No es un titular alarmista ni solemne. Es lo que es: estamos en un momento en el cual el confort de la apatía y la indiferencia no son opción. Antes de explicarles por qué voy a intentar ilustrar el motivo por el cual tenemos, como sociedad, que asumir nuestra responsabilidad. Y sé que eso es incómodo y molesto, porque preferiríamos seguir “en lo nuestro” y, como suele ser el caso, tirándonos los toros desde la barrera o bien, tirando la piedra y escondiendo la mano.
Procuraré recordarles(nos) el riesgo de “ser parte del problema y no de la solución”. Porque insistimos en obviarlo, como si nuestra única opción fuera quejarse, basurear y chotear. Y de verdad: podemos hacer mucho más que eso. ¡Necesitamos hacer mucho más que eso!
Llevo un par de días pensando en una anécdota “menor” pero de alguna manera representativa de este problema/desafío. Porque nos gusta siempre hablar de “los políticos” y “la prensa” y obviar que unos y otros no son otra cosa que reflejo de cada de uno de nosotros. Y viceversa. Y eso sí que resulta incómodo. Entonces pretendemos que no es así y nos refugiamos en el sutil arte de seguir señalando a “los demás”. Dios guarde un segundo de reflexión o de autocrítica.
Este caso menor del que hablo nace en Twitter y por ende ahí mismo hay que contextualizarlo. Es harto sabido que en esta red se celebra el odio, el enojo y la chota. La forma más fácil de encontrar validación es hablando (mal) de los demás. Siempre ha sido así y seguirá siendo así y bueno... quizá eso dice más de la naturaleza humana que de la propia herramienta. El enojo es la emoción más popular en las redes sociales, Twitter solo ayuda a recordarlo. Y bueno, está claro que muchos jugadores claves del poder saben cómo explotarlo. Pero nosotros, felices, aplaudimos al compás de la flauta.
Como sea, Twitter hoy día sigue siendo el espacio más oportuno para seguir cuentas oficiales y de medios de prensa, de modo tal que aquellos que trabajamos en “esto” no tenemos otra opción más que convivir el campo minado y el maremoto de odio que se vierte en la red caja jornada. Viene con el oficio. Créanme, el día en que me retire lo primero que voy a hacer es cerrar la cuenta, pero por ahora, es parte de.
Entonces, con Twitter, Facebook y demás, hay que hacer el ejercicio de “entender” para evitar frustrarse y tirar la toalla. El caso en particular que hoy les menciono es un buen ejemplo. Un usuario se burló de nuestro titular “Ministerio de Salud confirma primer caso sospechoso de COVID-19 en Costa Rica”. Es fácil entender por qué. La terminología técnica (y científicamente respaldada) no es precisamente “feliz” y para quien se queda con el título es confusa, pero es la correcta. El titular es apropiado y oportuno, presenta la información oficial como hay que presentarla. Pero eso, en redes, no suele importar.
El choteo del usuario alcanzó centenares de likes y por ende a miles de personas que se quedaron con la idea de que el titular era incorrecto o amarillista. Mi intento por invitar a la gente a informarse mejor con fuentes cuyo conocimiento es el que necesitamos atender y difundir en medio de esta crisis de salud pasó sin pena ni gloria. Este es un buen ejemplo de cómo nuestra cultura celebra y promueve la desinformación. Un fiel reflejo de esta era en la que transmitamos y de cómo cada uno de nosotros puede ser parte del problema si considera más importante validarse con likes a punta de choteo que hacer el trabajo de informarse y evitar formar parte del circo.
¿Por qué les cuento esto? Porque el editorial de hoy me obliga a llamar la atención sobre un tema importante y no va a faltar quién recurra al ahora tan popular “se trata de una cortina de humo”. El ambiente está excesivamente polarizado así que mis constantes llamados a la sensatez se convierten en migas uno tras otro. La “carta común” cuando se quiere obtener un beneficio del caos es procurar desacreditar a quienes insistimos en recordar que la realidad es compleja y está marcada por todo tipo de matices que no debemos pasar por alto.
Así que no, esto no es una cortina de humo. Es un riesgo real, serio, preocupante. Y como ciudadanía está en nuestras manos recordarle al Congreso que Costa Rica necesita ponerse a trabajar en todo aquello que hemos repetido incansablemente: empleo, seguridad, reactivación económica, generación de oportunidades, igualdad, equidad.
Entonces, mucha atención
En estos momentos un grupo de diputados que se autodenominan “Provida” están procurando alcanzar 29 apoyos en la Asamblea para pedirle a la Sala Constitucional que extienda por 18 meses más la entrada en vigencia del matrimonio igualitario. Es decir, que llevemos este tema hasta la próxima campaña electoral....
Más allá de lo que pueda suceder en la Sala (que podría colocarse a las puertas de una desgracia reputacional histórica) es fundamental que nuestros legisladores entiendan que lo último que necesita Costa Rica con todo lo que está pasando es que nos coloquen en esta situación. ¡Está en sus manos! Depende de ellos evitarnos la desgracia de retomar este tema y someter al país a otra desgastante campaña electoral marcada por este tema cuyos resultados ya todos conocemos.
Costa Rica necesita ver hacia el frente y atender una enorme cantidad de temas pendientes que la tienen en franco desafío de cara a su futuro inmediato y que afectan directamente la vida de todas las personas que la habitan, no solo de los “listillos” de las redes. Mientras más rápido un grupo de 29 diputados se unan y emitan un comunicado aclarando que no apoyarán esta iniciativa más rápido podremos evitar un escenario que, sin lugar a dudas, la mayoría de la población no quiere afrontar.
Este pequeño esfuerzo de este grupo de diputados permitiría tener certeza de que hemos pasado la página y de que estamos listos para atender todos esos pendientes cuanto antes. ¿Cómo puede ayudar usted? Escríbale al diputado o diputada que le representa (y a quien no) y solicítele su posición. Algunos ya han dejado claro su rechazo a la idea (Zoila Volio, José María Villalta) pero otros todavía están dejando la puerta abierta. Costa Rica necesita cerrarla. Cada uno de nosotros debe recordárselos, en redes, en sus correos, en cada oportunidad que tengamos para solicitarlo y exigirlo.
29 diputados. Eso se requiere. 29 que asuman el compromiso de decirle al país: les escuchamos, les entendemos, sabemos que hay que trabajar (y mucho) en el futuro de la nación. No vamos a extender esta discusión que ya fue resuelta. No vamos a prestarnos a un juego de distracción, polarización e ineficiencia. No vamos a comprometer todas las necesidades que tiene el país ahora mismo por entregarnos a otro ejercicio circense. Somos responsables. Aceptamos y asumimos la responsabilidad que tenemos.
Diputadas, diputados: den el paso al frente. Ayuden a Costa Rica a darlo también.