La palabra “consejo” proviene del latín consilium que significa deliberar una idea y es así como los latinoamericanos nos acostumbramos a dar y recibir consejos con tanta naturalidad. Sin embargo, hay culturas en donde los consejos no solicitados pueden ser ofensivos. En otras regiones del mundo quizá sean menos perceptivos a los consejos. Lo que tiene que ver con la reactancia psicológica y la relación con los demás a través del diálogo.

Una conversación puede que fluya, se resiste o incluso genere un conflicto y dé como resultado una reacción emocional negativa o una carga sensitiva culturalmente hablando; ya que amenaza con la autonomía y las libertades de la conducta.

Hace pocos días se publicó un artículo muy interesante en el New York Times sobre dar consejos y de como esto puede hacer sentir a alguien poderoso, útil e incluso generoso, pero los consejos no solicitados pueden ser contraproducentes:

Las investigaciones sugieren que cuando damos consejos, a menudo están sesgados hacia nuestras propias experiencias. Compartimos ideas que nos parecería útiles, pero que podrían no ser tan relevantes para la otra persona”.

En años más recientes la antropología psicológica ha ofrecido más posibilidades de estudio para determinar reacciones psicológicas en los individuos y en la psique humana dentro de una cultura específica. Es muy importante ser consciente de nuestros comportamientos culturales ya que nuestras conexiones con los demás son la base para una sociedad armoniosa. Construir relaciones con personas de otros bagajes culturales es vital para formar comunidades diversas que sean suficientemente democráticas para alcanzar objetivos elocuentes.

En otra publicación más reciente Por qué tu cuñado no puede dejar de opinar: esto es lo que revela la neurociencia” menciona que “siempre hay “aconsejólogos” dispuestos a regalarnos su sabiduría, personas que dan opiniones sin que se las pidan, a veces volviéndose invasivas u ofensivas". Y llama la atención como “la recepción de consejos no solicitados suele ser negativa: las personas los perciben intrusivos, irritantes y desalentadores. Minan la autonomía percibida, tiñen la interacción de un cariz crítico, e incluso pueden afectar la autoestima y el clima relacional. Aunque vengan con la etiqueta de “quiero ayudarte”, frecuentemente producen el efecto contrario: desconexión, rechazo y malestar en quien los escucha”.

Este mismo artículo hace referencia a un estudio publicado en Psychological Science, en el cual se examinó el impacto de recibir lo que denominaron “consejos no responsivos”, es decir, no solicitados en mujeres, dado que este tipo de interacción suele relacionarse con el fenómeno del mansplaining. “Los resultados fueron reveladores: las mujeres reportaron sentirse menos respetadas, menos poderosas, menos confiadas y con una autoimagen disminuida después de recibir este tipo de consejos no pedidos, especialmente en comparación con una interacción donde la otra persona simplemente hacía preguntas abiertas y escuchaba. En entornos laborales, por ejemplo, se ha observado que las víctimas frecuentes de mansplaining llegan a hablar menos en reuniones y a sentirse menos pertenecientes al equipo, mostrando incluso menor satisfacción laboral y más deseos de renunciar. Ser constantemente “corregido” o subestimado puede llevar a la persona a internalizar la idea de que su voz vale menos, que siempre habrá alguien pontificando por encima, lo cual es muy dañino emocionalmente”.

Así que la próxima vez que desee dar un consejo, pregúntese primero: "La persona con la que dialogo, realmente, ¿quiere mi consejo?".

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