En Costa Rica la legislación procura poner en iguales condiciones las alternativas libres de humo (vapeadores, cigarrillos electrónicos, dispositivos de tabaco calentado, entre otros) y los cigarrillos de tabaco tradicionales.

Un ejemplo es el expediente 22497 que se encuentra en la Comisión de Asuntos Sociales y busca que todos los productos de tabaco se presenten en empaquetado neutro. También en octubre de 2021 se aprobó que un proyecto de ley que impone un nuevo impuesto del 20% a los Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina (SEAN), los Sistemas Similares sin Nicotina (SSSN), los dispositivos electrónicos que utilizan tabaco calentado y tecnologías similares, sus accesorios y sus líquidos para uso.

Parte del objetivo de esas decisiones, según sus impulsores, es hacer de esos productos algo menos atractivo para los consumidores y llevar a dejarlos. Pero, ¿las alternativas sin humo son igual de dañinas? ¿Cuál es el ejemplo de otros países? 

Para responder estas y otras preguntas, Delfino.cr conversó con el doctor y parte de la Red Latinoamericana por la reducción de Daños Asociados al Tabaquismo (REDLAT), Diego Verrastro. 

  • ¿Cuál es la diferencia del consumo de estos productos libres de humo en un organismo?

La diferencia es radical entre consumir los miles de sustancias tóxicas presentes en el humo, a consumir las presentes en el aerosol de estos dispositivos. Existen muchos estudios disponibles que sugieren que existe una reversión del daño (mejoras de parámetros de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, infecciones respiratorias y otros síntomas) en aquellos fumadores que cambiaron hace tiempo el tabaco por el vapeo.

También existen indicios de mejoras en parámetros de salud cardiovascular y en diversos marcadores biológicos incluyendo potencial cancerígeno. En estudios en vivo y sobre vapeadores reales, los usuarios de cigarrillos electrónicos y parches de nicotina presentaron en su saliva y orina niveles de metabolitos similares y significativamente más bajos de carcinógenos y otros compuestos tóxicos, en comparación con los usuarios de tabaco combustible.

Sin embargo, evaluar estas evoluciones es muy complejo dado que los usuarios de estos dispositivos son en su inmensa mayoría fumadores o ex-fumadores con historias previas de (hasta) décadas de tabaquismo, lo cual es necesariamente un factor de más peso en sus padecimientos que su uso reciente de nuevos dispositivos.

  • ¿Por qué es menos perjudicial adoptar el consumo de alternativas libres de humo que el tabaquismo?

Por el simple hecho de que la absorción de sustancias tóxicas en el organismo del consumidor es infinitamente menor y todo científico sabe que es la dosis de un tóxico la que determina el daño; principio bien establecido desde el s. XVI.

El número y concentración de componentes tóxicos en el aerosol de los nuevos productos compartidos con el tabaco, se encuentran varios órdenes de magnitud por debajo de los presentes en el humo (típicamente por debajo del 95-99%), cuando los dispositivos se testan en condiciones de la vida real. Pero, además, hay total ausencia de muchos otros cientos o miles de compuestos tóxicos que sí se encuentran en el humo. Por tanto, su potencial tóxico y capacidad para causar enfermedad es también mucho menor.

En 2015, el Ministerio de Sanidad y el Real Colegio de Médicos de Reino Unido promulgó en su informe PHE que el riesgo de consumo de cigarrillos electrónicos se reduce en un 95% en comparación a los cigarrillos tradicionales. A pesar de ciertas voces discordantes y de siete revisiones posteriores del informe de Public Health England, analizando toda la nueva bibliografía actualizada y los datos disponibles, no ha habido retractación de la estimación del 95% y añaden evidencias claras del éxito de la Reducción de Daños por Tabaquismo en sus políticas antitabáquicas.

  • ¿Por qué es necesario una regulación innovadora con respecto a las alternativas libres de humo?

Tras décadas de Control del Tabaco, si bien se han realizado algunos avances, especialmente en países de altos ingresos, siguen muriendo 8 millones de personas al año a causa de enfermedades derivadas del tabaquismo. 1000 millones de personas morirán en este siglo. Se trata de una cifra que debe hacernos pensar que las políticas aplicadas hasta ahora son insuficientes para atajar los daños provocados por el tabaquismo y que hay que utilizar toda herramienta disponible.

Hace más de una década, surge una tecnología nueva que provoca un cambio de paradigma. Los nuevos dispositivos sin combustión, cigarrillos electrónicos y posteriormente tabaco calentado, permiten consumir nicotina limpia, separada de los componentes tóxicos del humo, que son los verdaderos causantes de la enfermedad.

