La situación en Gaza es trágica. La población sufre y no se puede negar: hay hambre, hay destrucción, hay muerte. Pero más allá de las imágenes impactantes que circulan a diario en los medios y redes sociales, es necesario preguntarse: ¿quién es el verdadero responsable de este desastre humanitario?

Muchos apuntan con facilidad a Israel, pero la raíz del sufrimiento del pueblo palestino tiene un nombre claro: Hamás.

Hamás ha convertido a la población de Gaza en rehén de su proyecto terrorista. Hambrea deliberadamente a su propia gente, secuestra el 90% de la ayuda humanitaria que llega de organizaciones internacionales, cuyo responsable de la distribución es la ONU.

Se ha documentado en estos días la cantidad equivalente a 950 camiones en el lado gazatí de la frontera, que esperan desde hace meses a ser repartidos. La ONU alega que no ha podido hacerlo debido a consideraciones logísticas y de seguridad, lo cual nos lleva a la responsabilidad de Hamás, quien después de robar la ayuda humanitaria para sus milicias, vende un enorme excedente a precios exorbitantes.

En otras palabras, chantajea con la comida, utiliza el hambre como herramienta de reclutamiento de niños y jóvenes para combatir y controlar, además de enriquecerse ilícitamente para financiar sus actividades terroristas. Incluso los palestinos que acuden a recibir ayuda del “Gaza Humanitarian Foundation”, GHF (organización privada americana/israelí que ha repartido más de 90 millones de comidas en 2 meses), han sido víctimas fatales, por el simple hecho de intentar sobrevivir fuera del control de Hamás, pero no por disparos israelíes como quieren hacer creer.

Más aun, la perversidad no termina ahí. Hamás se esconde en túneles subterráneos, mientras obliga a su población a permanecer en zonas de combate, aun cuando Israel emite advertencias de bombardeo para minimizar víctimas civiles. Usan escuelas, hospitales, mezquitas e incluso casas particulares como bases militares, violando abiertamente el derecho internacional y exponiendo deliberadamente a los civiles como escudos humanos. En este contexto, es imposible no reconocer el carácter cruel y cínico de esta organización, que mantiene aún, en sus túneles, a 50 secuestrados israelíes hasta el día de hoy.

¿Israel comete errores? Por supuesto. En toda guerra hay fallos, tragedias y decisiones difíciles. Pero Israel lucha contra un enemigo que no solo desprecia la vida del adversario, sino también la de su propia gente. Israel NO lucha contra el pueblo palestino, se defiende de quien  inició una guerra que Israel no quería ni buscó; y pretende eliminar la amenaza que representa una organización terrorista como Hamás, que se esconde entre su propia población y que amenaza la existencia de Israel desde que ésta se retiró completamente de la Franja de Gaza en 2005, cuando Hamas tomó el control de la franja y se dedicó a crear una infraestructura de guerra, disparando durante 20 años más de 20,000 misiles y cohetes hacia poblaciones civiles de Israel. Ningún país soportaría sin reaccionar, ni la centésima parte de lo que Israel ha soportado.

Hamás explícitamente pregona (incluso en su carta constitutiva) la destrucción de Israel y la aniquilación del pueblo judío. Hamás no busca una solución pacífica y menos la solución de dos estados: su objetivo es constituir un califato en toda la palestina histórica con la ley de la sharía; y para ello declara la eliminación de todo un estado y una nación, lo cual es claramente un genocidio; y para lo cual no escatima recursos ni esfuerzos, incluso la muerte de civiles inocentes, que utiliza de manera perversa como una estrategia propagandística, para desprestigiar a Israel y ponerla en contra de la opinión pública.

Irán, la verdadera “cabeza de la serpiente” de la región, amenaza desde hace años constantemente con la destrucción de Israel, al igual que sus aliados Hamás (Gaza), Hizbollah (Líbano), Hutíes (Yemen), grupos yihadistas en Cisjordania, Siria e Irak, a quienes apoya, financia y arma para dicho propósito. Israel en dos platos, además de librar una guerra frontal con Hamás, enfrenta a enemigos en 7 frentes distintos, quienes representan una amenaza a su existencia.

La guerra con Hamas estalló con el brutal ataque del 7 de octubre de 2023, cuando terroristas de esta agrupación ingresaron a territorio soberano israelí y asesinaron de las formas más atroces a más de 1.200 personas, secuestrando además a otras 251, incluyendo mujeres, ancianos, niños e incluso bebés. Fue una masacre planificada con un propósito genocida. Israel, desde entonces, combate para eliminar a Hamas, rescatar a los 50 secuestrados que aun quedan y restaurar la seguridad de su población.

Israel es la punta de lanza en la lucha de occidente contra el islam radical, que pretende el sometimiento y la aniquilación de la cultura judeo-cristiana, cuyos efectos vemos ya en la inmigración descontrolada en Europa y la penetración en universidades y múltiples organizaciones e instituciones de Estados Unidos, Europa y América latina.

Sí, en Gaza muere mucha gente. Es una guerra. Pero no se puede confundir la causa con la consecuencia, ni al agresor con quien responde y se defiende. La verdadera tragedia de Gaza y del pueblo palestino no se llama Israel. Se llaman Hamás y el yihadismo islámico.

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