Cada año, durante el mes de septiembre las calles, las escuelas, los colegios y las casas se engalanan de blanco, azul y rojo, durante las fiestas patrias. Eso me parece positivo, es justo y necesario alegrarnos un poco como pueblo.
Esa alegría colectiva podría servirnos de catalizador para reflexionar sobre los motivos que hacen que la realidad cotidiana esté colmada de violencia, balaceras, corrupción, burocracia y desazones. Si me lo preguntan a mí, me resuelta más bonita la alegría, que nuestra cada vez más amarga situación social.
La importancia de la lectura
Según el reciente Informe del Estudio de Opinión Pública del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica publicado este mes, el 76% de las personas encuestadas votarían para “Cambiar la Constitución Política”. Considero que sería muy interesante un estudio cualitativo o al menos una pregunta de seguimiento, cuyo planteamiento sea ¿Qué le cambiaría a la Constitución?
Yo me pregunto si la mayoría de ciudadanos y ciudadanas del país han leído la Constitución alguna vez. Bien sabido, es que un alto porcentaje de costarricenses no lee y me atrevo a sospechar (no lo afirmo, porque no me consta), que la Constitución no es un libro de lectura frecuente, lo que conlleva una grave carencia educativa y cívica.
Según la Encuesta Actualidades de la Escuela de Estadística de la UCR (diciembre, 2022), entre 1873 personas consultadas a nivel nacional, el 39.9% respondió no haber leído un libro en los últimos doce meses.
Sumado a lo anterior, como tuve oportunidad de comentar hace unos días en mi columna anterior “Emergencia Educativa”, el Décimo Informe Estado de la Educación (2025) lanzado el mes pasado reiteró los señalamientos sobre las carencias de lectura, dados ediciones anteriores de ese mismo informe, la estruendosa realidad es que “el país gradúa estudiantes en secundaria que apenas muestran niveles de comprensión lectora y razonamiento matemático propios de tercer o cuarto grado de escuela” (pp. 52-53).
Estoy convencido de que bien haríamos como sociedad fomentando una gran campaña de lectura, desde las familias, los centros educativos y los gobiernos locales, especialmente en estos tiempos de posverdades y polarizaciones. Bien haríamos como sociedad en mejorar nuestros hábitos de lectura y la calidad de lo que leemos, quizá eso podría ayudarnos además a subirle el nivel al debate político tan venido a menos.
¿Y todo esto qué tiene que ver con los desfiles y faroles?
Lo planteo porque las fiestas patrias son una de nuestras máximas expresiones culturales, son fiestas cívicas, por lo que, estimo oportuno que una forma de promover el civismo es mejorando la lectura de nuestra ciudadanía ¿Hay otro motor más potente para el desarrollo que una población instruida y reflexiva?
Cuando digo desarrollo, me refiero al desarrollo humano, social y económico, también me refiero al desarrollo realmente sostenible sin arrasar bosques solo por deporte a costas de nuestra flora y fauna.
Volviendo a los faroles y desfiles, este 15 de septiembre fueros reportados incidentes violentos en Quepos y Bagaces, en el primero, dos oficiales de policía resultaron heridos, también fue reportada una balacera que dejó un muerto a escasos 500 metros de un desfile por las fechas patrias, cerca de una escuela en Alajuelita.
Otro joven muerto en plena celebración nacional, otra familia enlutada. Necesitamos urgentemente que nuestros los jóvenes tengan libros en las manos en lugar de armas.
Si nuestra sociedad no reacciona de forma activa y urgente para recuperar la paz, en todas sus dimensiones, los desfiles podrían llegar a ser solo una fugaz alegría de lo que alguna vez fue, luego una nostalgia hasta convertirse en faroles sin luz. Sería una enorme pena, que la frase final de nuestro himno llegue alguna vez a convertirse en un recuerdo nostálgico.
Una invitación de cara a las elecciones
A veces, cuando participo en alguna tertulia sobre los principales problemas del país. Medio en broma, pero muy en serio, les digo que la falta de lectura y la falta de condiciones que fomenten la lectura es sin duda uno de los más serios problemas que enfrentamos. La violencia, el exceso de redes sociales (no las satanizo), la opinión ligera, la opinión reactiva, la polarización política y la falta de oportunidades llevan a muchos de nuestros jóvenes a meterse a encrucijadas de muy difícil salida.
Necesitamos lectura en todas las etapas, especialmente para los menores de edad, mucha estimulación temprana, mucho acompañamiento en los hogares, mucha organización comunitaria, una revisión urgente del MEP, inversión social, bibliotecas; y ojalá también mucho liderazgo político, aunque eso parece estar un poco más difícil.
Ahora que viene la campaña electoral, pidamos propuestas educativas reales, propuestas sus etapas de ejecución, sus prioridades y su aplicación territorial, según las necesidades, los retos y hasta las oportunidades.
Hablando de colores patrios y la próxima campaña electoral, la banda presidencial; blanca, azul y roja, merece más señorío, ojalá quien llegue a portarla a partir de mayo de 2026, le devuelva al menos un poquito de lo que tanto ha perdido en estos casi cuatro años.
Propongo que entre la batería de preguntas en los debates sean incluidas estas dos para todo candidato y candidata: ¿Cuál fue el último libro que leyó o está leyendo? ¿Ha leído algún libro sobre inteligencia emocional?
Finalmente, en el espíritu de las fiestas patrias, quisiera recomendar un libro, se llama Constitución Política de Costa Rica (disponible en este enlace), especialmente ahora que nos acercamos a la contienda electoral.
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