Trasladar la celebración de uno de los días más conmemorativos e importantes para nuestro país, como es el 15 de setiembre, nos hace caer en la posibilidad de perder nuestra identidad nacional y no recordar, con la debida devoción, aquel momento sublime que lograron nuestros antepasados, con el cual han permitido que generaciones enteras podamos disfrutar de nuestro derecho como nación libre de ataduras. Permitir cambiarlo por el simple descanso o por mera conveniencia comercial, desviste la esencia y resquebraja el cimiento de nuestra libertad e independencia.

El celebrar cualquier acto en una fecha específica va mucho más allá del día.  Como ciudadanos y como personas, es nuestra obligación en favor de nuestros antepasados y de las futuras generaciones, recordar y estudiar todos los acontecimientos que envolvieron ese momento y la importancia que ello revistió.

Como cualquier costarricense, en la época actual, que sabe que no estuvo en aquellos actos, la historia y la preservación de su fecha nos permite reflexionar, mantener y conservar los logros y proezas de nuestros antepasados cuando escribieron con sangre, sudor y lágrimas nuestra historia. Al preservar la celebración original de su fecha, deseamos mantener que esta generación y las venideras, identifiquen y cuiden el legado que nos dejaron quienes con ansiedad buscaron y lograron nuestra independencia para colocarla en la memoria de cada costarricense hasta nuestros días.

Como parte de un estado democrático, es esencial, que cada uno de sus ciudadanos cuide el legado de su independencia. La fecha y su día particular de celebración no es una mera ocurrencia, es resultado de un proceso complejo, es un elemento vivo que debemos procurar conservar su esencia, como aquel momento, en la Ciudad de Guatemala, donde se proclama el Acta de la Independencia para los centroamericanos.

En tal sentido, respetar su fecha original y celebrarla no es un capricho o mera  conveniencia, significa más que eso, es recordar la nueva etapa que se propició, convirtiéndonos en una nación libre e independiente.

La globalización y el comercio han opacado los acontecimientos históricos de importancia, junto con la apatía que en algunos ciudadanos impera, fomenta el olvido de nuestras raíces democráticas, nos hace deambular por la patria sin reflexionar y sin vivir con emoción la efeméride.

Las nuevas generaciones nos van a agradecer el no desnaturalizar los más de doscientos años de independencia con un acto tan sublime como la conservación de la fecha original.

En todos estos años de independencia, hemos logrado construir una nación excepcional y salir adelante, manteniendo nuestras raíces que nos permiten año con año recordar nuestra misión de seguir conservando y validando fechas tan importantes como la de nuestra independencia, lo cual sin duda nos hace formar parte de un Estado Democrático ser libres y no siervos menguados.

Actividades como el recorrido de la antorcha, el desfile de faroles, la decoración de casas e instituciones deben prevalecer y, más que por decoración, enmarcar en nuestras mentes y en nuestra alma y corazón aquella época en la cual se materializó nuestra independencia.

La colonización que se mantenía antes de la independencia marcó una clara lucha de clases y de poder donde los colonizadores mantuvieron y generaron brechas importantes, por cuanto el haber logrado nuestra independencia un 15 de setiembre de 1821, marcó un antes y un después en nuestra historia y en nuestro imaginario colectivo, siendo fundamental tomar en cuenta que el patrón de dominación iba a continuar si no se actuaba y se rebelaba ante tal sometimiento.

En este sentido,  nuestro amado Pacto de Concordia de 1821 nos lo recuerda:

Artículo 1º.- La provincia de Costa Rica está en absoluta libertad y posesión exclusiva de sus derechos para constituirse en una nueva forma de   gobierno y será dependiente o confederada de aquel Estado o potencia a que le convenga adherirse, bajo el preciso sistema de absoluta independencia del Gobierno español y de cualquiera otro que no sea americano.  

Con ello consagró nuestra libertad como estado y se consagra en nuestra carta magna de 1949, la cual se encuentra vigente, en artículo 1 donde se indica: “Costa Rica es una República democrática, libre, independiente, multiétnica y pluricultural.”, permitiendo que al día de hoy contemos con población, territorio y soberanía.

En consecuencia, debemos tener claro que la historia se remonta a un día cuyos acontecimientos sirvieron de cimiento para la Costa Rica de hoy. Se requiere, entonces, conservar y no desnaturalizar la celebración del 15 de setiembre el día que corresponda. Para ello, es necesario que nuestras generaciones conozcan y elogien ese día y no otro, donde se descontextualice su importancia histórica y cultural, se pierda nuestra esencia e identidad como pueblo libre e independiente.

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