En los últimos días ha circulado en redes sociales un video que debería encender todas las alarmas del país. En un evento público de campaña, difundido en TikTok,  Ariel Mora, candidato a diputado por la provincia de Puntarenas del partido Pueblo Soberano, propone abiertamente reducir o flexibilizar la protección en tierra (Áreas Silvestres Protegidas) a cambio de supuestamente aumentar la protección marina.

Lo que este candidato plantea no es un simple error conceptual, es una peligrosa inversión de prioridades ecológicas y una profunda distorsión de la ciencia, la técnica, la gobernanza ambiental y la ética pública. Una afirmación tan grave como esta, amerita una respuesta clara, contundente y fundamentad porque las ASP terrestres son los cimientos ecológicos del país y no son negociables,  no pueden “intercambiarse” por metros de mar, ya que sostienen funciones críticas sin las cuales Costa Rica simplemente no podría vivir, como lo son:

  • Producción de agua: nacientes, ríos, humedales, acuíferos.
  • Regulación climática: bosques maduros capturando carbono de forma inmediata y comprobada.
  • Prevención de desastres: montañas boscosas que funcionan como barreras naturales contra inundaciones y deslizamientos.
  • Reservorios de biodiversidad insustituible: especies endémicas, polinizadores, fauna terrestre única.
  • Conectividad ecológicaque mantiene funcionando todo el sistema natural del país.

Pretender entregar esto “a cambio” de dibujar nuevas líneas en el mar es simplemente absurdo e  inconstitucional.

Si hay algo verdaderamente real, es que el mar de Costa Rica NO está protegido, está abandonado.

El candidato alegremente asegura que se podría “compensar” disminuyendo protección en tierra y aumentando la protección en el mar, pero esta afirmación es falsa y peligrosamente engañosa, porque la realidad técnica es clara y ampliamente conocida, especialmente por nosotros, la organizaciones marinas que trabajamos de forma permanente en el mar :

  • Más del 97% del mar protegido no tiene vigilancia real.
  • No hay presupuesto suficiente.
  • No existen embarcaciones ni personal para patrullar.
  • No hay una estrategia eficaz contra la pesca ilegal, que hoy es la amenaza más grave.
  • La meta30×30 ya generó tensiones con la pesca industrial y artesanal.

En Costa Rica, declarar un área marina protegida no significa protegerla, como bien advierte la comunidad científica, es simplemente un mar de papel. Y justamente por esa razón puedo asegurar que el candidato no propone fortalecer ese vacío, sino agrandarlo.

Esta falsa equivalencia que se propone, es un engaño estructural, y plantear que se puede perder protección terrestre para ganar protección marina es una manipulación conceptual.

Las categorías no son equivalentes por lo siguiente:

  • Las ASP terrestres generan servicios inmediatos y tangibles para la sociedad.
  • Las áreas marinas —en las condiciones actuales— no generan protección efectiva.
  • La estructura ecológica del país depende de funciones terrestres que el mar no puede suplir.
  • No existe sistema de control que garantice protección marina real.

Por lo tanto, no se puede entregar agua dulce, suelos, carbono, bosques y biodiversidad terrestre, a cambio de líneas dibujadas sobre un océano sin vigilancia.

Y si vemos que el trasfondo político es inflar cifras sin proteger nada, el corazón del problema es evidente, porque este tipo de propuestas debilitan lo que sí funciona para inflar estadísticas que suenan bien en discursos políticos.

Pero no podemos perder de vista que de esta forma se protege menos donde importa, para “proteger más” donde no hay capacidad de proteger, es una ficción peligrosa.

Es exactamente lo contrario de lo que un país serio haría y en el dado caso de que esta narrativa se normalice, las consecuencias podrían ser catastróficas, Aunque provenga de un solo candidato, porque esta narrativa puede contagiar el debate público y marcar precedentes no deseables, como por ejemplo:

  • Mayor presión inmobiliaria sobre zonas frágiles.
  • Pérdida irreversible de corredores biológicos.
  • Riesgo grave sobre la seguridad hídrica nacional.
  • Más conflicto social y económico en comunidades costeras.
  • Un colapso de la credibilidad ambiental de Costa Rica.
  • Aceptar como normal la mentira del “mar protegido” sin guardaparques, sin presupuesto y sin patrullaje.

En resumen, es una estafa ambiental.

Por lo tanto, el video del candidato Ariel Mora no es un simple desliz, porque revela una forma de pensar profundamente nociva, puesto que la sola idea de que la conservación es intercambiable, negociable o aritmética, como si los ecosistemas fueran fichas de casino, es inaceptable. Costa Rica no puede permitir que narrativas superficiales, técnicamente incorrectas y ambientalmente irresponsables se formalicen en el debate público.

Por eso es urgente denunciar, explicar y enfrentar esta distorsión, porque está en juego el patrimonio natural de los costarricenses, la seguridad hídrica, La biodiversidad terrestre, Los ecosistemas marino-costeros y la integridad ambiental del país.

Cuando la protección deja de ser real, la democracia ambiental también se debilita”.

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