Es hora de invertir en la salud mental laboral para asegurar el futuro de nuestras organizaciones.
En un entorno laboral cada vez más dinámico y competitivo, las empresas de Costa Rica y el mundo se centran en la eficiencia, la innovación y la consecución de resultados. Sin embargo, bajo este entorno de productividad, emerge una preocupación silenciosa pero poderosa: la sobrecarga mental y la creciente incidencia de factores psicosociales adversos.
Este fenómeno no es solo un asunto de bienestar individual; se ha convertido en un riesgo sistémico que impacta directamente la productividad, la fidelización de talento y, en última instancia, la sostenibilidad de las organizaciones. La fuerza laboral costarricense, inmersa en la globalización y la hiperconectividad, experimenta de primera mano las consecuencias de esta presión constante.
Entonces, ¿qué es la sobrecarga mental y factores psicosociales? Para entender la magnitud del problema, es fundamental definir sus componentes. La sobrecarga mental se refiere a la exigencia cognitiva y emocional excesiva que experimenta un individuo debido a un volumen de trabajo abrumador, la necesidad de procesar grandes cantidades de información rápidamente, la multitarea constante o la toma de decisiones bajo alta presión. No es simplemente tener "mucho trabajo" o la famosa frase de “ponerse la camiseta”; es el punto en que las demandas superan la capacidad de procesamiento del cerebro e incluso limitaciones físicas, generando fatiga, errores y afectando el juicio.
Ahora bien, los factores psicosociales en el entorno laboral son aquellas interacciones entre el trabajo, su medio ambiente, la satisfacción en el trabajo y las condiciones de la organización, y, por otra parte, las capacidades del trabajador, sus necesidades, su cultura y su situación personal fuera del trabajo, que a través de percepciones y experiencias pueden influir en la salud y el rendimiento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) los identifica como condiciones psicológicas y sociales inherentes al entorno laboral que, si no se gestionan adecuadamente, pueden generar estrés, ansiedad, depresión y, en casos extremos, el síndrome de burnout.
Es fundamental comprender que estos factores psicosociales pueden actuar como factores de riesgo o como factores protectores, dependiendo de su gestión:
- Factores de riesgo psicosocial: son las condiciones desfavorables o ausencias que aumentan la probabilidad de efectos negativos en la salud y el bienestar de los trabajadores. En Costa Rica, estos se manifiestan comúnmente en plazos de entrega cada vez más ajustados, jornadas laborales extensas (a menudo por la cultura de "estar siempre disponible"), una difusa línea entre la vida personal y profesional gracias a la tecnología, la falta de autonomía y control sobre el propio trabajo, una comunicación deficiente, la carencia de apoyo social o los conflictos interpersonales.
- Factores protectores psicosociales: son aquellas características del trabajo y del entorno organizacional que promueven el bienestar, la resiliencia y la salud de los colaboradores. Incluyen la claridad en los roles, la autonomía y participación en las decisiones, el apoyo social de compañeros y superiores, un liderazgo empático, el reconocimiento, las oportunidades de desarrollo profesional, y un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal.
Una gestión proactiva de estos elementos es la clave para transitar de un entorno generador de riesgos a uno que active y potencie los factores protectores.
Ignorar la sobrecarga mental y los factores psicosociales tiene un costo elevado. No hablamos solo de cifras de rotación de personal o ausentismo; nos referimos a la pérdida de capital humano valioso que se traduce en:
- Disminución de la productividad y calidad. La fatiga mental reduce la concentración, la creatividad y la capacidad de resolver problemas, lo que lleva a errores, reprocesos y una menor eficiencia general.
- Aumento del ausentismo y presentismo. Los colaboradores se ausentan por enfermedades relacionadas con el estrés o, peor aún, asisten al trabajo físicamente, pero su rendimiento es mínimo (presentismo), lo que genera costos ocultos significativos.
- Mayor rotación de personal. Los entornos laborales tóxicos o sobrecargados se convierten en trampolines para buscar nuevas oportunidades, con los consecuentes gastos en reclutamiento, selección y capacitación de nuevos talentos.
- Riesgos legales y de reputación. En Costa Rica, aunque no existe una ley específica sobre riesgos psicosociales como en otros países, la Ley 9343, Reforma Procesal Laboral, subraya la importancia de un ambiente de trabajo digno y seguro. Las empresas pueden enfrentar demandas relacionadas con el ambiente laboral o daño a la salud de sus empleados, además de un daño irreparable a su marca empleadora.
Como bien señala Idalberto Chiavenato la gestión de personas debe trascender la mera administración de recursos para convertirse en un pilar estratégico que garantice el bienestar integral del capital humano. Solo así se construye una organización verdaderamente resiliente y productiva.
El departamento de Gestión del Talento Humano (o Recursos Humanos) juega un rol fundamental y estratégico en esta tarea:
- Diagnóstico y evaluación continuos. es indispensable implementar herramientas robustas para identificar y medir los riesgos psicosociales. Esto puede incluir encuestas de clima laboral, entrevistas, grupos focales y análisis de datos de ausentismo o rotación. Conocer la realidad permite diseñar intervenciones precisas.
- Cultura organizacional de apoyo. Fomentar un ambiente donde se valore la salud mental, se elimine el estigma y se promueva la comunicación abierta y la empatía. Esto implica capacitar a los líderes para que sean agentes de cambio, capaces de escuchar y apoyar a sus equipos.
- Diseño de puestos de trabajo saludables. Reevaluar las cargas de trabajo, establecer expectativas realistas, promover horarios flexibles o modelos híbridos (cuando sea posible), garantizar tiempos de descanso adecuados y clarificar los roles y responsabilidades. Un trabajo bien diseñado es la primera línea de defensa contra la sobrecarga.
- Promoción del equilibrio vida-trabajo. Impulsar políticas que permitan a los empleados desconectarse y tener tiempo para sus actividades personales y familiares. Esto no es un beneficio, es una necesidad para la recuperación mental.
Ambos conceptos ya no son simplemente temas tabúes ni responsabilidades individuales. Son desafíos estratégicos que demandan una acción colectiva y un liderazgo comprometido. En Costa Rica, donde la competitividad y el bienestar social son pilares, invertir en la salud mental de los trabajadores no es un gasto, es la inversión más inteligente para asegurar una fuerza laboral comprometida, productiva y sostenible.
Las empresas que abracen este reto y transformen sus entornos laborales serán las que no solo retengan a sus mejores talentos, sino que también lideren el camino hacia un futuro laboral más humano y próspero para nuestra sociedad.
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