposición de los productores agrícolas el PPAF: un programa de financiamiento, cuyo principal objetivo es la producción de la madera aprovechable, que busca mejorar el medio ambiente rural y alcanzar los objetivos de neutralidad de carbono del país.
Parte de nuestro compromiso con el ambiente podría inspirarse en los hechos y las acciones que otros países han adoptado de manera responsable. Así, dentro de un par de décadas podríamos cubrir nuestros asentamientos con edificios verdes en lugar de aquellos que, a pesar de su prestigio o significado, no aportan al diseño del paisaje ni a la sostenibilidad. Esto ocurre, evidentemente, con el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa. Quizá el enfoque apropiado consiste en levantar más gigantes noruegos, en lugar de tristes monolitos.
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