La costarricense fue una de las artífices del Acuerdo de París, el tratado mundial que busca limitar el calentamiento de la Tierra.
El Acuerdo de París es un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante. Es decir, que las naciones que lo aprueban deben cumplirlo en su legislación nacional. Fue adoptado por 196 Partes en la COP21 en París, el 12 de diciembre de 2015 y entró en vigor el 4 de noviembre de 2016.
Su objetivo es limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2 grados centígrados, preferiblemente a 1,5 en comparación con los niveles preindustriales.
Para alcanzar este objetivo de temperatura a largo plazo, los países se proponen alcanzar el máximo de las emisiones de gases de efecto invernadero lo antes posible para lograr un planeta con clima neutro para mediados de siglo.
Años después el ambicioso tratado es calificado por algunos sectores como un fracaso o de aplicación muy lenta. El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó a The Guardian que el planeta inevitablemente superará el umbral de 1,5 grados de calentamiento en los próximos años.
"Reconozcamos nuestro fracaso. La verdad es que no hemos logrado evitar superar los 1,5 °C en los próximos años. Y superar ese límite tiene consecuencias devastadoras. Algunas de esas consecuencias son puntos de no retorno, ya sea en el Amazonas, en Groenlandia, en la Antártida occidental o en los arrecifes de coral”, dijo.
El Acuerdo de París tuvo a una costarricense como artífice. Christiana Figueres Olsen era la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en ese momento. En ese puesto su objetivo era llevar las conversaciones a buen puerto y poder reunir las suficientes firmas para oficializar el documento.
A 10 años, en conversación con Delfino.cr, Figueres considera que no es para nada un fracaso y más bien destaca la ambición que contiene. Además, considera que no es momento para lamentos por superar los 1.5 °C ya que es un tratado que tiene metas a 2050 y 2100.

“El riesgo no está en superar el 1,5 °C por unos años”
Antes de la adopción del Acuerdo de París en 2015, las proyecciones climáticas indicaban un aumento global de entre 4 y 6 °C para finales de siglo. Una década después, ese pronóstico se ha reducido a 2,6 °C, un progreso importante aunque todavía lejano del objetivo de 1,5 °C fijado por la comunidad científica.
Según Figueres, esto demuestra que el mundo avanza en la dirección correcta, pero aún con un esfuerzo insuficiente. En los últimos diez años, el crecimiento de las energías renovables superó todas las expectativas. Hoy representan el 80 % del aumento mundial de la demanda eléctrica, y su costo total, incluidas las baterías y el almacenamiento, ya es más bajo que el de nuevas plantas de carbón o gas natural.
De igual forma, los vehículos eléctricos superaron la meta proyectada para 2030 y ya constituyen más del 20 % de las ventas globales, mientras que los empleos en energías limpias se duplicaron, pasando de 8 a más de 16 millones. Figueres subraya que las proyecciones iniciales fueron demasiado conservadoras y no previeron el crecimiento exponencial de las tecnologías limpias.
Respecto al umbral de 1,5 °C, Figueres coincide parcialmente con el secretario general de la ONU al reconocer que probablemente se superará de forma temporal, pero rechaza la idea de que ese aumento sea irreversible.
Explica que los científicos evalúan ese límite con miras al año 2100, y aunque el planeta podría sobrepasarlo en algunos años próximos, considera que el proceso será transitorio gracias al avance en descarbonización y energías limpias.
El riesgo no está en superar el 1,5 °C por unos años, sino en resignarnos a que eso será permanente”.
Las emisiones de CO₂, que en 2015 crecían un 2 % anual, ahora lo hacen solo un 0,3 %, mientras la demanda global de combustibles fósiles se ha estabilizado y podría empezar a disminuir, destacó la costarricense.
Aun así, reconoce que las consecuencias actuales son graves y desiguales, afectando con mayor fuerza a los países más vulnerables. Por ello, insiste, el esfuerzo debe continuar para evitar un sobrepaso permanente del límite crítico.
El secretario general de la ONU, António Guterres admitió que el planeta inevitablemente superará el umbral de 1,5 grados de calentamiento en los próximos años.
NDC insuficientes
Sobre las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC), esas metas que se fijan los países para contribuir a desacelerar el calentamiento a nivel nacional, Figueres reconoce que los compromisos actuales son claramente insuficientes para mantener el calentamiento global por debajo de 1.5 °C.
Explica que esta falta de ambición no responde tanto a razones económicas como a una realidad política y geopolítica compleja, marcada, según ella, por una administración estadounidense que ejerce presión sobre los gobiernos que buscan actuar con responsabilidad ambiental y social.
En ese contexto, dice, muchos países optan por ser prudentes o conservadores en sus metas climáticas. Cita el caso de China, cuyo NDC considera “sorprendentemente bajo”, pero que invierte el 10% de su PIB en energías limpias, lo que demuestra que su compromiso con la descarbonización sigue creciendo.
No debemos confundir la realidad política con la realidad económica”.
La tica rechaza la idea de establecer objetivos fijos y obligatorios, ya que se comprobó con el Protocolo de Kioto que ese enfoque no funciona.
"Nadie puede prever cómo evolucionará su economía hasta 2050 o 2100; sería irreal imponer cifras”.
Aunque destacó que la inversión global en energías limpias ya duplica la destinada a combustibles fósiles, la mayor parte de esos fondos se concentra en Europa, China, India y Estados Unidos, mientras que los países del sur global siguen sin recibir los recursos necesarios para impulsar su transición.
El problema es que no estamos apoyando con el tipo de inversión que deberíamos tener para que todos los países puedan hacer esa transición".
El cambio climático impacta con más fuerza a los países del sur global, entre ellas naciones insulares.
“No cambio ni una coma”
Ante la pregunta de si cambiaría alguna meta o haría algo diferente sobre el Acuerdo de París, la exsecretaria fue contundente: "No cambio ni una coma".
Entre sus memorias, afirma que fue un proceso de seis años de trabajo intenso, y que ya en la COP de Lima, en 2014, el equipo de la secretaría sabía que lograr el Acuerdo de París era posible.
Ya teníamos la base política para un acuerdo. El último año a lo que nos dedicamos no fue a la base de lo que llegó a ser el Acuerdo, sino a la ambición.. a subirle la ambición al acuerdo, sabiendo que este iba a ser un acuerdo legalmente vinculante, que iba a guiar la descarbonización de la economía global durante muchas décadas, porque lo estábamos haciendo por lo menos para el año 2050, sino 2100 con respecto a la temperatura".
El Acuerdo de París tuvo a una costarricense como artífice. Christiana Figueres Olsen era la secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Figueres recuerda que ese aumento en la ambición fue posible gracias a una movilización sin precedentes que involucró no solo a gobiernos, sino también a autoridades locales, empresas, inversionistas, comunidades indígenas, líderes espirituales, mujeres y jóvenes, quienes presionaron para alcanzar un pacto de máxima aspiración.
"Algunos dicen que el Acuerdo de París fue demasiado ambicioso y por eso cuesta tanto cumplirlo", comenta. Sobre esto, explica que cualquier meta, hasta las personales, siempre vienen cargadas de entusiasmo y compromiso, pero al implementarles es cuando se dimensiona la dificultad.
Ahora estamos viendo lo difícil que es implementar un acuerdo sumamente ambicioso. Yo prefiero un acuerdo ambicioso que a todos nos esté costando y que todos sigamos trabajando por implementar, a un acuerdo que hubiera sido cualquier alpargata".
El optimismo
La tica en su libro El Futuro Por Decidir, habla con frecuencia sobre el optimismo y los cambios graduales que podemos hacer como individuos o también como naciones para limitar o disminuir el impacto del cambio climático. Además, ella tiene un podcast y una plataforma en la que invita a asumir los retos y las problemáticas ambientales desde ese mismo lugar, el optimismo.
Su concepto de optimismo no se basa en los logros alcanzados, sino en una decisión consciente de actitud frente a los desafíos. Para ella, el optimismo no es una recompensa por haber cumplido una meta, sino el punto de partida que aumenta las posibilidades de alcanzarla.
Si uno comienza con optimismo, tiene más probabilidades —aunque no garantías— de lograr sus objetivos; si empieza con pesimismo, probablemente no llegue”.
En ese sentido, define el optimismo ambiental como una responsabilidad; una forma de mantener la determinación y la esperanza necesarias para enfrentar la crisis climática y seguir avanzando hacia las metas globales.

