Por Arianna Ortiz Solano - Estudiante de la carrera de Psicología

Recuerdo con claridad mi primer día en el colegio. Sentía una combinación de miedo, felicidad, incertidumbre y ansiedad. El aula estaba ubicada en el lado derecho de un largo pasillo; nos recibió la profesora de ciencias y cada persona se sentó en el pupitre que quiso. Durante los cinco años siguientes, me enfrenté al estrés que me provocaban los exámenes escritos, al esfuerzo por memorizar cuestionarios con más de 50 preguntas y a trabajos individuales extracurriculares que ameritan una inversión importante de tiempo después de clases.

En el marco de la modalidad educativa virtual y bajo el modelo constructivista, mi experiencia en el colegio hubiera sido muy distinta. Estas diferencias no solo hacen referencia al ámbito académico, sino a la vivencia integral que acompaña el aprendizaje en los seres humanos. Desarrollar espacios educativos que superen el modelo tradicional es imperativo en la coyuntura actual y más aun cuando la virtualidad está cobrando cada vez más fuerza.

El modelo constructivista considera que el conocimiento es una construcción de las personas, ya que cada una percibe la realidad, la organiza y le da sentido en forma de constructos, gracias a la actividad de su sistema nervioso central, lo que contribuye a la edificación de un todo coherente que da sentido y unicidad a la realidad (Ortiz, 2015, p. 96). Esto se traduce en construcciones individuales y colectivas que surgen a partir del contexto particular en el que se desarrolla el ser humano.

Uno de los principales aspectos que distingue al constructivismo frente a modelos tradicionales es el acento en los proyectos pedagógicos. De acuerdo con Arias (2017), “deben tener un carácter flexible, por lo que docentes y estudiantes consensúan propuestas variadas, innovadoras y significativas” (p. 53). Por lo tanto, se elaboran entre la comunidad estudiantil, promoviendo el aprendizaje colaborativo, el pensamiento creativo y la reflexión crítica, que permiten a su vez trascender el espacio del aula y posicionarse en la vida cotidiana.

Ahora bien, ¿cómo poner en práctica este modelo en el marco de la educación virtual? La clave se encuentra en la selección de los recursos y técnicas. Actualmente existen una serie de herramientas digitales y colaborativas así como juegos que fomentan la interacción entre los estudiantes y la construcción conjunta del conocimiento. Por ejemplo, Kahoot, Miró y Mentimeter son tres opciones gratuitas y de fácil acceso para los docentes y estudiantes. Cabe destacar que la herramienta por sí misma no es buena ni mala, todo dependerá del uso que se le dé en el proceso.

En esta misma línea, la evaluación del aprendizaje se puede realizar a través de procesos de autoevaluación, coevaluación y heteroevaluación que fomenten la reflexión personal, la vinculación entre pares y la realimentación de la persona facilitadora. Lejos de enfatizar en la evaluación sumativa, el constructivismo prioriza la importancia de la evaluación diagnóstica y formativa. Se trata, entonces, de darle más valor al proceso y no solo al resultado.

Es así como la elección de recursos y la evaluación forman parte de la promoción de un modelo de aprendizaje que potencie las fortalezas, acompañe en las áreas que representan una oportunidad de mejora y finalmente contribuya con su crecimiento personal. Es necesario que el espacio educativo recuerde constantemente que el aprendizaje en el aula física o virtual debe ser coherente con la cotidianidad de las personas. Debe ir de la mano con lo que sucede en el afuera y traspasar las fronteras del aula. Para ello, los estudiantes asumen un papel protagónico en su experiencia de aprendizaje con responsabilidad, compromiso y motivación.

Idealmente, todo esto debería estar ocurriendo en este momento. En cada rincón educativo, en cada mesa de trabajo, en cada uno de los diálogos de planificación. La pandemia producto de la COVID-19 vino a reforzar la importancia de la alianza entre el aprendizaje virtual y el modelo constructivista. Toda crisis representa una oportunidad y hoy está abierta la puerta para ingresar, construir y aprender.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
  • Arias, L. (2017). El aprendizaje por proyectos: una experiencia pedagógica para la construcción de espacios de aprendizaje dentro y fuera del aula. Revista Ensayos Pedagógicos, XII(1), 51-68.
  • Ortiz. D. (2015). El constructivismo como teoría y método de enseñanza. Sophia, Colección de Filosofía de la Educación, 19, 93-110.