Por Alejandro Cruzatti – Estudiante del Club de Debate de ULACIT
El cambio climático ha propiciado la aparición de diversos fenómenos meteorológicos, así como el surgimiento de enfermedades que afectan la salud (World Health Organization, 2015). De hecho, aunque aún no es muy claro, la pandemia del siglo XXI, derivada del COVID 19, podría llevar el sello y la firma del cambio climático (World Economic Forum, 2020). Sobre este punto, es importante preguntarnos ¿cuáles son las causas del cambio climático? La lamentable respuesta es el deseo vehemente e insaciable del ser humano que, a través de actividades de extracción de recursos minerales, el uso de combustibles fósiles, entre otros, ha causado la destrucción de diversos espacios naturales agudizando los efectos del cambio climático.
A pesar del aislamiento social a causa de la pandemia, el calentamiento global no ha disminuido, de hecho, ha alcanzado puntos muy altos en el mes de abril del 2020, puesto que “la concentración promedio de CO2 en la atmósfera fue de 416,21 partes por millón” (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 2020a). La razón es que diversos suministros de electricidad provenientes del carbón 38%, gas 23%, petróleo 3% han seguido funcionando (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 2020). A su vez, los diferentes proyectos extractivos registrados a nivel mundial han seguido afectando gravemente la naturaleza y, en consecuencia, el planeta (Environmental Justice Atlas, 2020). Esta situación parte del hecho de que el concepto de sostenibilidad siempre ha sido concebida como “la naturaleza al servicio de la humanidad”, y podemos apreciar que la sobre explotación de los recursos naturales está intensificando el cambio climático.
Al respecto, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Organización de las Naciones Unidas, 2020) precisan que el ser humano debe hacer un uso de los recursos naturales sin agotarlos. El problema aquí es que esta sostenibilidad solo es vista como sinónimo del desarrollo de la humanidad mientras la naturaleza es concebida como un objeto. Sin embargo, esta visión de la naturaleza y de la sostenibilidad son totalmente erradas puesto que este enfoque ha traído como consecuencia que “según los últimos cálculos de la ONU, nos qued[e] una década” para cambiar nuestro trato con la naturaleza porque después los efectos podrían ser irreversibles (Bécares, 2019), situación que incluso podría llevar a la extinción de la humanidad. Por estas razones, debemos empezar a ver a la sostenibilidad no como sinónimo de desarrollo, sino como sinónimo de supervivencia, debido a que esta visión ayuda a entender el hecho de que los seres humanos ocupamos de la naturaleza para subsistir en este planeta (Howard, 2019).
Finalmente, hay quienes afirman que luego de la pandemia vendrá una gran recesión económica (Gozzer, 2020). Por tal motivo, los Estados tendrán que iniciar un programa de reactivación económica que, en muchos casos, será a través de la explotación de los recursos naturales en donde deberá imperar la sostenibilidad. La naturaleza está al borde de un colapso (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 2020b) y el riesgo que existe en un periodo post pandemia es que los Estados flexibilicen las diversas normas internacionales y nacionales para aumentar la productividad vulnerando principios como el de no regresión, y colocando a la naturaleza en una posición vulnerable frente al cambio climático (Cabrera, 2020). Por ello, en el periodo de reactivación económica, deberá existir un equilibrio entre economía y ecología.