En un mundo donde los recursos naturales son finitos y los desafíos ambientales se vuelven cada vez más apremiantes, es imperativo que repensemos nuestra forma de producción y consumo, así como las responsabilidades extendidas tanto al consumidor como al productor. La economía circular se presenta como una alternativa prometedora para abordar estos desafíos y construir un futuro sostenible y próspero. Los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) resaltan la importancia de adoptar la economía circular como un enfoque fundamental para el desarrollo sostenible y económico. Recientemente he tenido la oportunidad de trabajar bastante alrededor de este tema con especialistas de diferentes instituciones, organizaciones y sectores, siempre obteniendo la misma conclusión en todos los espacios, nos hemos quedado cortos con el manejo y gestión de residuos en Costa Rica y es urgente impulsar el modelo de economía circular.

Este modelo se basa en el principio de reducir, reutilizar, reciclar y recuperar materiales y recursos en lugar de seguir el modelo lineal de "tomar, hacer, desechar". En lugar de considerar los residuos como un problema, la economía circular los ve como oportunidades para cerrar los ciclos de materiales y minimizar el impacto ambiental. Esto implica repensar la forma en que diseñamos los productos, cómo los fabricamos y cómo los utilizamos.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “la transición a una economía circular puede dar lugar a la creación de millones de nuevos empleos. El cambio requiere políticas fundamentadas que promuevan empleos de calidad y sostenibilidad ambiental”.  Con la mira puesta en este horizonte es que debemos tomar espacios, construir y exigir la implementación de estrategias, políticas y leyes en economía circular que vayan más allá de disfrazar el reciclaje como una opción eficaz para atender la emergencia de residuos y climática en la que nos encontramos.

Otro aspecto crucial de la economía circular es su capacidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar el cambio climático. Al reducir la necesidad de extraer y procesar nuevos recursos, se impacta directamente en la huella de carbono asociada con la producción y el consumo. Además, el reciclaje y la reutilización de materiales requieren menos energía en comparación con la producción de materiales nuevos, lo que contribuye a la reducción de emisiones.

La economía circular también ofrece oportunidades para promover la equidad social y la inclusión. Al involucrar a diferentes actores en la gestión de residuos y en la cadena de suministro, se pueden generar empleos locales y fortalecer las economías regionales. Además, la reutilización y el reciclaje de productos pueden ayudar a reducir la brecha de acceso a bienes y servicios, permitiendo que las comunidades más vulnerables accedan a productos de calidad a precios más asequibles. La Economía Circular, por lo tanto, puede contribuir a la reducción de la desigualdad y la promoción de una sociedad más justa.

En el artículo titulado “Economía circular”, Emilio Cerdá y Aygun Khalilova destacan que para lograr cambios fundamentales en muchas áreas del sistema socio-económico se deben instrumentalizar algunos factores económicos, educativos y sociales que permitan crear modelos innovadores de negocio que contribuyan a hacer del a economía circular una realidad en el mundo de los negocios, entre ellos destacan los siguientes:

  • Sistemas productos-servicios. Un sistema productos servicios consiste en una mezcla de productos tangibles y servicios intangibles, diseñados y combinados de manera que, conjuntamente, sean capaces de satisfacer las necesidades finales del consumidor.
  • Segunda vida de materiales y productos. Funciona cuando una compañía puede recuperar y reacondicionar, de manera eficiente, sus productos después de su uso, y entonces poner los mismos productos en el mercado.
  • Transformación de producto. No todos los productos pueden ser reacondicionados en su totalidad, pero la mayor parte de productos tiene ciertos componentes que tienen un alto valor. Estos componentes pueden reindustrializarse y acoplarse a otros generando nuevos productos.
  • Reciclaje 2.0. Hace referencia a los avances tecnológicos en cuanto a reciclaje que hoy en día permiten obtener productos de excelente calidad y de origen reciclado.
  • Consumo colaborativo. El consumo colaborativo se define como una interacción entre dos o más personas, a través de medios digitalizados o no, que satisface una necesidad real o potencial de alguna de ellas.

Si tienen la oportunidad, les recomiendo ampliar leyendo este valioso y corto artículo para tener una introducción a estos y otros conceptos básicos de economía circular, en palabras sencillas y sin explicaciones rimbombantes.

Es un hecho que, para aprovechar plenamente los beneficios de la economía circular, se requiere una acción coordinada y compromiso por parte de los gobiernos, las empresas y la sociedad en su conjunto. En esta línea, este martes 27 de junio, se lanzará la Estrategia Nacional de Economía Circular. Si bien es cierto, esto es un gran avance y la misma ha recorrido el camino por años para ser realidad, el marco regulatorio nacional todavía se queda corto en temas de impulso, acción y promoción de reconversión industrial hacia la economía circular.

Los gobiernos deben establecer políticas y regulaciones que fomenten la transición hacia la economía circular, proporcionando incentivos y apoyo a las empresas y promoviendo la educación sobre los beneficios de este enfoque. Las empresas, por su parte, deben incorporar prácticas sostenibles en sus operaciones y modelos de negocio, al tiempo que colaboran con otros actores para cerrar los ciclos de materiales. Acá es fundamental que no olvidemos el papel que desempeñamos como consumidores, apoyar emprendimientos circulares y exigir a los productores que implementen modelos más sostenibles con el ambiente siempre es una opción, descartar la compra de una botella desechable por una retornable, comprar en comercios que permitan la reutilización de recipientes y rechazar industrias como la del “fast fashion” son decisiones que podemos implementar día a día en nuestros modelos de consumo.

En conclusión, al adoptar la economía circular, podemos transformar nuestros sistemas de producción y consumo de manera que sean más sostenibles, resilientes y justos. Es hora de actuar de manera decisiva y construir un futuro donde la prosperidad económica vaya de la mano con la protección del planeta y el bienestar de las personas. De poco nos sirven las acciones de reactivación de corto plazo si en unos años estaremos cavando entre nuestros desechos para encontrar desesperadamente una oportunidad de desarrollo.

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