Un cambio de legislación sólo puede darse con un cambio de mentalidad. Se cambian las mentes, después las leyes. Costa Rica llegó 30 años tarde a la discusión de la descriminalización del cannabis. Pero bueno, ya finalmente hay un marco regulatorio. 

Ahora Costa Rica ha empezado a atraer la inversión de hoteles conocidos como retreat centers, los cuales realizan tratamientos con plantas estupefacientes como ayahuasca, iboga y psilocibina. Estas plantas se utilizan, mediante ayuda de meditación o ayuno, especialmente para el tratamiento de trastornos mentales o adicciones severas. En algunos casos, la investigación formal de estas sustancias es incipiente, aunque culturalmente sean prácticas y rituales que provienen de culturas ancestrales. Algunas de estas plantas no se encuentran reguladas en las listas restringidas de las convenciones internacionales que ha ratificado Costa Rica, lo cual produce una confusión legal en las autoridades costarricenses que regulan la materia. Mientras que las leyes contra las drogas de los años setenta imponen leyes severas y penas no negociables dentro del marco de la guerra contra las drogas, otras sustancias -que al final son plantas-, parecen no estar reguladas. Esto le genera una duda existencial con gran polaridad a las autoridades. Hablan de que hay un “vacío legal”. Pero en realidad este no existe. De acuerdo con la Constitución: si no están prohibidas, están permitidas. No hay tal vacío. Esto lo que implica es que ellos quisieran que pudieran penalizarse, o tienen el sentido o la noción de la necesidad de hacerlo, pero el marco legal no lo permite expresamente. Eso es diferente.

Miles de personas mueren en Mesoamérica en circunstancias de adicción o desolación a causa de la guerra contra las drogas, o en hospitales alrededor del mundo. Especialmente en Costa Rica, la violencia a causa de la guerra contra las drogas tiene secuestrado el desarrollo social del país. Pero una muerte accidental reciente en uno de estos hoteles de lujo ha desatado una reacción de polémica, espanto y morbo en la prensa local. Cuando una persona muere por una adicción a las drogas en una pensión o cuartería en San José, o cuando una persona se recupera de su adicción o enfermedad mental en un hospital o fuera de él, el hecho pasa desapercibido y sin el foco de atención que sí despierta un caso llevado a cabo mediante un ritual turístico en un hotel en la zona costera. Aquí hay un fenómeno sociológico que debe revisarse con cuidado. Especialmente porque el uso médico de plantas medicinales abre un mercado para que Costa Rica se posicione como un lugar de investigación, análisis y desarrollo del turismo médico y la investigación científica en ese sector, en vez de simplemente reaccionar con miedo y prejuicio a lo desconocido simplemente por el hecho de serlo. Digo esto porque una parte de la prensa, siendo el sector más burgués, tradicional y capitalista, pero a la vez el más empresarial y emprendedor de Costa Rica, sorprendentemente ha decidido abordar el tema con la seriedad de una quema de brujas, en vez de abordarlo como una oportunidad de negocios que a su vez abre un mercado y una posibilidad de generar una economía y un mercado estable para nuestro país.

Aunque en Costa Rica el uso de plantas ancestrales pareciera una novedad, en otras latitudes (especialmente latinoamericanas), la experiencia de regulación e investigación científica se encuentra más encaminada. En Perú, por ejemplo, la planta medicina fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación hace casi una década. No se puede separar las cualidades medicinales de la planta de su contexto histórico, indígena y cultural. No se trata de prolongar o facilitar un contexto de apropiación cultural y erradicación de saberes culturales ancestrales. Esto es importante porque tal y como lo aclara Anna Lembke en “Dopamine Nation”, las adicciones son algo que tienen que ver con nuestras ansiedades y represiones. Si la sociedad facilita un contexto social narcisista, ansioso y consumista, ninguna planta va a ser el remedio mágico contra los hábitos tóxicos ya normalizados de un país entero, sumido en la adición a las armas, a los juegos de azar, a las redes sociales, a la pornografía, a los opioides, las drogas sintéticas o cualquiera que sea la forma en la que ha encontrado liberar esa represión y esa ansiedad. Es importante cuestionarnos y poner en discusión en nuestro entorno, cúal es el concepto de inteligencia y seres humanos que deseamos, y cómo podemos hacer para descubrir nuevas formas de humanizarnos y aprender de los trastornos psíquicos para poder superarlos, entenderlos y quitarles el velo del tabú y del miedo. Porque la inteligencia es un concepto elaborado por mentes humanas, y por lo tanto adolece de los defectos y omisiones de estas. Es importante en Costa Rica, que tanto las autoridades de gobierno, como la prensa y la sociedad en general, conduzcan un debate serio y profundo sobre estas tendencias turísticas, económicas y sociales, y no que reaccione con prejuicios, odio e ignorancia a algo que finalmente le podría beneficiar a gran escala a un mediano o largo plazo a nuestras poblaciones más necesitadas no de guerras y de operativos policiales, sino de trabajo, educación y salud. 

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