Este número me lo dio una amiga. A ella un amigo. Uno bien colocado en el sistema sanitario costarricense. Concretamente, en la dirección de un importante centro de salud público.
Este es el número de personas infectadas de COVID19 que nuestras autoridades proyectaban para Costa Rica, una vez que inició la pandemia. Al momento de escribir esto, el número oficial ya va por encima de 100 mil y la nave va para arriba.
No tengo pruebas. No apostaría mi vida a que efectivamente se haya subestimado con tanta inocencia y distancia el alcance de este virus. Si efectivamente fue así, pues queda más que de manifiesto que nos quedamos cortos en el ejercicio de pronóstico. Y si no fue así, por lo menos el número me sirve para iniciar con un buen título este artículo.
Ya casi van once meses de este inflexivo 2020, ocho de ellos en estado de alerta. Llevaremos tatuado en la memoria este año. Será sin duda un parte aguas en la historia de la humanidad. El mundo está de cabeza. Y se augura un “deja vu” universal para 2021. Tocará aguantar.
Las olas. ¿Se enteraron de las olas? La primera fue el bautizo, el debut. Nos tomó a todos por sorpresa. Si existe evidencia de alguna persona que estuviera preparada para todo lo que hemos vivido, o de algún loco que insistió en poner el tema en la agenda del día, que por favor lo asciendan, lo promuevan y le den un premio. Habrán sido muy pocos los que, en un análisis de gestión de riesgo, apostaron que podía suceder todo esto.
Apenas nos estamos reincorporando. Apenas estamos tratando de entender este novel, invisible y natural fenómeno. Pero la segunda ola ya está carburando. No lo digo yo, lo dicen las estadísticas. Israel, Francia, Alemania, España, por mencionar algunos países que ya mismo están regresando a los confinamientos. Si hasta la fecha tenemos que haber aprendido algo, sugiero que sea que no estamos exentos ni somos tan especiales como quisiéramos. Así como las modas, llegará con rezago el temido segundo momento de este agente que una gran mayoría sigue subestimando.
Peor que la 2da, 3era y enésima ola del virus del momento, muy superior y por encima de una más que segura ola de recesión económica, viene tomando fuerza una gigantesca masa de agua que afectara a propios y extraños a niveles impensados.
Existen personas y sectores que llevan por años llamando la atención para que nos percatemos de este flagelo que promete poner a la humanidad en jaque: el calentamiento global. Si los números respecto al virus se quedaron cortos, imagine cómo andarán los cálculos y el ejercicio de dimensionamiento de esta, todavía más invisible, amenaza. Serán muchos más que 7500 las personas afectadas. Muchas más que 100.000.
Propagación de enfermedades infecciosas como el dengue y la malaria, temperaturas extremas y contrastantes, distorsiones del ciclo hidrológico del agua y transformación de sus cuerpos como los conocemos, desplazamientos, migraciones, aumento de la pobreza, problemas de seguridad, escasez de alimentos e inseguridad alimentaria. Todos estas son solo algunas pocas aristas de este problema, que para variar hemos y seguimos invisibilizando, subestimando e ignorando. Estamos más que avisados.
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