Por Edgardo Hidalgo Chacón - Estudiante de la Maestría en Psicopedagogía

¿Sabía usted que “la motivación reposa sobre un circuito neurobiológico donde se genera un estado de activación que libera dopamina; dirección, evento en que se segrega adrenalina y, finalmente, la persistencia, etapa donde se libera serotonina?” (Kandel et al., 2021, p. 44). Los estudios neurocientíficos más recientes, específicamente los de Miller y Beeson (2020), han demostrado que los entornos educativos constructivistas, seguros psicológicamente y acreedores de la motivación como eje transversal de los procesos de aprendizaje, fortalecen el origen de conductas funcionales que generan beneficios al desarrollo humano y académico, otorgando así valor significativo al Modelo Multidimensional del Cerebro de Becker.

En conexión, la motivación es el motor conductual del cerebro, debido a que esta estimula el sistema dopaminérgico mesencefálico, activando el área tegmentoventral, recibiendo los estímulos emocionales a través de la amígdala, procesándose luego al hipocampo y finalmente favorece el brote de comportamientos cognitivos en la corteza prefrontal, emitiendo así conductas como consecuencia de los estímulos motivacionales.

Se subraya que la motivación es el auto auxiliar que desencadena el afloramiento de conductas. Aunado, la propuesta de la motivación como recurso para la obtención de conductas funcionales es uno de los instrumentos más efectivos en procesos académicos o psicoterapéuticos. Lo previo se sustenta en que “la motivación es una fuerza interna que estimula la pululación de alicientes que permiten que una persona tenga un motivo para continuar o modificar comportamientos, siempre respondiendo a un contexto específico” (Lamb et al., 2021, p. 56). De este modo, la motivación debe gestionarse apropiadamente para el despliegue de conductas que construyan un desarrollo humano funcional en las personas estudiantes o pacientes. Se destaca que, cuando una persona docente o terapeuta promueve la motivación, los procesos cerebrales del receptor se dinamizan, causando un circuito en el sistema dopaminérgico, amígdala y el área orbitofrental, finiquitando en conductas y comportamientos que responden al contexto motivacional. Lo previo se ampara en que “la motivación acelera los procesos cerebrales, implicando al sistema dopaminérgico mesencefálico, área encargada de activar otras subregiones, que en conjunto conducen a la producción de conductas” (Benarroch, 2021, p. 254). Lo previo explicita que la motivación conduce al florecimiento de conductas, lo que se explica a través de la neurobiología.

Ligando lo anterior, es imperativo destacar que el Modelo Multidimensional del Cerebro de Becker tiene una alta correlación con el tópico bajo discusión, debido a que se propone el cerebro triún, destacándose un cerebro para despertar y atender, otro para sentir las emociones, y el último para percibir, pensar y actuar. Bajo este precepto, el cerebro se caracteriza por ser racional, emocional e instintivo; etapas por las cuales atraviesa el ciclo de la motivación. Lo previo se sustenta en que “el ciclo motivacional conduce al forjamiento de las conductas, el cual atraviesa un ciclo por el área tegmentoventral -mesencéfalo-, iniciando en una vertiente racional, que implica procesos cognitivos superiores, luego por la dimensión emocional y, finalmente la por la instintiva” (Ward, 2020, p. 331). Así las cosas, la motivación es un proceso que responde a un proceso cognitivo, afectivo-volitivo y reactivo.

A pesar de que hayan posiciones válidas relacionadas con que la motivación es un proceso intrínseco que considera el deseo y se encauza a un interés propio para alcanzar objetivos o cambiar actitudes, no es posible descreditar que la motivación es un proceso conductual que responde a una naturaleza neurobiológica, de modo que la posición de que la motivación es el motor conductual del cerebro tiene un peso significativo. En suma, la motivación debe considerarse como un proceso neuronal que atraviesa distintas fases, favoreciendo la ejecución de conductas o actitudes (Talbott, 2021).

Entrelazando los planteamientos expuestos, es relevante destacar que la motivación tiene un rol crucial en el desarrollo humano del ser humano, debido a que favorece el afloramiento de actitudes y comportamientos funcionales que potencian al desarrollo de conductas positivas en cualquier contexto donde se sitúe. Abrazando lo anterior, toda persona terapeuta o docente debe reconocer que la motivación puede ser la llave que abra las puertas del cambio actitudinal y conductual. ¿Considera usted que la motivación puede desencadenar conductas en el ser humano?

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
  • Benarroch, E. E. (2021). Neuroscience for clinicians: Basic processes, circuits, disease mechanisms, and therapeutic implications. Oxford University Press.
  • Kandel, E., Koester, J. D., Mack, S. H. y Siegelbaum, S. (2021). Principles of neural science. (6th ed.). McGraw-Hill.
  • Lamb, M., Csizér, K., Henry, A. y Ryan, S. (Eds). (2019).The Palgrave handbook of motivation for language learning. Palgrave Macmillan.
  • Miller, R. y Beeson, E. T. (2020). The neuroeducation toolbox: Practical translations of neuroscience in counseling and psychotherapy. Cognella Academic Publishing.
  • Talbott, S. (2021). Mental fitness: Maximizing mood, motivation & mental wellness by optimizing the brain-body-biome. Turner.
  • Ward, J. (2020). The student’s guide to cognitive neuroscience. (4th ed.). Routledge.