La participación femenina en puestos de liderazgo en Costa Rica ha sido, durante muchos años, una lucha de avances significativos y desafíos continuos. Desde que las mujeres obtuvimos el derecho al voto en 1953, el país ha sido testigo de una evolución constante en la búsqueda imparable por la igualdad y representación equitativa en el ámbito político de las mujeres.
Pensar que antes de la Constitución Política de 1949 las mujeres éramos consideradas como “no ciudadanos” y que fue hasta en 1953 cuando en Costa Rica se marcó un hito histórico al otorgar el derecho al voto a las féminas. Dicho logro significativo nos abrió el camino a la participación activa en la vida política del país. Inicialmente el número de mujeres en puestos de liderazgo fue limitado, sin embargo, este evento sentó las bases para los avances futuros.
A lo largo de las décadas, las mujeres en el mundo, incluidas las costarricenses, hemos luchado por superar los incontables obstáculos que limitan nuestra incorporación a roles de liderazgo. Desde la Declaración de Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1791), escrita por Olympe de Gouges como reacción feminista de la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano (1791,) también nuestra participación en movimientos feministas ha sido una búsqueda de igualdad en oportunidades, en el ámbito laboral y en posiciones de liderazgos, trabajando incansablemente para cambiar la narrativa y derribar estereotipos de género.
A pesar de los avances, persisten desafíos en el camino hacia la plena igualdad de género. Los estereotipos arraigados y las barreras culturales continúan siendo impedimento para la participación femenina en puestos de liderazgo. La sociedad costarricense continúa influenciada por estos modelos de género tan arraigados debido a la cultura latinoamericana, que muchas veces refuerza la masculinidad. Existe una creencia muy establecida de que las mujeres somos las principales responsables de las tareas del hogar y las que intentan ingresar a la política quedan descalificadas. Esta señal menoscaba el éxito alcanzado y pone en duda la legitimidad de nosotras en puestos de liderazgo. Es importante acabar con estos conceptos erróneos y al mismo tiempo desafiar las normas tradicionales. Con eso aseguramos que todas las mujeres tengan la oportunidad de contribuir al desarrollo de sus países en puestos de liderazgo.
Ahora la violencia política contra las mujeres se ha convertido en un obstáculo adicional al que enfrentamos cuando queremos participar en política. Este fenómeno crea un ambiente hostil que desanima a muchas mujeres en la búsqueda de un espacio en el campo político. La desigualdad de género se refleja en la falta de oportunidades, como también en la violencia y discriminación que enfrentamos las mujeres cuando buscamos puestos de liderazgo. Esperemos que la implementación de la ley N°10235, “Ley para prevenir, atender, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en la política” logremos poco a poco ir cambiando la cara a la política de nuestro país.
La implementación de la paridad alterna en las nóminas de candidatura para estas elecciones municipales, que dejo atrás el sistema de cuotas instituido en el Código Electoral del 2009, es un logro y un gran paso en nuestra participación en puestos políticos. Los avances hacia donde la paridad de género se va convirtiendo en una realidad cotidiana, tenemos que mantenerlos como impulso y compromiso con dicha causa. La clave es la educación, la concientización y la promoción de oportunidades igualitarias para lograr una participación femenina plena y efectiva en todos los niveles de liderazgo.
La participación política es un derecho que se debe ver como tal, pero también como un hecho socio histórico, pues las mujeres hemos tenido que dar una lucha constante, para conquistar la participación en los espacios políticos, que sin duda alguna contribuyen en beneficios significativos a toda sociedad en su conjunto, pues los espacios institucionales, puestos de liderazgo y de cualquier ámbito deben enfocarse en las capacidades de cada quien independientemente del sexo.
Laa lucha por la participación femenina en puestos de liderazgo en Costa Rica ha sido una historia de resiliencia y determinación. Se han logrado avances notables, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Con promover un entorno más participativo, Costa Rica avanza en un futuro donde la igualdad de género sea una realidad en todos los sectores de la sociedad. La contribución de las mujeres es un derecho, como también una fuerza para que en un país continúe el progreso y prosperidad. Cuando escucho a alguien diciendo “no es justo que se obligue a que haya paridad en las elecciones por medio de una ley” veo que todavía hay mucho trabajo por hacer, porque si no fuera por la implementación esta norma nuestra participación sería más limitada. Por eso estamos dispuestas a seguir luchando hasta que estas barreras sean borradas y tengamos una verdadera igualdad en nuestra linda Costa Rica.