El supuesto plan de paz de Trump en Gaza ha nacido muerto. El plan de paz de Trump: un fracaso anunciado. Por ello, cada día que pasa desde la firma de este plan de paz queda demostrado que Israel no piensa detenerse en su campaña genocida, y que además es evidente que tiene luz verde para violar el acuerdo cada vez que le plazca.
Más que un plan de paz, este acuerdo constituye un salvavidas diseñado por Estados Unidos para salvaguardar a su gran aliado Israel, y con ello su proyecto político-comercial en la zona. La creciente indignación mundial contra Israel ha impulsado al gobierno de Trump a diseñar un plan de paz que contenga el desprestigio contra Israel y tranquilice a sus socios árabes.
Eso sí, el plan de paz detiene por el momento la expulsión masiva de los palestinos de su tierra dado a la incapacidad política israelí de comprender los límites de su relación con el gobierno estadounidense que sí ha sabido entender la necesidad de apaciguar el conflicto.
A inicios de su segundo mandato, Trump estaba de acuerdo en establecer una especie de nueva Riviera mediterránea en Gaza que conllevaría a la expulsión masiva de gazatíes a lugares como Sudán del Sur o Libia. Ante el rechazo mundial de esta iniciativa, Trump ha sabido leer los tiempos del momento, lo que necesariamente tampoco significa que haya abandonado por completo dicho plan.
Por otra parte, los regímenes árabes se hallaban inmersos en un momento de alta tensión ante la amenaza que supondría la expulsión masiva de palestinos de su tierra. Egipto, por ejemplo, país limítrofe con Gaza y aliado estratégico de Estados Unidos en la región, ha sido uno de los principales instigadores del plan de paz. Su interés no radica en defender el derecho inquebrantable de los palestinos de formar un Estado, si no en no perder el monopolio del control doméstico. Una expulsión masiva de palestinos a Egipto desencadenaría una crisis interna que amenazaría la supervivencia del régimen de El-Sisi.
En cuanto al fin del conflicto armado, el plan de paz permite básicamente a Israel romper el alto el fuego cada vez que lo considere necesario. El documento de 20 puntos contempla bastantes vacíos en cuanto a la interpretación del uso de la fuerza, lo cúal recuerda al modelo empleado en la tregua en el Líbano, vigente desde noviembre de 2024, que Israel rompe con frecuencia pese a no haber recibido ningún ataque en su contra.
Desde que se firmó el acuerdo de paz en Egipto más de 200 palestinos han muerto en bombardeos. Trump ha defendido el derecho israelí a tomar represalias cada vez que lo considere oportuno, a pesar de que sigue defendiendo que la tregua sigue vigente y no está en riesgo.
Mientras los ojos del mundo están puestos en la implementación del acuerdo de paz, el parlamento israelí continúa implementando su campaña colonial para anexionarse Cisjordania, la supuesta línea roja que tanto Estados Unidos como numerosos estados árabes han asegurado no tolerar.
El plan de Gaza ha nacido como un acuerdo que permite y normaliza la continuación del genocidio israelí contra los palestinos con la simple diferencia en que la intensidad de la violencia se ha visto reducida. El acuerdo no imposibilita a que Israel continúe con sus objetivos y su plan del “gran Israel”. Mientras tanto la miseria y la destrucción continúan en Gaza ante la pasividad de nuestros líderes políticos.
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