Por Keith Mora Prado – Estudiante de la carrera de Economía
Las familias costarricenses han alcanzado en los últimos años un nivel alarmante de endeudamiento. Dado el panorama, el gobierno de Costa Rica y las entidades financieras ahondaron en el problema buscando amparar y proteger los ingresos de los ciudadanos a través de estrategias financieras que ofrezcan libertad de deuda.
Algunos de los programas ofrecidos por la banca para apoyar la crisis financiera de muchos costarricenses es la Restructuración de deudas, cuya estrategia une las diferentes deudas de un individuo en una sola, con una atractiva tasa de interés y un mejor plazo de cancelación. Sin embargo, aunque este plan lleva algunos años en el sistema financiero de los bancos, son pocos los ticos que han logrado disminuir las deudas, dado que los resultados de la encuesta realizada por la Oficina del Consumidor Financiero (OCF) indica que el 77% de los endeudados mantenían la misma deuda en 2019 (Jiménez, 2021). Del mismo modo, la facilidad de adquirir una tarjeta crédito o un préstamo en línea por alguna entidad no regulada por SUGEF justifican el crecimiento de deudores.
Aunado al problema de deuda que enfrentan las familias costarricenses, la pandemia causó un porcentaje elevado de morosidad de pago de deudas, en razón de lo cual la Banca puso a disposición de los costarricenses periodos de gracia para créditos hipotecarios y vehículos, de 3, 6 y hasta 12 meses dependiendo de los casos. Con esta acción las entidades financieras buscaban alivianar las cargas de los hogares y de esta manera el bolsillo sentiría un respiro.
Debido a los datos recopilados y el análisis exhaustivo de los economistas, se ha observado que la población necesita ser instruida en cómo ahorrar y gastar lo necesario. Por ello, cada vez son más las entidades financieras que se unen a capacitar a la población implementando programas de educación y asesoramiento financiero. El objetivo de este plan es que las familias logren obtener mayor liquidez y que la toma de decisiones sea más acertada. De esta manera se lograría sanear las finanzas y, en consecuencia, se incentivaría la inversión; aunque los bancos en temas de inversión no ofrecen tasas de interés atractivas para aquellas familias con recursos limitados.
Algunas cooperativas y financieras ofrecen planes de inversión desde los 25 000 colones, un monto que parece ser accesible para cualquier asalariado, pero el retorno de las ganancias y el tiempo de permanencia dentro de dicho plan deben ser sumamente largos para poder obtener los montos deseados; debido a que las tasas de interés anuales para inversiones en colones oscilan entre el 5,64% y 8,95%, ni un 1% mensual. Por lo tanto, para familias con salarios promedios no es una opción de salvedad para la independencia financiera. Así, aunque la medida de capacitación financiera ofrece un camino correcto para atacar el alto endeudamiento de los costarricenses, al ser una estrategia de largo plazo, se torna insuficiente.
Al calificar las estrategias de banca en amparar las deudas en las que están sumergidos la gran mayoría de los costarricenses, el resultado es negativo. El economista Carlos Camacho indica que “los fondos para financiar a las personas sobre endeudadas saldrán de las finanzas de todos” (Camacho, 2019). Esto causa un efecto contraproducente a la economía de los hogares ticos y añade para los siguientes años un grado mayor de incertidumbre, menor capacidad de obtener créditos, debido a la poca liquidez y a la nula regulación de la SUGEF a prestamistas, y consecuentemente, el fracaso de la inclusión del desmoronamiento de deuda. En conclusión, la culturalización en temas económicos requiere de adaptación urgente por la ciudadanía costarricense, para así hacer efectivo el buen aprovechamiento de los ingresos obtenidos y las herramientas financieras para fortalecerlas.