Por Evelyn Cubero Barquero - Estudiante de la Escuela de Estudios Generales

Con la pandemia ha aumentado drásticamente la desigualdad en Costa Rica. Desde que el país registró el primer caso de COVID-19 el 6 de marzo del 2020, muchas de las desigualdades sociales ya existentes en Costa Rica empezaron a ampliarse, para mucha población la situación es difícil, ya que escuchan la conferencia de prensa con poca comida en su plato, con una situación de estrés y ver que es otro día sin poder trabajar ni darle alimento a sus familias, que no tienen ingreso económico que antes les brindaba poca o mediana estabilidad económica. Lo dramático de esta realidad es que ya América Latina era la región más desigual de todas en el mundo (no la más pobre, pero la más desigual), y con la llegada de la pandemia el panorama se ha vuelto más drástico.

En otro escenario algunas personas migran porque su país, en lugar de brindar protección sanitaria ante la pandemia, lo que ofrece es un descuido total que acarrea muerte, dolor y desesperación. En busca de una mayor protección son recibidos en Costa Rica, un país que si bien les brinda el servicio de salud, también les ofrece un gran plato de xenofobia, visualizada en el constante reproche de ser catalogadas y catalogados, como: “las y los culpables de los aumentos de casos positivos por COVID-19 en el país” (Barrantes, 2020).

El impacto de la pandemia ha caído sobre muchas personas que no lo esperaban, que antes de este virus tenían como llevar los alimentos a su casa y ahora están viendo como poder sobrevivir. El empleo se está viendo reflejado en una reducción en los ingresos de los hogares para personas que tienen su estatus económico medio o bajo, el aumento de la tasa de desempleo ha afectado a la mayoría de las personas. El gobierno intentando ayudar y compensar a la población ha intentado realizar programas de compensación como el Bono Proteger, el cual no se mantuvo por mucho tiempo.

Mientras algunas de las personas de nuestro país, a las cuales no les ha ocasionado preocupación esta pandemia, piensan a qué personas invitar a sus fiestas ilegales, hay otras personas que pasan la noche sin poder dormir esperando despertar y poder encontrar un plato de comida. La pandemia ha sido una de las etapas más crueles del siglo XXI, ha dejado a la sociedad con desigualdades y problemas sociales como nunca antes vistas. Así como el coronavirus no conoce de clases sociales y los seres humanos sí, las desigualdades sociales tampoco conocen de derechos humanos, pero los seres humanos sí (Barrantes, 2020).

Con la crisis causada por el COVID-19, nos podemos dar cuenta de que es una realidad a la cual no podemos seguir ignorando y simplemente no prestarle atención, ya que las desigualdades que ya existían antes de la pandemia se han incrementado y han hecho sufrir más a la población costarricense. Pero por el individualismo y egocentrismo el ser humano no quería darse cuenta de la realidad y mucho menos buscarle una solución. Para sobrellevar e intentar mejorar, debemos empezar por nuestro entorno, ver las desigualdades sociales a nuestro alrededor y ser esa mano amiga que ayuda y brinda consuelo en esta pandemia.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
  • Barrantes Jiménez, H. (2020). COVID-19: Un reflejo de las desigualdades sociales. El País CR. https://www.elpais.cr/2020/07/21/covid-19-un-reflejo-de-las-desigualdades-sociales/