En estos días, a punto de concluir el mes de marzo, mes en el que se conmemora y visibiliza la lucha histórica por la equidad de género, la igualdad de derechos, la eliminación de la violencia y la discriminación en contra de la mujer, debemos tener presente que aún nos queda mucho camino por recorrer como sociedad, para acercarnos a esa meta, donde el hombre y la mujer sean vistos en igualdad de condiciones. 

Para nadie es un secreto que, en el ámbito laboral, la igualdad de oportunidades entre ambos géneros  presenta una brecha importante: a pesar de los esfuerzos, se mantienen –como una constante– los retos que toda mujer debe enfrentar al momento de participar por un puesto de trabajo; en caso de que lo consiga, en muchas ocasiones, debe mantenerse alerta y eventualmente a la defensiva, para conservar su trabajo, asegurarse un salario equitativo, acceso igualitario a oportunidades de crecer dentro de la organización y, por supuesto, ganarse el respeto de las demás personas que integran la organización, lo cual no viene implícito por el simple hecho de ser mujer. 

Los desafíos laborales que enfrenta una mujer al iniciar su vida como trabajadora son múltiples; trabajar por erradicarlos o al menos disminuirlos en los centros de trabajo es una tarea de todos. A pesar de los esfuerzos y movimientos que, como parte de nuestra asesoría laboral, hemos logrado visualizar en muchas organizaciones, aún se mantienen desafíos persistentes de los cuales resulta importante mencionar y visualizar: 

  • Brecha salarial de género: en Costa Rica, la brecha salarial de género es la cuarta más baja de Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pues actualmente las mujeres de nuestro país perciben un 4,2% menos ingresos de los hombres. A pesar de ser una realidad mucho más positiva que la de otros países miembros de la Organización, lo cierto es que la desigualdad aún se mantiene, y esa diferencia demuestra que las mujeres trabajadoras se ven en la obligación de asegurarse que el salario que perciben, sea el mismo que el trabajador y compañero de su departamento, aunque tanto la Constitución Política en su artículo 57 como el Código de Trabajo en su artículo 167 hablen sobre la igualdad salarial en igual desempeño, puesto, jornada y condiciones de eficiencia.
  • Techos de cristal: la falta de apoyo y mentoría a las mujeres son una deficiencia que actualmente enfrentan muchas organizaciones. Histórica y culturalmente, los hombres en puestos directivos o gerenciales suelen preferir a otros hombres, lo que en muchas ocasiones significa que las mujeres suelen ser segregadas a puestos o funciones de apoyo administrativo. Dependiendo de las circunstancias, las mujeres suelen ser evaluadas de manera menos favorable que los hombres, especialmente aquellas mujeres que cumplen el rol de trabajadoras y madres en la sociedad, pues se tiene un sesgo errado de que la mujer que asume esa “doble responsabilidad” será menos eficiente en su trabajo y, por ende, las oportunidades de crecimiento se verán limitadas. 
  • “Dobles jornadas”: culturalmente, las mujeres han sido categorizadas como las encargadas del hogar, debiendo no solo asumir de forma eficiente sus funciones y responsabilidades en el centro de trabajo, sino que también deben hacerlo de la misma forma en su casa y con su familia; por lo que, en muchas realidades actuales, las mujeres deben distribuir su tiempo, de tal manera que la carga en casa suele ser igual o mucho más pesada que la carga laboral, en el tanto no cuentan con el apoyo suficiente para distribuir las tareas del hogar de forma equitativa, lo que eventualmente también representa una limitante para que las mujeres avancen y busquen mejores oportunidades laborales o de ascenso, al no existir un apoyo firme y constante desde el hogar. 
  • Acoso y discriminación: un simple comentario con doble sentido; un chiste inofensivo; no permitir que una mujer brinde su opinión; invisibilizar a la mujer en una reunión, no tomar en cuenta su opinión o darle menos valor por ser madre son algunas de las situaciones que las mujeres enfrentan a diario en los centros de trabajo, las cuales evidencian tratos discriminatorios, algunas veces de forma evidente y, en otras ocasiones, en situaciones o actos solapados, que precisamente tratan de crear una cortina de humo en perjuicio de las trabajadoras. Lo mismo sucede con el acoso, el cual puede ser sexual o laboral. Si bien las empresas establecen sus protocolos y políticas de atención para la tramitación de denuncias para ambos géneros, en la práctica usualmente vemos que la mayor parte de los casos que se atienden suelen ser de mujeres que, en algún momento de su relación laboral, llegaron a sentirse acosadas sexualmente por un compañero de trabajo o su jefatura, o en su caso, se les acosó laboralmente, siendo su única opción renunciar a la organización. 

A pesar de los obstáculos actuales, también debemos reconocer los esfuerzos en los cuales participan muchas organizaciones, centros de trabajo e instituciones públicas, que buscan precisamente concientizar, informar, y erradicar la discriminación por género, a través de políticas, comités, movimientos y redes de apoyo, y su efectiva aplicación en la práctica, lo que les ha permitido a muchas mujeres laborar en ambientes libres de conductas discriminatorias y violencia, y así avanzar dentro de la organización como mentoras, ejemplo y reflejo para otras colaboradoras que recién inician su camino laboral. 

A pesar de los esfuerzos y pequeños avances, desde el punto de vista legal, aún queda mucho camino por recorrer en lo relativo a erradicar la discriminación en contra de las mujeres, pues aún con los fueros de protección; el fortalecimiento de los órganos correspondientes para fiscalizar e identificar empresas donde se cometan actos de acoso; los espacios para asegurar una lactancia materna y los ambientes libres de violencia de género y/o acoso sexual, los sesgos históricos y culturales siguen presentes. Si bien, la sociedad avanza y las nuevas generaciones también lo hacen con una corriente de pensamiento diferente, esto necesita verse apoyado e impulsado a través de la legislación, por lo que el trabajo desde este punto de vista, aún se encuentra en construcción. 

La lucha por asegurarnos y asegurarles a las futuras mujeres trabajadoras el acceso a puestos en igualdad de condiciones continúa y debe ser un esfuerzo en conjunto tanto de hombre como mujeres, un esfuerzo que no solo debe verse reflejado durante el mes de marzo, sino durante el transcurso del año completo. 

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