Estos dispositivos han demostrado ser menos tóxicos que el tabaco tradicional y, además, ayudan a las personas a dejar de fumar. Resultados publicados por Instituciones y revistas científicas de prestigio como el Real Colegio de Médicos de Reino Unido, New England Journal of Medicine o la Revisión Cochrane, por mencionar sólo algunas. Pero lo que es más importante, tienen gran aceptación entre el público fumador y, por tanto, tienen la capacidad de competir con el tabaco y desplazarlo del mercado.

Aplicar sobre estos dispositivos, que en nada se parecen al tabaco y que compiten con éste, las mismas regulaciones prohibicionistas que se aplican al tabaco convencional, lo único que hará es que millones de fumadores no se muevan a estos productos y por tanto el tabaquismo se perpetuará.

Los nuevos productos requieren de una regulación exclusiva aplicada a sus características específicas, que maximice el potencial que tienen para funcionar como una herramienta de salud pública y que ayude a luchar contra el tabaquismo.

  • ¿Por qué la adopción de estas alternativas ha sido tan complicada en algunos países? 

Está ampliamente demostrado y establecido desde hace décadas que la nicotina no es la causante del cáncer, las enfermedades y las muertes derivadas del tabaquismo, sino el humo provocado por la combustión. Sin embargo, se ha creado un cisma en la comunidad científica internacional y en el seno del propio Control del Tabaco, entre aquellos que pensamos que la prioridad es salvar la vida de las personas, aunque sigan consumiendo nicotina, y aquellos que opinan que ningún consumo de nicotina es aceptable y que, aunque las personas mueran, no se debe proporcionar un fácil acceso de la población fumadora a la nicotina. Actualmente, la inmensa mayoría de los consumidores de nicotina del mundo, lo hacen a través de la vía más tóxica y letal posible; el humo del tabaco. Muchos pensamos que las actuales herramientas, que suministran la nicotina separada del humo, tienen el potencial de salvar millones de vidas. Otros opinan que el único enfoque aceptable es “dejar de fumar y de consumir nicotina, o morir”.

  • ¿Cuáles casos ejemplo existen en el mundo de países que han adoptado las alternativas libres de humo y han tenido resultados positivos? ¿Cómo ha sido?

El enfoque del empleo de estas alternativas como “estrategia de reducción de daños”, está resultando exitoso en la reducción de las tasas de tabaquismo a nivel poblacional, como mínimo, en Reino Unido donde hay 3.5 millones de vapeadores, de los que más de la mitad han dejado de fumar completamente, ilustrado en una caída histórica de las tasas de tabaquismo.

También hay indicios de caída en estas tasas en otros países como Francia, donde la Academia Nacional de Medicina declaró recientemente que cerca de 700.000 vapeadores han dejado de fumar tabaco en ese país gracias a los cigarrillos electrónicos. De hecho, el Ministerio de Sanidad francés ha incluido este año al cigarrillo electrónico como parte de su estrategia nacional para el mes sin tabaco, que también ha sido apoyado por el Instituto Nacional del Cáncer francés, Islandia que ha registrado una caída del 40% en las tasas de tabaquismo desde que apareció el cigarrillo electrónico o Nueva Zelanda que, al igual que Reino Unido, junto con las habituales estrategias de prevención y cesación, ha incluido el cigarrillo electrónico en su plan para alcanzar el estatus como país libre de humo y ha registrado potentes caídas en las ventas de tabaco y en las tasas de fumadores.

En Europa, los análisis del Eurobarómetro mostraron ya en 2017 que 6 millones de personas habían dejado de fumar con el cigarrillo electrónico. Incluso en EEUU, cuando se analiza la evolución de las tasas de tabaquismo juvenil, se observa una caída cuatro veces superior desde que apareció el cigarrillo electrónico.

Un detalle muy importante, es el hecho de que Reino Unido ha tenido que realizar reiteradas declaraciones institucionales advirtiendo de que los falsos temores motivados por la desinformación están evitando que los fumadores dejen de fumar con el cigarrillo electrónico. Para mayor impacto, recientemente se ha producido un hecho fundamental digno de mención; la agencia reguladora de medicamentos de Reino Unido, país líder mundial en control del tabaquismo, anunció el pasado 29 de octubre de 2021 que este país será el primero en recetar cigarrillos electrónicos con licencia médica para dejar de fumar en su Sistema Nacional de Salud.