Robert Eggers, pone la discusión sobre la mesa este mes de diciembre: Nosferatu como película navideña ¿sí o no?
¿Puede un vampiro formar parte de la celebración más alegre del año?
Es un debate más complejo que el generado hace años con Die Hard, y eso que Die Hard, parecía muy navideña: árboles con adornos, luces rutilantes y la recurrente mención a los regalos y las cenas familiares (en aquella ocasión, fue el protagonista de la película, Bruce Willis, el que zanjó el asunto: no es una película navideña, y si está en desacuerdo se arregla con él -eso sí, la expresión con que lo dijo no daba mucho margen de negociación-).
Nosferatu, por su parte, no tiene esos decorados festivos, sino espectros, noche lóbrega, sueños alterados por pesadillas -profusa sudoración incluida-, efluvios, sanguinolencia; y nada de eso huele a Navidad… ¿o sí?
Bueno, pero los mismos elementos están en uno de los relatos más representativos de la fecha: A Christmas Carol. La historia del avaro Scrooge no está exenta de fantasmas, además se ambienta en una noche sombría, incluye sueños sudorosos y sanguinolencia (dice el texto: “Scrooge sintió escalofríos y sudores de muerte”). Desde esa perspectiva deberíamos darle un punto a Nosferatu dentro de la lista navideña. Porque lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa.
Y, aunque no es común que Nosferatu sea considerado dentro de los relatos navideños, Eggers está estrenando el 25 de diciembre y claramente no es una fecha aleatoria.
El trabajo de Eggers en un remake que esperó más de cien años, la película Nosferatu original, dirigida por Murnau se estrenó en 1922 (Nosferatu, una sinfonía de horror). Pero para un vampiro cien años es solo una noche corta, para un chupasangre inmortal hay -literalmente- más tiempo que vida.
Y si el tema de un monstruo lleno de maldad insaciable nos resulta alejado de las festividades navideñas, pues igual tenemos al Grinch. La semejanza entre el Grinch y el vampiro Orlok es enorme: ambos viven alejados en una vieja mansión o castillo en una colina, ambos son temidos por los habitantes de la pequeña ciudad que está al pie de esa loma donde habitan, las incursiones que realizan a las moradas de los temerosos aldeanos ocurren por la noche, no tienen corazón o lo tienen casi seco, etc.
Podríamos vernos tentados a excluir Nosferatu de la Navidad por su oscuridad psicológica, pero sería injusto. Una de las películas que son must en esta época es Home Alone, y esa, incluso en el su afiche publicitario alude a los rincones complejos de la psique y claramente está inspirado en la pintura El grito de Edvard Munch. Una de las obras plásticas que mejor representa la ansiedad y la alteración psicológica.
Si pensamos que Nosferatu no cabe en la Navidad por unos ratones corriendo desbandados en medio de la noche ¿cómo aceptamos la misma desbandada de ratones en El cascanueces?
Ahora, por otra parte, la profanación de tumbas, y de cuerpos, el marcado erotismo, la violencia de las imágenes… pues sí, ya así está más difícil verlo como algo navideño. Pero bueno, con eso de los solsticios y las noches largas. ¿No se la podemos dar a Nosferatu?
Finalmente, sobre la propuesta de Eggers, hay que destacar que, Bill Skarsgård, Emma Corrin, Nicholas Hoult, Lily-Rose Depp y Willem Dafoe hacen que -Navidad aparte- sea una película digna de verse.
Tenemos, pues, un texto gótico, una película negra y un director aficionado al ocultismo. Esta va a ser una Navidad diferente, y promete que la Nochebuena va a extenderse en una oscuridad sin fin.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.