Por Jimena Córdoba Mesén - Estudiante de la carrera de Ingeniería Biomédica
¿Alguna vez se ha preguntado cuántas horas por día pasa utilizando su teléfono celular?, o ¿cuánta relevancia tiene este dispositivo en su vida diaria? Los teléfonos inteligentes son la invención tecnológica más usada actualmente; estos aparatos electrónicos facilitan nuestra vida con tan solo dar un clic. El acceso a teléfonos inteligentes ha reinventado por completo la forma en que buscamos información, consumimos medios de entretenimiento y administramos nuestras conexiones en línea. Estos dispositivos han beneficiado nuestra vida durante años; sin embargo, nunca nos hemos puesto a pensar en cómo nos impacta el hecho de pasar horas en “línea". Investigaciones han demostrado que el cerebro es maleable a las demandas y estímulos ambientales, tales como radiaciones electromagnéticas, debido a su capacidad de neuroplasticidad (Garcés y Suárez, 2014). El uso de un teléfono inteligente nos hace estar en una constante exposición a radiaciones electromagnéticas, que a gran escala pueden causar cambios en la estructura y función del cerebro, por lo tanto, no deberíamos ser prisioneros de estos dispositivos durante periodos de tiempo muy prolongados (Firth et al., 2019).
Todos los días estamos expuestos a campos electromagnéticos de radiofrecuencia que ocupan un rango de entre 10 MHz y 300 GHz de frecuencia, que son emitidos por teléfonos celulares, antenas de radio y microondas, entre otros. La fuerza de este campo eléctrico depende del voltaje y de la distancia de la fuente generadora. Al igual que los campos eléctricos, los magnéticos son más fuertes en la fuente de origen, y disminuyen rápidamente con la distancia. Una radiación parcial produce una elevación de temperatura en la zona irradiada, lo que pondrá en función los mecanismos de restablecimiento del equilibrio térmico, aunque para que se produzca una lesión se necesita que sea durante un tiempo prolongado y sobre tejidos muy sensibles a la temperatura, por lo que estar mucho tiempo expuestos a estas radiaciones puede perjudicar nuestra salud (Ramírez, 2013).
Estas radiaciones pueden provocar efectos térmicos, que generan rotaciones en las moléculas polares; estos son más significativos en los niños, ya que tienen más agua en el cerebro en comparación con los adultos. Luego están los efectos no térmicos, que se producen a largo plazo, y que son efectos bioquímicos y electrofísicos, cuya consecuencia es que pueden actuar sobre el sistema nervioso central, el sistema inmunológico y el metabolismo; y afectar factores hereditarios. Cuando existe radiación de radiofrecuencia también se pueden generar efectos fisiológicos importantes, como alteraciones de la permeabilidad de la barrera sangre-cerebro, en el control del flujo de Ca y en la producción de la enzima ornitina decarboxilasa, la cual es una función fundamental de la barrera hematoencefálica en la actividad cerebral. La radiación a la que nos exponemos también puede tener secuelas neurológicas y epidemiológicas, como el desarrollo de tumores a largo plazo; y secuelas cognitivas, como la pérdida de memoria a una edad temprana (Ponce et al., 2014).
Cada día se crean nuevas tecnologías con el fin de facilitarnos las tareas diarias que debemos hacer. Con la invención más reciente de los teléfonos inteligentes, el acceso a internet se ha vuelto portátil y omnipresente hasta el punto en que la población del mundo desarrollado puede considerarse "en línea" en todo momento, y con tan solo un clic se puede tener una respuesta inmediata (Firth et al., 2019). Es inevitable no utilizar un dispositivo inteligente en esta era tan desarrollada, donde la mayoría del tiempo nos comunicamos a través de una pantalla; sin embargo, la dependencia de estos aparatos nos trae secuelas en nuestra salud a largo plazo, debido a que estamos constantemente expuestos a estas radiaciones. Según Hardell et al. (2007), con tan solo una hora de uso de celular diario, el riesgo de padecer un tumor después de diez años aumenta considerablemente, entonces imaginemos los cambios que nos pueden provocar cinco horas diarias a nivel cerebral.
Todos estamos en un contacto directo con dispositivos, pero las secuelas a nivel cerebral se incrementan debido al tiempo de exposición que pasamos usándolos. Las radiaciones parciales provocan un leve aumento de temperatura en la zona irradiada, pero al estar en una constante exposición durante tiempos muy prolongados, se dan efectos térmicos y no térmicos, secuelas neurológicas y epidemiológicas además de incrementar el riesgo de tumores. La Organización Mundial de la Salud aconseja que los niños menores de 16 años, las mujeres embarazadas y quienes padecen enfermedades neurológicas no usen teléfonos celulares, que la duración de las llamadas sea limitada a tres minutos, y que después de hacer una llamada el usuario espere 15 minutos antes de realizar otra. Se recomienda el uso de auriculares y manos libres, y usar mensajes de texto. Mientras más horas pasemos en línea, más secuelas tendremos en el futuro, no seamos prisioneros de la tecnología, mejor desarrollemos nuestra capacidad innata para no depender de la tecnología, sino más bien complementarla a nuestros conocimientos (Ponce et al., 2014).
MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas. Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.
Referencias bibliográficas:
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Firth, J., Torous, J., Stubbs, B., Firth, J., Steiner, G., Smith, L., Jiménez, M., Gleeson, J., Vancampfort, D., Armitage, C., & Sarris, J. (2019). The “online brain”: how the Internet may be changing our cognition. World Psychiatry, 18(2), 119-120. https://doi.org/10.1002/wps.20617
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Garcés, M. y Suárez, J. (2014). Neuroplasticidad: aspectos bioquímicos y neurofisiológicos. Revista CES Medicina, 28(1), 119-121. http://www.scielo.org.co/pdf/cesm/v28n1/v28n1a10.pdf
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Hardell, L., Carlberg, M., Söderqvist, F., Hansson, K., & Morgan, L. (2007). Long-term use of cellular phones and brain tumors: Increased risk associated with use for ≥10 years. Occupational & Environmental Medicine, 64(9). https://oem.bmj.com/content/64/9/626
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Ponce, E., Ponce, D. y Andresen, M. (2014). Efectos neurológicos por teléfonos celulares: Revisión bibliográfica y modelos matemáticos. Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal, 39(12), 1-4. https://www.redalyc.org/pdf/339/33932786003.pdf
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Ramírez, R. (2013). Posibles efectos provenientes del uso excesivo de la comunicación inalámbrica. Revista Iberoamericana de las Ciencias de la Salud, 2(4), 2-7. file:///C:/Users/50660/Downloads/Dialnet-PosiblesEfectosProvenientesDelUsoExcesivoDeLaComun-5045745.pdf