Por Paula Garita Piedra - Estudiante de la carrera de Ingeniería en Seguridad Laboral y Ambiental
Los combustibles han sido protagonistas en la facilitación de tareas en la vida del ser humano desde hace muchos años. Estos se pueden encontrar de diferentes maneras sólidas y líquidas; por ejemplo, el carbón y la madera son combustibles sólidos que se pueden encontrar en el diario vivir del ser humano. En los hogares, el carbón y la leña se han utilizado durante décadas para satisfacer necesidades básicas como la cocción de los alimentos en cocinas de leña. En el año 2016, el consumo de energía de leña representó un 8% del consumo de energía de las familias costarricenses (Rodríguez, 2019). Por lo tanto, se puede denotar que es un método que se sigue utilizando a pesar de la modernización y que es importante tomar en cuenta a la población que hace uso de este. A pesar de que existen diferentes tipos de combustibles, hay unos que presentan más riesgos, o posibles riesgos, para la salud que otros.
Los combustibles líquidos —como las gasolinas, por ejemplo— son sustancias peligrosas que, dependiendo del tipo de contacto, pueden afectar seriamente la salud de una persona. Según la Hoja de Seguridad de gasolinas de RECOPE (2012), el contacto con la sustancia puede provocar afectaciones en el sistema nervioso central y respiratorio. Además, puede provocar daños en los ojos y en la piel.
Dicho lo anterior, es necesario mantener sustancias peligrosas como la gasolina fuera del hogar, ya que la conservación de esta en condiciones no idóneas puede causar accidentes que involucren a los más pequeños de la casa. No se puede negar que los niños son los más vulnerables a sufrir intoxicaciones por sustancias peligrosas. Como medidas de seguridad, se deben tomar precauciones especiales al almacenar líquidos inflamables en el hogar, mantenerlos fuera del alcance de los niños y en recipientes certificados que no puedan ser confundidos por productos como jugos o refrescos.
Si bien es cierto, el uso de gasolinas ha sido fuente de accidentes en el país, así como una de las muchas causas de intoxicación. Por esta razón, es necesario que, en los hogares, se tomen acciones para disminuir los índices de accidentabilidad por materiales combustibles, y no recaer en este tipo de situaciones. En el año 2014 se presentaron 54 casos de intoxicaciones por gasolina, las cuales no se pueden pasar por alto (Centro Nacional de Control de Intoxicaciones, 2018). De acuerdo con la investigación de accidentes realizada por el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Costa Rica (2018), en el año 2018 ocurrieron 14 accidentes que dentro de sus causas raíz incluían los combustibles. De esta forma, cabe recalcar que es necesario aumentar los esfuerzos para reducir los accidentes de este tipo, mediante estrategias de concientización a la población, debido a que se observa cómo la falta de conocimiento de los riesgos que este tipo de sustancias pueda provocar sobre la salud de las personas está repercutiendo en accidentes que no dejan más que daños irreversibles al bienestar de un ser humano.
En síntesis, es evidente que existe una gran problemática en cuanto a emergencias ocasionadas por materiales combustibles. Se debe trabajar en la concientización de la población debido a que no cuentan con la información necesaria sobre los riesgos de mantener sustancias tan peligrosas en el hogar. Además, hace falta el compromiso de parte de las entidades correspondientes para informar a la población sobre las medidas correctas del uso y almacenamiento de materiales peligrosos. Es primordial que la ciudadanía conozca las prácticas seguras que le permitan prevenir un accidente en el hogar y así velar por el bienestar de su familia.
