Al mismo tiempo que la humanidad lucha contra el coronavirus, los efectos del distanciamiento social y la disminución de transporte llevan a que los niveles de contaminantes del aire, y emisiones de CO2 disminuyan rápidamente a nivel mundial. Esta disminución en algunas ciudades y regiones muestran caídas significativas a medida que el virus cambia las dinámicas de trabajo y la disminución de viajes.
Tanto la BBC como CNN reportaron que imágenes satelitales de la NASA y la Agencia Espacial Europea que detectan actividad humana (emisiones de escape de medios de transporte y combustible quemado en plantas y actividades industriales) muestran reducciones sorprendentes sobre China e Italia.
Así mismo ciudades con menos tiempo desde el inicio de la pandemia en sus países, como Nueva York, muestran los primeros resultados y una disminución de monóxido de carbono de casi un 50% con respecto al año anterior. Países con aplicación de restricciones de movilidad más modestas al movimiento de los ciudadanos, como es el caso de Corea del Sur, presentan disminuciones también considerables de contaminantes.
Las afectaciones a nivel de salud y economía que el coronavirus ha desatado ya son extremadamente severas. Sin embargo, la respuesta de la humanidad también ha conllevado este beneficio involuntario para el ambiente: cielos más azules y aire más limpio.
Con la disminución de la actividad económica mundial como resultado de la pandemia, no es sorprendente que las emisiones de una variedad de gases asociados con la energía y el transporte disminuyan. Sin embargo, científicos de la NASA afirman que es la primera vez en la historia, que se da una disminución tan dramática por un evento específico.
El impacto de esta disminución en términos generales anuales todavía es incierto, algunos expertos opinan que el aislamiento en casas también tendrá un repunte en otros tipos de energía, o que el efecto de recuperación impulsando el estímulo económico posterior podría elevar las emisiones de manera considerable en la segunda mitad del año, tal como se dio después del colapso financiero global del año 2008-2009.
Lo que probablemente marcará el aprovechamiento de este impacto colateral ambiental del COVID-19, y la diferencia en la escala de emisiones de carbono y contaminantes de aire a nivel global girará en torno a cómo los gobiernos decidan reestimular sus economías, una vez que la pandemia disminuya.