Por Daniela Li Vásquez - Estudiante de Maestría en Gerencia de Proyectos
En el 2017, el 76 % de los empresarios consultados por KPMG (2017) indicaron que las metodologías ágiles serían el “nuevo normal” en el futuro; sin embargo, en esa misma encuesta el 85 % indicó que “en los años que vienen la mayoría de las organizaciones van a operar en un ambiente híbrido” (p. 4). Por un lado, se apoya a las metodologías ágiles, pero al mismo tiempo y de manera opuesta, se indica que las metodologías tradicionales no desaparecerán. Estas estadísticas llevan a cuestionarse lo siguiente: ¿es mejor ágil que tradicional? ¿Podemos planificar solo con metodologías ágiles? ¿Es posible migrar a ágil totalmente?
Según Nicholls (2019), “los avances en la tecnología, procesos e investigación significan que los proyectos se han vuelto más grandes y complejos cada día, mantenerse al día con las metodologías y técnicas actuales es una tarea demandante” (, párr. 1). Las metodologías ágiles son las más populares hoy, al punto de que cuentan con su propio movimiento, conocido como “go agile”. Según Digital.ai (2020) los tres principales beneficios de estas son la capacidad de manejar el cambio de prioridades, la visibilidad del proyecto y la alineación con el negocio. Es cierto, las metodologías ágiles poseen la fortaleza de ser flexibles. Esta característica las hace irresistibles para el mundo actual, en donde las prioridades, necesidades y visiones cambian de un día para otro, por lo que no se puede esperar permanecer con la rigidez y burocracia que conlleva una metodología tradicional. Según el PMI, un 71 % de las organizaciones usan metodologías ágiles (Burger, 2018). Si un porcentaje tan alto las usa quiere decir que son lo suficientemente robustas para migrar a un mundo en donde solo estas sean utilizadas, sin presentar mayor problema, ¿o no?
Desde otro punto de vista, se puede argumentar que usar solo una metodología para diferentes proyectos no es adecuado. Cada proyecto es un mundo con sus propias complejidades, retos, riesgos y equipos distintos, por lo que pensar en encajarlos en un solo molde para su gestión no es lógico. Fewell (2018) indica que “la guía es clara: hay que usar la técnica correcta para el proyecto correcto” (párr.3). Liquidplanner (2017) establece que “el 57% de las organizaciones utilizan una combinación de metodologías para sus proyectos” (párr 4). Los datos y números son claros, puede haber una metodología para cada proyecto, así como puede haber varias metodologías para un proyecto. Solo utilizar una metodología para todo es cómo decir que solo exista un tipo de zapato y que todos los seres humanos debemos usar ese zapato porque es “el mejor”, pero lo mejor para una persona no es lo mejor para otra. Esto se comprueba porque actualmente no se ha pasado al 100 % a estas metodologías, al igual que todos seguimos usando zapatos distintos.
Migrar a una metodología ágil requiere entrenamiento, acceso a las nuevas tecnologías y, de forma indispensable: voluntad. Según Digital.ai (2020) los tres principales retos para adoptar las metodologías ágiles son “la resistencia al cambio (48%), falta de participación de los líderes (46%) y prácticas distintas en las organizaciones (45%)” (p.18). La costumbre es uno de los principales obstáculos para cambiar la forma en la que hacemos las cosas. El no querer migrar totalmente, si bien es un síntoma de la resistencia al cambio, también nos indica que los métodos tradicionales todavía tienen mucho que ofrecer, aún pueden ser utilizados en proyectos, de cierta forma son como los zapatos que no queremos botar, porque nos gustan y los hemos tenido por mucho tiempo. Las metodologías ágiles han revolucionado la forma en que se llevan los proyectos, permitiendo rapidez, flexibilidad y adaptabilidad a los ambientes tan cambiantes; sin embargo, generalizar nunca es bueno, por lo tanto, dejar atrás los métodos tradicionales no es sabio, es importante entender el contexto del proyecto para poder seleccionar la mejor forma de abordarlo. Después de todo, seguimos viviendo en un mundo en donde todos usamos zapatos distintos.
MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas. Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.
Referencias bibliográficas:
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Burger, R. (2018, 19 de octubre). 15 incredible agile Project management statistics to know. Capterra. https://blog.capterra.com/agile-project-management-statistics-for-2018/
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Digital.ai (2020). 14th Annual State of Agile Report. https://explore.digital.ai/state-of-agile/14th-annual-state-of-agile-report
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Fewell, J. (2018). Don’t Be Alarmed, Yes the PMBOK® Guide Now Covers Agile Delivery Practices; but that doesn’t mean Agile is for everything and everyone. https://www.pmi.org/learning/library/agile-not-everything-everyone-11083
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KPMG. (2017) Agile Project delivery. https://files.pressmailings.com/f7/455d40f28111e6a8a237660cbca18a/KPMG-2017-Survey---Agile-project-delivery.pdf
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LiquidPlanner. (2017). 5 Stats you need to know from the 2017 state of project management in manufacturing report. https://www.liquidplanner.com/blog/stats-2017-project-management-manufacturing-report/
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Nicholls, D. (2019, 22 febrero) The past, present and future of project management. APM,Association for Project Management. https://www.apm.org.uk/blog/the-past-present-and-future-of-project-management/