El Sur Global enfrenta desafíos estructurales profundos. Sin embargo, en medio de estas complejidades, se abre un terreno fértil para la innovación. Aquí, donde los retos son urgentes y tangibles, emergen oportunidades únicas para repensar el desarrollo desde una lógica más humana, contextual y regenerativa.
Este término geopolítico y socioeconómico se refiere, a los países que históricamente han estado en posiciones de menor desarrollo económico, menor poder político internacional y mayores desafíos sociales. Incluye muchas naciones de América Latina, África, Asia y Oceanía, aunque no se define estrictamente por ubicación geográfica. Más que una división norte-sur literal, el término refleja desigualdades estructurales en el sistema global, como acceso a recursos, influencia en organismos internacionales, y capacidad de resiliencia frente a crisis.
Para avanzar hacia una innovación verdaderamente transformadora, es fundamental reconocer primero los obstáculos sistémicos que limitan nuestro potencial. Estos retos no solo definen el punto de partida, sino que también revelan las áreas donde la innovación puede tener mayor impacto. Cinco grandes desafíos marcan la realidad de estos países:
- Deuda climática: aunque el Sur Global ha contribuido mínimamente a las emisiones históricas de gases de efecto invernadero, enfrenta las consecuencias más severas del cambio climático. Esta injusticia histórica exige una respuesta global que reconozca nuestra vulnerabilidad y potencie nuestras capacidades para liderar soluciones resilientes y regenerativas basadas en la naturaleza.
- Migración del talento calificado: la falta de oportunidades locales provoca una fuga de capacidades clave, debilitando el tejido productivo y social.
- Brecha digital: la digitalización se ha convertido en la nueva frontera de la desigualdad, limitando el acceso a educación, empleo y servicios esenciales.
- Fragmentación geopolítica: las tensiones y divisiones regionales dificultan la cooperación y la integración, frenando el avance de soluciones compartidas.
- Retos demográficos: en algunos países, una explosión juvenil que exige oportunidades reales; mientras que, en otros, un envejecimiento acelerado que demanda sistemas de cuidado más robustos.
Frente a estos desafíos, el Sur Global no necesita replicar modelos del Norte. Necesita adaptar, reinterpretar y crear los suyos propios. Es momento de pasar de la adopción pasiva de modelos externos a una innovación contextualizada, construida con la gente y para el lugar. Una innovación comunitaria, específica, profundamente nuestra.
Siendo fiel a mi convicción, prefiero enfocarme en lo que sí tenemos para ofrecer como región: las oportunidades únicas que hacen del Sur Global un terreno fértil para una innovación verdaderamente transformadora:
- Capital natural: América Latina alberga el 40% de la biodiversidad mundial. Este patrimonio nos posiciona para liderar soluciones basadas en la naturaleza.
- Juventud y creatividad: la explosión demográfica juvenil en países latinos como, por ejemplo, Guatemala representa una fuente de talento para la innovación, especialmente en la economía digital.
- Energía renovable y transición justa: contamos con abundantes recursos naturales y ecosistemas industriales para liderar estas agendas.
- Economía circular y regenerativa: sectores como la agroindustria y el turismo pueden convertirse en laboratorios vivos de modelos circulares.
- Tecnología inclusiva: la digitalización puede cerrar brechas y escalar soluciones. La inteligencia artificial y el uso de datos permiten medir impacto y tomar decisiones más informadas.
- Cooperación regional Sur-Sur: compartir conocimiento, movilizar financiamiento e impulsar proyectos de infraestructura verde representan oportunidades de impacto transversal.
Hoy más que nunca, tenemos la responsabilidad —y la oportunidad— de liderar desde el ejemplo. De demostrar que es posible hacer empresa con propósito, crecer cuidando e innovar desde una empatía profunda y transformadora.
