Parece que muchos costarricenses miran con resquemor a las dos figuras políticas que resultaron triunfadoras en la primera ronda presidencial el pasado 6 de febrero.
No se puede soslayar que, no obstante, la indignación y reproches de muchos y muchas, los costarricenses decidieron llevar a la segunda ronda a don José María Figueres (497.966 votos) y a don Rodrigo Chaves 305.157 votos) en la contienda democrática (al corte provisional número 24 del TSE), es decir, a 800 mil personas no les resultó problemático escogerlos para la segunda ronda. Uno puede rasgarse las vestiduras, como un sumo sacerdote, en cualquiera de los dos casos, pero esto no cambia la decisión de la mayoría que finalmente apoyó a ambos más allá de la letra escarlata con que sean estigmatizados. Y, además, toca echarse al hombro la decisión de la mayoría, aunque no guste. Los hechos (cantidad de votos, en este caso) son irrefutables.
Frente a lo anterior, caben tres posturas: o culpar a don José María o culpar a don Rodrigo Chaves o culpar a ambos por el apagón moral que implica la coyuntura actual. Sin embargo, es impertinente creerse distante de lo que sucedió, pues no hay afuera en política: tanto los que votaron por alguno de ellos o de los candidatos de otros partidos, como los que no votaron, son responsables del escenario de la segunda ronda, pues se está ante los resultados de un juego democrático que todos asumieron con o sin afinidad partidaria. El apagón moral, parece, también contagió a los costarricenses que votaron y que no votaron el 6 de febrero. La hipocresía política resulta inconsistente. Parece pertinente hacer autocrítica en este momento.
Más allá del apagón moral, de uno y de otro de los candidatos, y del apagón moral también de los costarricenses, habrá que escoger a un candidato que finalmente muestre claramente que él podrá ir más allá de su apagón moral, del apagón moral de su adversario político y del apagón moral de los costarricenses. Y esto no es cuestión de gustos (en medio de dimes y diretes), sino de razones y evidencia también respecto de cuál será el proyecto-país (soluciones a los graves problemas) que queremos y necesitamos construir a partir de lo que tanto don Rodrigo Chaves como don José María Figueres nos muestren notablemente en las semanas previas al próximo 3 de abril.
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