El reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre la economía costarricense ha puesto en evidencia una problemática que no puede seguir siendo ignorada: la participación de las mujeres en la fuerza laboral de Costa Rica no solo está por debajo de la de los hombres, sino que también se encuentra rezagada en comparación con otros países de la OCDE y pares regionales. 

Lo más preocupante es que, en lugar de avanzar hacia una mayor inclusión laboral femenina, el país ha retrocedido. En 2024, la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo es del 44,1%, una cifra significativamente menor al 50,6% registrado en 2019, antes de la pandemia. Este descenso se ha observado en todas las estructuras de edad, lo que refleja un problema estructural que requiere atención inmediata.

Las barreras que enfrentan las mujeres

El informe de la OCDE identifica los factores clave que limitan la participación de las mujeres en el mundo laboral costarricense:

Responsabilidades de cuidado doméstico. Las tareas de cuidado recaen desproporcionadamente sobre las mujeres, especialmente aquellas de menores ingresos, lo que les impide integrarse plenamente al mercado laboral.

Falta de acceso a educación y cuidado de la primera infancia. Solo el 7% de los niños entre 0 y 2 años están inscritos en instituciones de educación y cuidado temprano, lo que limita las oportunidades de las madres para trabajar. Actualmente, la red de educación temprana en Costa Rica solo cubre al 40% de las familias en condición de pobreza, lo que deja a miles de mujeres sin opciones para conciliar el trabajo y el cuidado de sus hijos.

Recomendaciones de la OCDE y una perspectiva socialcristiana

La OCDE ha recomendado aumentar el acceso a servicios de educación temprana y cuidado de la primera infancia de calidad, con especial atención a los hogares en condición de pobreza. Para lograrlo, sugiere dos medidas concretas: primero, utilizar mecanismos de copago para ampliar la cobertura, incluso con recursos fiscales limitados; y, segundo, reformar el sistema actual, que se encuentra fragmentado y con funciones poco claras.

Desde una perspectiva socialcristiana, estas recomendaciones no son solo acertadas, sino también urgentes. Sin igualdad en el cuido, no puede haber igualdad en la sociedad costarricense. Es imperativo universalizar la Red de Cuido para garantizar que todas las mujeres, especialmente aquellas en hogares pobres, tengan la oportunidad de integrarse al mercado laboral. Actualmente, el 90% de las mujeres en hogares pobres están fuera de la fuerza laboral porque el sistema les ha dejado toda la carga del cuido. Esta situación no solo perpetúa la desigualdad de género, sino que también priva al país de talento, oportunidades y justicia social.

Un llamado a la acción: Universalizar la Red de Cuido

La universalización de la Red de Cuido no puede esperar. Como país, debemos proponernos metas claras y alcanzables:

  • Cobertura garantizada para todas las mujeres: Facilitar el acceso al empleo mediante servicios de cuidado accesibles y de calidad.
  • Acceso en todos los cantones: Asegurar que la Red de Cuido esté disponible en todas las regiones del país, en particular en las zonas con mayor incidencia de pobreza.
  • Ampliación de horarios: Adaptar los servicios a las necesidades de las madres trabajadoras, ofreciendo horarios extendidos y flexibles.

Conclusión: Una reforma social impostergable

Universalizar la Red de Cuido no es solo una medida necesaria para avanzar hacia la igualdad de género; es la gran reforma social de nuestros tiempos que permitirá a las mujeres costarricenses salir adelante y contribuir plenamente al desarrollo del país. La incorporación de decenas de miles de mujeres a la fuerza laboral constituirá un enorme estímulo a la economía equivalente a 4,7% del PIB en 10 años, según la OCDE. Brindémosles a las mujeres las oportunidades que merecen y rompamos, de una vez por todas, el círculo de la pobreza. Costa Rica no puede permitirse seguir perdiendo talento y potencial. 

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