Por Inés Zelaya Mesen – Estudiante de la carrera de Administración de Negocios
“Los grandes líderes encuentran formas de conectarse con su gente y ayudarla a alcanzar todo su potencial”. —Steven J. Stowell, coach especialista en negocios.
Hace algunos años, la palabra diversidad generaba que las personas se sintieran incómodas en su entorno por motivos varios (su color, su orientación sexual, su lugar de nacimiento, entre otros). Esto generaba un ambiente de trabajo mucho más riguroso, estricto y grotesco. Actualmente, muchas grandes y pequeñas compañías trabajan a diario para combatir la exclusión y generar una cultura de aceptación y tolerancia entre todas las personas. Se ha comenzado a admitir la diversidad como la convivencia de distintas culturas, estilos, destrezas, educación e ideologías o formas de ver el mundo. De ahí la importancia de que los ambientes laborales mantengan una sana convivencia de diversidades entre sus colaboradores: así se demuestra el apoyo y el compromiso que se tiene con la inclusión, aparte de que se impulsa el crecimiento personal. Se ha convertido en más importante la competencia intercultural como parte de la dirigencia de los líderes en sus ámbitos profesionales.
La perspectiva hacia la diversidad cultural ha ido cambiando en la sociedad y a nivel global por iniciativas y movimientos que han forzado cambios positivos. Hoy día, se ha logrado ver la diversidad cultural como un aporte de conocimiento. Es importante salir de la “burbuja” de la cultura propia y conocer otras alrededor. El escuchar sobre las tradiciones, simbolismos, costumbres, formas de ver la vida de las personas alrededor del mundo expande la mente humana muchísimo y aporta bastante crecimiento personal a la persona que se abre a tal experiencia.
Las habilidades blandas se han vuelto indispensables para la sobrevivencia y oportuna convivencia de personas en un mismo trabajo. Un líder es vital para que un equipo de trabajo funcione, se motive, se sienta a gusto, trabaje bien. Las personas más admirables son aquellas que tienen inteligencia emocional, que se educan y escuchan antes de hablar, que investigan sobre las personas con las que se enfrentan para poder lidiar con ellas de la mejor manera.
A nivel laboral, las culturas son completamente distintas. En Italia, la puntualidad es indispensable, cuando en Costa Rica es “gracioso” el identificarse con llegar tarde regularmente. En España, la jornada laboral suele incluir dos horas de siesta por la tarde, cuando en Costa Rica incluye una de descanso y es para almorzar al medio día. En Bélgica, es mal visto pedir a los empleados hacer horas extra luego de su trabajo, en Costa Rica es mal visto negar horas extra cuando al jefe le urge avanzar algo o terminarlo.
El mundo se encuentra en un momento en el que prácticamente todo está internacionalmente conectado. Las empresas más poderosas son transnacionales y con múltiples sedes alrededor del globo. Se contratan personas provenientes de todas partes del mundo, según aporten sus conocimientos positivamente a las compañías, las cuales cuentan con formaciones académicas bastante diversas. Las relaciones interculturales se han vuelto casi que obligatorias e inevitables.
Para lograr mantener buenas relaciones interpersonales, es imprescindible contar con una mente abierta y cultivar cada vez más la cultura general respecto a diversos temas, entre ellos, las culturas con las que más se conecta. Aquellos que logren desarrollar asertivamente sus competencias interculturales e interpersonales son los que más puertas abren laboralmente, y los que terminan teniendo fuertes influencias en los demás colaboradores y público en general, es decir, los líderes de la sociedad.
Por último, se concluye que, para mantener relaciones laborales positivas en el siglo XXI, cuando el mundo está más conectado entre sí que nunca, es imprescindible contar con competencias interculturales. Es indudable que aquellos que trabajen en cultivar este tipo de competencia y aprendan a fluir o adaptarse a cualquier cultura con la que se enfrenten van a triunfar en tener una buena relación laboral las otras personas que le rodean. Además, lograrán funcionar sin problema y trabajar en equipo por objetivos laborales, u otros, en común.