Por Luis Diego Ramírez Hernández – Estudiante del Club de Debate
Imaginemos la siguiente situación: una familia de clase media baja, con tres hijos en edad escolar y colegial. Resulta que los dos hijos en edad colegial no están satisfechos con la oferta académica de su colegio actual y desean buscar algo mejor. Ellos viven en Desamparados, en San José, por tanto, por localización geográfica, les corresponde asistir a centros educativos de su circuito. Los dos hijos están interesados en asistir al Liceo de Costa Rica, pero chocan con pared al descubrir que, si no hay espacios sobrantes, el colegio está restringido geográficamente para estudiantes de San José como cantón. Esta es la lucha diaria de muchas familias que tienen impedimentos para buscar mejores opciones educativas para sus hijos.
A nivel mundial, ha ido creciendo la tendencia de los sistemas mixtos de educación. Estos son aquellos que el gobierno financia para la educación de sus ciudadanos, tal como se hace actualmente, pero tanto los sistemas públicos como los privados compiten por ese financiamiento. A diferencia de como se hace actualmente, que se desarrolla una inversión colectiva, las inversiones de los sistemas mixtos son individuales, es decir, una cantidad de dinero se dispone para cada estudiante y se transfiere directamente al centro educativo. En algunos países se conoce como “vouchers”. En Chile, el mejor sistema educativo de América Latina, se trabaja con el sistema de “vouchers” a nivel de lo que, en nuestro contexto, se conoce como educación general básica.
¿En qué beneficia la existencia de un sistema de vouchers a un sistema educativo? Primeramente, en un sistema con cobertura tan amplia como Costa Rica, la existencia de un presupuesto, en términos de producto interno bruto tan gigante y la diversificación de la inversión a una inversión por estudiante, resultaría en una gran mejora principalmente para el sistema público. Esto se debe a que actualmente, la construcción y mantenimiento de infraestructura se administra completamente desde la centralización del Ministerio de Educación Pública. Al pasar a un modelo donde se le paga al centro educativo por la atención del estudiante, los tópicos referentes a los campus serían directamente manejados por los centros educativos, lo cual, a nivel lógico, implicaría una gran eliminación de la burocracia.
En la parte académica, estudios recientes en cuanto al funcionamiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje nos dicen que no todos los estudiantes aprenden de la misma manera. Algunos ven mejoría en rendimiento dependiendo de las técnicas que el profesorado utilice. La existencia de una financiación individual para el estudiante resulta en la posibilidad de que la familia seleccione la institución con la oferta que más se adapte a las necesidades individuales.
Sistemas como el propuesto, realmente exigen que todas las instituciones educativas compitan entre sí para asegurar mejoras en la calidad de la educación, y así garantizar una educación de calidad para absolutamente todos. ¿No es realmente la obligación del gobierno lograr esto?