Sobre las COP, considera que no deben verse como eventos donde se alcanzan grandes acuerdos, sino como un espacio anual de encuentro y seguimiento colectivo. Señala que la COP30 en Belém será una cumbre de implementación, no de negociación, y eso la entusiasma profundamente:
Ya todos los acuerdos se tomaron. Aquí en Brasil estamos hablando de una COP de implementación. Eso a mí me produce mucha mucha ilusión, ir a ver todo lo que se hace para implementar el Acuerdo de París”.
Pérdida de liderazgo de Costa Rica
La experimentada política lamenta que Costa Rica haya perdido parte del liderazgo ambiental que la caracterizó durante décadas. Recuerda que, sin importar el partido en el poder, el país se distinguió por mantener una política ambiental de vanguardia y coherente, lo que lo posicionó como un ejemplo global en sostenibilidad y conservación.
“Esa continuidad fue nuestra mayor fortaleza y la razón por la que logramos tanto”, afirma. Sin embargo, asegura que bajo la actual administración se han dado retrocesos preocupantes, y que aunque inicialmente el país intentó sostener su imagen internacional con un discurso ambiental:
Tristemente ya en el ámbito internacional es conocido que Costa Rica ha echado atrás”.
Figueres advierte que esta pérdida de credibilidad pone en riesgo la base económica del país, sustentada en el ecoturismo y la protección de la biodiversidad. Subraya que Costa Rica no atrae visitantes por monumentos o patrimonio cultural monumental, sino por su riqueza natural y su compromiso con la sostenibilidad.
Si eso se nos empieza a venir abajo, yo no sé cómo sustituimos eso. ¿Cómo sustituimos a los millones de turistas que vienen por nuestra ecología, por nuestra biodiversidad? Estamos frente a una situación muy peligrosa que si se nos empieza a caer el ecoturismo, vamos a tener que sustituirlo con alguna otra cosa y yo no sé qué sería eso”.

La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París
Ante la segunda salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, la costarricense considera que afecta seriamente la credibilidad internacional del país norteamericano. A su juicio, la presencia de la administración Trump en la COP de Belém no generará confianza entre los participantes:
Estarán ahí, pero dudo que alguien los tome en serio”.
No obstante, destaca que el compromiso climático dentro del país norteamericano no depende únicamente del gobierno federal. Señala que más de 17 congresistas, un centenar de alcaldes de grandes ciudades y numerosos líderes empresariales asistirán a la cumbre para reafirmar su apoyo a la acción climática.
Es decir, para Figueres, mientras Trump toma decisiones erráticas, muchos otros en Estados Unidos comprenden que la descarbonización es el camino irreversible del futuro económico global, y continúan avanzando en esa dirección.