Desde esta perspectiva, la sostenibilidad no puede ser entendida únicamente como una estrategia empresarial o una obligación regulatoria. Debe ser una visión integral, que genere bienestar más allá de la empresa y contribuya activamente a la construcción de sociedades más empáticas, resilientes y prósperas.
¿Innovación transformadora?
Innovar en sostenibilidad desde el Sur Global requiere un marco claro para distinguir lo que sí es transformador.
Primero, seamos honestos sobre lo que no constituye innovación:
Medir por primera vez la huella de carbono, implementar un programa interno de reciclaje, donar computadoras a escuelas o establecer políticas de diversidad son acciones importantes, pero no deben confundirse con innovación. Son pasos necesarios —diagnóstico básico, cumplimiento mínimo, filantropía tradicional o respeto por la dignidad humana—, pero no implican una transformación estratégica ni una respuesta creativa a los retos complejos que enfrentamos.
Entonces, ¿qué sí califica como innovación transformadora?
- Modelos de negocio que redistribuyen valor No basta con “hacer menos daño”. La innovación real crea nuevos modelos económicos que ponen el bienestar, la calidad de vida y la generación de valor al centro. Estos modelos se conectan con necesidades reales de la sociedad civil y, muchas veces, requieren ajustes en políticas públicas. Implican sentarse a la mesa para cuestionar, repensar, colaborar y, en ocasiones, ceder. Innovar también es reconocer que no tenemos todas las respuestas y que necesitamos del otro.
- Innovación que otorga agencia En el Sur Global, la innovación social no puede ser impuesta ni importada. Debe surgir del reconocimiento de la agencia —la capacidad de las personas y comunidades para imaginar, decidir y construir sus propias soluciones—. Esto implica redistribuir el poder, pasando de modelos verticales y asistencialistas a procesos colaborativos, donde los actores locales son protagonistas activos del cambio. La verdadera innovación ocurre cuando se habilita el potencial de quienes históricamente han sido excluidos, reconociendo que el conocimiento situado —el que nace del territorio, la experiencia y la cultura— es tan valioso como el técnico.
- Tecnología contextualizada No se trata de adoptar inteligencia artificial o blockchain porque están de moda. La verdadera innovación tecnológica en el Sur Global está en la inclusión y apropiación, no en la sofisticación. Se trata de aprovechar la tecnología simple y accesible para resolver problemas reales, cerrar brechas y empoderar comunidades.
- Métricas regenerativas Medir lo que realmente importa es clave. Necesitamos indicadores que evidencien el cambio que queremos lograr: ¿Tu operación deja el territorio en mejores condiciones ecológicas y sociales que cuando llegaste? ¿Las comunidades donde operás tienen más o menos dependencia de tu empresa con el tiempo?
- Coaliciones colaborativas Romper la lógica de competencia donde no tiene sentido. Explorar colaboraciones atípicas, reconociendo que los retos son multidimensionales y requieren respuestas simultáneas. Empresas “competidoras” pueden compartir infraestructura verde, logística de retorno o centros de innovación. Además, de la importancia de ser parte de procesos participativos provocados por el sector público.
Marco de autoevaluación, preguntémonos si tu proyecto:
- ¿Redistribuye poder, no solo recursos?
- ¿Podría funcionar sin vos?
- ¿Genera capacidades locales, no dependencia de expertos externos?
- ¿Es específico del contexto?
- ¿Incomoda a alguien? Si todos aplauden, probablemente no es tan transformador...
El ecosistema de sostenibilidad en el Sur Global enfrenta una tentación peligrosa: conformarse con parecer innovador en lugar de serlo. En muchos casos, seguimos importando proyectos diseñados para realidades que no son las nuestras.
La verdadera innovación incomoda, redistribuye y, sobre todo, confía en que desde el Sur tenemos la imaginación y la urgencia para crear lo que nuestra región necesita. Costa Rica —y otros países del Sur Global— pueden ser laboratorios vivos de esta transformación. Pero solo si empezamos a exigir —y construir— lo verdaderamente transformador.
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