Por Cristina Gomar Padilla – Estudiante de la carrera de Psicología

Según Melissa Hill, estudiante de Neurociencia, "nuestra relación más íntima es la que existe entre la cabeza y el corazón" (2016). Hill menciona en su artículo que ambos conversan como mejores amigos a través de la arteria carótida común, encargada de enviar sangre al corazón. Las emociones no son solo inspiración para poemas románticos de Neruda, películas de Woody Allen y pinturas de Gustav Klimt. Las emociones dependen de los químicos que se producen en el cerebro y cuando estos no tienen una regulación, la llamada Inteligencia Emocional, es cuando suele suceder el proceso de somatización en el que se perciben síntomas físicos sin una razón explicable.

Las llamadas “mariposas en el estómago” o la sensación del corazón roto no son solamente metáforas de lo que sentimos, ambas tienen explicaciones biológicas y científicas. Ahora, la razón de por qué se siente y qué hacer al respecto es la pregunta que se pretende abordar a continuación. Entender el porqué de las sensaciones físicas en respuesta a distintas emociones.

Comenzando por el peligro, el cerebro hace un llamado al hipotálamo y el sistema nervioso simpático aumenta los niveles de cortisol y se llena de adrenalina. El corazón se acelera, las vías respiratorias se abren, las pupilas se dilatan. Es decir, nuestro cerebro le avisa al cuerpo que tenemos que prepararnos. Ahora, así como hace un anuncio de amenaza, hace otro en la presencia de un enamoramiento; también cuando se da una ruptura romántica, la cual provoca una respuesta psicológica al rechazo. El cerebro envía una señal a través del nervio vago hasta el corazón y el estómago. Los músculos del sistema digestivo se encogen y provocan un vacío en el estómago, las vías respiratorias se contraen, el ritmo cardíaco se detiene de forma tan evidente que verdaderamente sentimos el corazón como se rompe.

Al inicio de una relación romántica se comienza a producir endorfina, oxitocina y serotonina que resultan en esa sensación de dormir en las nubes; justamente los neurotransmisores que se producen cuando se consume alguna sustancia psicoactiva como la heroína y las anfetaminas. No es de extrañarse que el amor produzca, a nivel neurológico, una recompensa similar que al consumir cocaína; por ende, el desamor sería el síndrome de abstinencia cuando se elimina la "droga". Así es como el cerebro enamorado comienza a suplicar a gritos el consumo de la sustancia, al igual que en una persona adicta, se nubla la claridad de los pensamientos, y cuando se suprime se activan también los receptores del dolor. Incluso los escáneres cerebrales evidencian cómo el desamor activa las mismas regiones cerebrales que al perder a una persona o por una depresión.

Sobra decir que el desamor no es una exageración o una historia de una película, nuestro cerebro efectivamente está enviando señales a todo el cuerpo, este reacciona y cualquier persona lo siente. Sin embargo, como buenas noticias, nuestro cuerpo también está en ese proceso de desintoxicación al igual que al dejar de consumir una droga. Es cuestión de tiempo para que nuestros químicos vuelvan a su estado natural, para que las emociones se equilibren y nuestro corazón deje de doler.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencia bibliográfica:
• Hill. M. (2016, junio 9) Tylenol para el corazón roto. The New York Times. Recuperado de https://www.nytimes.com/es/2016/06/09/espanol/tylenol-para-el-corazon-roto.html