Por Daniela Araya Hernández - Estudiante de la carrera de Derecho

Estados Unidos posee la democracia más antigua y estable en el mundo, con más de 219 años democráticos, una de las potencias globales más importantes sigue sin poseer representación femenina en el puesto presidencial. Hillary Clinton marcó un hito en la democracia representativa estadounidense y por primera vez vimos en las elecciones primarias a una mujer romper muchos estereotipos sexistas y acercarse a romper el techo de cristal presente la esfera política. El “techo de cristal” se refiere a los factores estructurales, propios de la sociedad patriarcal, que generan las diferentes dificultades que presentan las mujeres para acceder a los puestos superiores de la escala social, incluso aunque su acceso a ellos esté legalmente reconocido con cuotas (Peña, 2010).

En las diferentes esferas de desarrollo la presencia de las mujeres en comparación a su contraparte masculina suele ser mucho menor. La equidad de género en estas áreas de desarrollo comprende cambios estructurales importantes, como la democratización de las herramientas correspondientes para su acceso en equidad de condiciones a las esferas y la generación de políticas que les permitan desarrollarse dentro de estas de la manera adecuada. La baja presencia de mujeres en lugares de toma de decisiones, en especial en el ámbito político, es perjudicial ya que sin poseer voz y voto sobre las políticas que se generan para su diario vivir realmente su gestión no es ni abarca la noción de sus vivencias y, por ende, no comprende su realidad y problemáticas de manera interseccional.

En las últimas cuatro décadas hemos tenido un aumento significativo en cuanto a la inserción de mujeres en las diferentes esferas de desarrollo. Actualmente cerca del 40% de los puestos de trabajo están ocupados por mujeres, asimismo la matrícula universitaria aumentó siete veces. A pesar de este importante cambio y avance la presencia femenina sigue siendo minoritaria e inexistente en algunos países en cuanto a cargos de decisión política. La nueva encuesta global realizada por la ONU en cuanto a los índices de normas sociales de género nos brinda una visión aún más amplia hacia esta problemática global. Los datos de 75 países, donde habita al menos el 80% de la población, indican que casi la mitad de la población considera que los hombres son líderes políticos superiores (Peña, 2010).

Hillary Clinton fue la primera candidata presidencial que ganó el voto popular en las elecciones presidenciales del 2016 en Estados Unidos; el mundo por primera vez observó como el techo de cristal estuvo cerca de romperse en la democracia más vieja y estable del mundo. Otro hito lo representa la nominación demócrata del 2020 que contó con seis candidatas, lo que representó un récord nunca visto en el país estadounidense. Sin embargo, ninguna de las candidatas pasó a la primera ronda, dejando al mismo estereotipo de hombre estadounidense continuar siendo el rol hegemónico que alcanza la presidencia en el país. Como lo dijo la candidata Elizabeth Warren, si las mujeres estadounidenses buscan un modelo a seguir dentro de la presidencia norteamericana, deberán esperar cuatro años más, ya que la idea de una presidenta en Estados Unidos sigue siendo solo eso, una idea.

Desde el año 2000 en el mundo 89 mujeres han llegado al poder. Los distintos estudios han encontrado que las mujeres en puestos de poder político construyen puentes entre oposición de una manera más sencilla y una legitimidad más palpable dentro del sistema político. Los partidos encabezados por lideresas han aprobado agendas de licencia por trabajo que amplía de manera positiva los conocidos roles de género, priorizan asimismo agendas verdes que ayudan de manera exponencial el crecimiento de la económica, brindando más beneficios que son disfrutados por toda la población en conjunto. Es necesario que en Estados Unidos se feminice la política y la sociedad como conjunto, que cambiemos las nociones, ideas, creencias y “valores” que siguen perpetuando roles de género e ideas machistas en la política, para construir una democracia que nos tome en cuenta y nos permita acceder a puestos donde nuestra voz será escuchada y atendida.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencia bibliográfica:
  • Peña, N. (2010, octubre). Techos de Cristal, Invisibilidad y Selección: Profesionales Ausentes (Boletín No. 34). Observatorio Sobre Desarrollo Humano. https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/58092/Techosdecristalinvisibili dadsegundaparte.pdf?sequence=1&isAllowed=y