La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) anunció este lunes un cambio en sus líneas de acción para afrontar las emergencias por eventos climáticos que se generen durante esta temporada lluviosa, luego que el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) anunciara que se esperan entre 15 y 18 ciclones en el Océano Pacífico y entre 15 y 19 ciclones en el Océano Atlántico y Mar Caribe.
Ambas temporadas serán más activas de lo normal: en el Pacífico se esperan entre ocho y diez huracanes y en el Atlántico entre siete y nueve. Ya en el Pacífico se tuvo la tormenta tropical Amanda, la cual afectó severamente El Salvador y otros países centroamericanos; mientras que en el Atlántico se tuvo antes del inicio oficial de la temporada las tormentas Arthur y Bertha.
Dato D+: La temporada de huracanes en el Pacífico va del 15 de mayo al 30 de noviembre; y la del Atlántico del 1 de junio al 30 de noviembre.
En el Atlántico, cuyos sistemas son los que mayor afectación dan a Costa Rica, se esperan entre ocho y diez tormentas tropicales, entre cuatro y cinco huracanes de categoría 1 o 2 y entre tres y cuatro huracanes de categoría 3, 4 o 5. El IMN pronostica que al menos dos ciclones se formarían o desplazarían sobre el Mar Caribe, afectando a Costa Rica.
Para el Caribe y la Zona Norte se espera una temporada lluviosa normal, contrario al Pacífico Central donde se espera mucho más lluvia de lo normal, y el Valle Central, Pacífico Norte y Sur donde se tendrá una temporada lluviosa por encima de lo normal.
Para afrontar esta temporada de lluvias, el presidente de la CNE, Alexander Solís anunció que se incorpora la "alerta naranja" al catálogo que emplea esa institución, entre la alerta amarilla y la roja. Esa decisión, explicó Solís, responde a que no se pueden dilatar los procesos de evacuación de poblaciones en riesgo, dada la pandemia de COVID-19 que enfrenta el país.
A partir de ahora la alerta verde será de tipo informativa, la alerta amarilla será de preparación, la alerta naranja será de movilización y la alerta roja de respuesta.
En la alerta naranja se realizarán movilizaciones preventivas, y por ello, los comités municipales de emergencia podrán activarlo de cuenta propia, ya que es de forma local donde se conoce los lugares vulnerables, el comportamiento de cuencas de ríos, deslizamientos y los albergues donde se puede ubicar a la población.
La evacuación en la alerta naranja obligará a que las personas movilizadas sean tamizadas para determinar si presentan síntomas o factores de riesgo ante la enfermedad COVID-19, con el fin de ubicarlos en albergues diferenciados. De este modo, las personas con diagnóstico confirmado de COVID-19 serán enviadas a un albergue, distinto al que se enviarán las personas sospechosas y también distinto al que se enviarán las personas que están sanas.
Dentro de los propios albergues deberá mantenerse la distancia entre personas de 1,8 metros y se separará a las personas con factores de riesgo para su protección.
El Sistema de Monitoreo y Vigilancia será reforzado con más personal para monitorear 24 horas al día, 7 días a la semana, el estado del tiempo y las condiciones de los ríos y deslizamientos, a partir de la información emitida por 650 puestos de radio colocados en puntos estratégicos del territorio nacional, especialmente en 1462 comunidades identificadas como vulnerables por inundaciones o deslizamientos.
La CNE también está en proceso de comprar camillas para que las personas que sean trasladas a albergues no tengan que dormir necesariamente en el piso, disminuyendo además el riesgo de contaminación de esa superficie.