El empleo es uno de los temas que más nos ocupa, y preocupa, tanto en lo individual como en lo colectivo. Las transformaciones que introduce el desarrollo tecnológico, para beneficio de la productividad y la eficiencia, tienen un impacto importante en los trabajos… unos que desaparecen, otros que se transforman y otros que nacen y requieren nuevas mentalidades.
Los cambios en el empleo avanzan demasiado rápido y el re-entrenamiento (reskilling) toma tiempo, lo sabemos. Según una encuesta llevada a cabo por Manpower Costa Rica en 2023, el 70% de los empleadores reportan dificultad para encontrar el talento que necesitan. Por otra parte, el informe sobre el Futuro de los Empleos del Foro Económico Mundial (FEM), indica que para el 2025 el 50% de todos los colaboradores en el planeta necesitarán Reskilling.
Todos estamos haciendo lo que podemos para estar al día, para adaptarnos y aprender constantemente. Ciertamente, tenemos enorme capacidad ello. Los seres humanos estamos programados para aprender a gran velocidad, somos el ser con mayor capacidad cognitiva y de adaptación del planeta. Por eso, hablar de escasez de talento es no entender bien el problema que enfrentamos. Talento hay, múltiple, abundante. Es más, cada uno de nosotros es una fuente constante, renovable, sostenible, de talentos múltiples. Ya lo demostró Howard Gardner con su Teoría de las Inteligencias Múltiples (1983), la cual ha tenido un importante impacto en los paradigmas educativos desde entonces.
El problema no es la escasez, es el mal manejo. El talento es abundante y cuando cada uno de nosotros lo descubre y aprende a optimizar el suyo propio, comprende que los pensamientos limitantes se borran y aumentan exponencialmente las posibilidades de que mi trabajo, aquello a lo que me dedico, no solamente sea brete, sino que sea espacio de realización personal y de contribución a mi comunidad.
Se le atribuye a Confucio esta frase que es una máxima de vida, “haz lo que amas y no trabajarás un solo día en la vida”. Ahora imaginemos una sociedad de personas que hacen lo que aman, que colaboran, respetan la diversidad de sus talentos y optimizan las sinergias entre sí. Esa es, en esencia, la buena gestión del talento. Esa es, sin duda, la base para la activación económica de un país y el sustrato de la paz social.
Cuando hay empleo y, además, ese empleo es vehículo para la felicidad y el lazo social, las comunidades prosperan. La tarea es lograr una mejor gestión del talento; del propio y del que conforma las organizaciones y la sociedad. Todo lo que hagamos para avanzar en esta ruta es necesario para asegurar el principal recurso renovable de la humanidad, el talento humano y su magnífica diversidad.
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