Keibril García iniciaba su posible largo tránsito por la vida. Me imagino su sonrisa, sus primeros gestos, sus primeros pasos, sus errores y sus triunfos.

Como mamá, es imposible no pensar en mis hijas y supongo que quien me lee, pensará lo mismo y recordará lo que vivió cuando fue honrado con una maternidad o paternidad deseada. Hoy, no sabemos si Kreibil llora de hambre, de miedo, o si ya fue recibida por Dios. Rastros de ropita de bebé con sangre es lo único que, hasta ahora, ha aparecido. En todo caso y a pesar de eso, no dejemos que, como reportan los medios todos los días desde que nos enteramos de esta atrocidad, la noticia nos conmocione, no nos quedemos conmocionados y ya.

Esta es una situación que debe alterar nuestro orden de prioridades, hablamos de una de las peores y más violentas cadenas de acontecimientos que hemos experimentado en Costa Rica en los últimos años, sobre todo, porque todas las víctimas, son menores de edad, inocentes figuras que fueron violentadas no solo física sino emocionalmente. Una abuela, una madre, una hija y una bebé hija de esa niña de 11 años que fue violada, todas ellas madres a sus 12 o 13 años.

Un agresor que además de violentar a una niña, es el principal sospechoso de secuestrar y violentar también a esta bebé de tan solo 9 meses (de quien ahora podemos confirmar, es padre), esto haciendo referencia al agresor detenido, pero realmente muchos más agresores pueden haber mediado en esta historia.

A pesar de los esfuerzos de autoridades como la CCSS y el MEP, por prevenir el embarazo adolescente, este sigue siendo un grave problema de salud pública que nunca, bajo ninguna circunstancia, se debe normalizar o excusar y demuestra que los intentos por impedirlo son insuficientes, como Estado tenemos la responsabilidad de convertir el tema en una política pública, que supere mitos y excusas.

Ser una mamá adolescente tiene enormes repercusiones en las niñas que se convierten en madres, en sus familias y por supuesto, en los bebés, lo cual genera situaciones paralelas que nos afectan a todos como sociedad, las madres adolescentes tienen muchas más limitaciones y dificultades para lograr concluir sus estudios formales, así como para poder tener un mejor futuro para ellas y sus hijos.

De hecho, la OMS señala como las principales causas del embarazo adolescente el abuso, violación o explotación sexual, inequidades en educación con mayor nivel de desescolarización, mayores niveles de pobreza, condición de desplazamiento o situaciones de conflicto y, yo le añado, la demostrada incompetencia, por razones de ignorancia o falsas visiones religiosas, que no permite hablar oportuna y abiertamente con nuestros hijos e hijas sobre sexualidad y de sus derechos, para evitar que los agresores, muchas veces personas conocidas, mantengan el abuso en el silencio aprovechándose de su inocencia e ignorancia.

Escuchando a Isabel Román, coordinadora del Estado de la Educación, indicaba que la educación es un valor, un valor que se transmite con mayor fluidez cuando en el núcleo familiar se han tenido casos de éxito a nivel educativo, vuelve a ser ejemplo la familia de Keibril, ejemplo del abandono que, como país, hemos tenido con quienes más necesitan de becas, de resguardo, de protección.

Son tantas las alertas que se nos encienden con este caso, no podemos solo quedarnos conmocionados.

Debemos exigir los cambios necesarios para evitar de manera sostenible que estas situaciones se repitan, en la actualidad otros 16 menores se encuentran desaparecidos en el país.

De la forma más oportuna, Naciones Unidas, a través de sus agencias UNFPA y UNICEF, anunció que apoyará al Sistema Nacional de Protección Integral de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia, para hacer un análisis de la respuesta interinstitucional en este caso y tomar así las medidas correctivas para asegurar la protección integral de las niñas, niños y adolescentes sobre todo de aquellos que se encuentran en situación de vulnerabilidad y violación de derechos.

Ojalá esto fuera suficiente, pero sin duda el PANI es parte de esa institucionalidad que ya no está dando abasto y debe ser fortalecida.

Si bien no podemos solventar de inmediato todas nuestras carencias, como padres y madres de los hombres y mujeres del mañana, con más o menos recursos, yo hoy quiero dejarle la inquietud de tomar este caso y conversar en familia, aproximarse a sus hijos e hijas, hablar abiertamente de lo que está mal, de los riesgos y peligros a los que se enfrentarán aquí y en todo el mundo, de exaltar aquello que como jóvenes están haciendo bien, de felicitarles, de crear un vínculo inquebrantable de confianza.

No dejemos que el llanto de Kreibil quede en el aire, olvidado y en ese silencio cómplice, el cuido de nuestros menores, es responsabilidad de todos.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.