¿Dónde están las organizaciones y colectivos en defensa de los derechos de la mujer, ante las violaciones y asesinatos ocurridos en Israel el 7 de octubre?
Hoy vuelve a ser sábado. Es el sétimo desde el 7 de octubre, hoy conocido como el “Sábado Negro”. Aún no sabemos nada de los rehenes. El tiempo sigue su curso inexorable. Este día de descanso nunca volverá a ser lo mismo para los judíos del mundo.
Me levanté francamente destrozada. Estoy haciendo un esfuerzo inmenso por tratar de mantenerme activa y positiva, pero siento que los hechos y las noticias estrujan mi alma. Me duele el corazón. Lo siento pesado, late distinto, me duele.
Ayer publiqué un video de un comentarista de la CNN que contaba sobre los testimonios y la investigación que se está llevando a cabo en Israel, con las pocas niñas y mujeres que sobrevivieron a las violaciones por parte de los terroristas de Hamas. La gran mayoría de las chicas violadas en grupo fueron brutalmente asesinadas. Aquí se los comparto. Es cruento como pocas cosas he visto y escuchado en mi vida. Pero es necesario que la mayor cantidad de gente lo vea.
Muchos se preguntarán por qué escribo sobre temas tan crudos y gráficos. Créanme, quería poder reconectarme con mi sentido del humor, y estar escribiendo un guión de comedia para presentar en un show. Quisiera poder volver a reírme como antes, quisiera tener mejor cara, pero simplemente no puedo.
Este tema en particular, la atroz e implacable violencia de género, es un tema lleno de vacíos, de movidas políticas, de intereses de marketing. Algo tan delicado como la integridad sexual, mental y física de niñas y mujeres que han sufrido vejámenes inenarrables, termina ocupando el último de los puestos en la agenda de los gobiernos o las organizaciones que supuestamente nos representan.
Las Naciones Unidas se ha negado rotundamente a declarar que la barbarie ocurrida el 7 de octubre en el sur de Israel fue un acto de terrorismo, casi que dándole el “beneficio de la duda” a las intenciones de Hamas. Human Rights Watch, UNICEF y el movimiento #metoo, han brillado por su ausencia.
Esas mismas instituciones y colectivos cuyo fin es velar por la integridad de las mujeres sin importar religión, nacionalidad o edad, hace apenas unos meses se pararon de uñas cuando una futbolista alzó su voz contra un beso no consensuado, con toda justificación y derecho. Pero ahora se han tapado los ojos y las orejas, y se niegan a reconocer y demandar justicia ante los testimonios de las víctimas que aún viven, y de los médicos forenses que han tenido la durísima tarea que identificar y presentar los reportes de aquellas quienes murieron. Parece ser que las mujeres judías -por ser judías- no merecemos ser escuchadas…
Parece ser que las hermanitas de 13 y 15 que encontraron en el kibbutz Be’eri, desnudas en sus camas boca abajo, con signos de implícita violencia sexual, bañadas en sangre en sus partes íntimas, y con varios tiros en la cabeza, no merecen la consideración de la ONU.
Parece que la chica que violaron durante cuatro horas más de 25 bestias, mientras la acuchillaban en la espalda -y obligaban a su novio a ver todo, con un rifle metido en la boca- no merece la consideración del movimiento #metoo.
Parece que las muchachitas del festival Nova que fueron violadas en grupo, y que en aún con vida les cortaron con hachas los pechos y las vulvas, para dejarlas desangrarse, no merecen la consideración de Human Right Watch. A muchas de ellas incluso siguieron violándolas ya muertas, profanando aún más sus cuerpos.
Parece que hay gente -en su mayoría estúpidos, ignorantes e inhumanos millenials y centennials- cubriéndose sus caras por pendejos con pasamontañas, y gritando enardecidos por las calles, en restaurantes, plazas y universidades de Nueva York, Washington, Boston, Buenos Aires, Bolivia, París, Londres, Roma, Berlín y tantos otros lugares, que justifican estas atrocidades nunca antes vistas en la historia moderna “porque Hamas debe hacer lo necesario por liberar a los palestinos”.
Las niñas y mujeres siempre llevamos la peor parte. Porque nuestro cuerpo es un trofeo de guerra.
Hay algo que a mí en lo particular me atormenta cuando leo o escucho sobre muertes tan violentas. Pienso mucho en el miedo que sintieron esas niñas, ultrajadas en sus propias casas y en las madres que sufrieron lo mismo, mientras los terroristas obligaban a sus hijos a verlo todo. Pienso en esas jovencitas que solo habían ido a un festival de música electrónica a cantar y bailar y nunca regresaron a salvo. Pienso en todas ellas y me atormenta… ¿Cómo encuentran consuelo esas almas, cuando fueron expuestas a tanto terror, a tanta humillación, a tantísimo dolor? ¿Cómo?
Y luego pienso en el silencio. Ese silencio cómplice y conveniente de todas y cada uno de los gobiernos y organizaciones que han ignorado estos actos de barbarismo puro, porque las víctimas eran niñas y mujeres judías... Parece ser que hay un consenso tácito que nos lo merecemos…
Quisiera desaparecer en un largo sueño y levantarme cuando esta pesadilla haya terminado. Quisiera que a mis hijos no le hubiera tocado vivir en este mundo tan perverso. Rezo intensamente por cada una de las víctimas de violaciones, pido por sus almas, porque encuentren paz, y porque en un mundo mejor, algún día todas esas organizaciones denuncien y se manifiesten en su memoria.
Baruj Dayan Haemet
Bendito sea el Juez de la Verdad
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