Por Sofia Villalta Villalta - Estudiante de la carrera de Ingeniería Biomédica

Sabías que Mark Inglis escaló hasta la cima del Monte Everest con ambas piernas amputadas? Este alpinista perdió sus dos piernas después de quedar atrapado en el Monte Cook durante catorce días, mientras realizaba una ascensión. A pesar de su trágica experiencia, Mark Inglis siguió adelante, y en el 2006 llegó a la cima del Monte Everest. Definitivamente y sin duda alguna un ejemplo de máxima resiliencia; pero ¿qué es la resiliencia? Esta se podría definir como “la persistencia contra las debilidades experimentadas, con la visibilidad de estrategias para superar la adversidad y los eventos estresantes”. (Sibalde Vanderley et al., 2020, p. 2).

Para nadie es un secreto que, durante los últimos años, el mundo en general ha tenido que enfrentar una variedad de distintas adversidades. Entre ellas, la famosa crisis migratoria en el Mediterráneo, incendios forestales en Australia, el golpe de estado en Perú, guerras civiles, la crisis humanitaria en Yemen y, evidentemente, la pandemia mundial por Covid-19. Sin embargo, la humanidad se mantiene en un estado de resiliencia ante una clara y constante serie de calamidades. Según Benson (1997) y Luthar (2003) el entorno, el ambiente y las vivencias tienen una gran influencia en si un individuo ostenta de resiliencia y en el desarrollo de esta (Ruiz-Román et al, 2020).

De acuerdo con Wolin y Wolin (1993), una persona resiliente posee características como “la introspección, la independencia, la moralidad, la capacidad de relacionarse, el humor, la creatividad o iniciativa” (Ruiz-Román et al, 2020, p. 217). Sin embargo, si es verdad que el entorno influye en el desenvolvimiento de la resiliencia, entonces esta va mucho más allá de ser una simple cualidad, puesto que depende de todo un transcurso de acumulación de experiencias que proporcionarían como consecuencia un sujeto resiliente.

Tal como menciona Madariaga (2014), “la resiliencia es un proceso en constante desarrollo” (Ruiz-Román et al., 2020, p. 222). Esto quiere decir que la resiliencia necesita de tiempo para forjarse, debido a que con cada experiencia, adversidad u obstáculo que atravesamos vamos obteniendo un conjunto de aprendizajes, los cuales van construyendo un carácter resiliente y, ya que como individuos experimentamos estos factores a lo largo de la vida, es un proceso continuo y de nunca acabar.

No obstante, no podemos olvidar otro elemento importante a la hora de moldear la resiliencia, y este son las relaciones. Las relaciones que creamos con la familia, amigos y comunidad nos permiten enfrentar las adversidades de manera positiva, tal como aluden Ruiz-Román et al (2020) “cuando las personas están expuestas a situaciones de riesgo o ante determinadas adversidades, la comunidad puede llegar a promover la solidaridad para que la situación adversa desaparezca” (p. 225).

Entonces, después de comprender qué es la resiliencia y cuáles componentes afectan su desarrollo directamente, ¿cómo se mantiene la humanidad en un estado resiliente ante una clara y constante serie de calamidades? Desde muchos siglos atrás la humanidad ha tenido que enfrentar un sinfín de desventuras y, sin incertidumbre alguna, va a tener que seguir enfrentándolas en el futuro. Por ello, de forma conjunta y desde tiempos prehistóricos, hemos sido llamados a ser resilientes. Esta ha sido y seguirá siendo parte de nuestra supervivencia y no cabe duda que, forjándola y construyéndola de la manera correcta, conseguiremos sobrevivir entre conflictos, crisis y epidemias.

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

 

Referencias bibliográficas:
  • Ruiz-Roman, C., Juarez Perez-Cea, J. y Molina Cuesta, L. (2020). Evolución y nuevas perspectivas del concepto de resiliencia: de lo individual a los contextos y a las relaciones socioeducativas. Educactio Siglo XXI, 38(2), 213-232. https://doi.org/10.6018/educatio.432981
  • Sibalde Vanderley, I.C., Sibalde Vanderley, M. de A., da Silva Santana, A.D., Scorsolini-Comin, F., Brandão Neto, W. y Meirelles Monteiro, E.M.L. (2020). Factores relacionados con la resiliencia de adolescentes en contextos de vulnerabilidad social: revisión integradora. Enfermería Global, 19(3), 582–625. DOI:https://doi.org/10.6018/eglobal.411311.