Por Paola Castro Ureña – Estudiante de la carrera de Administración

“La historia misma, testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, mensajera de la antigüedad…”

-M.T. Cicerón

¿En algún momento se pensó que grandes lugares históricos como la Gran Muralla China, la Torre Eiffel, inclusive, grandes estructuras viales como carreteras, aeropuertos o ferrocarriles fueron construidos sin un proyecto? Los proyectos han existido desde el comienzo de la historia y se han diversificado a través del tiempo en paralelo con la globalización. Gracias al impacto de la globalización, los proyectos se pueden clasificar de diversas formas y tipos. Sin embargo, para efectos de este artículo se hablará sobre los proyectos de inversión dentro de las entidades. En relación con este tema es conveniente recordar el concepto de proyectos de inversión. Según Baca (2013), este es un “plan que, si se le asigna determinado monto de capital y se le proporcionan insumos de varios tipos, producirá un bien o un servicio, útil a la sociedad” (p. 2).

Este concepto implica el análisis de diferentes elementos, sin embargo, resumiéndolo en su aspecto más sencillo, los proyectos de inversión son aquellos que nacen de problemas, oportunidades o necesidades y requieren recursos económicos para ser ejecutados. Por tanto, dentro de este proceso debe surgir un conjunto de actividades que permita la evaluación del proyecto y orientar la toma de decisiones de inversión (Baca, 2013). Independientemente del tipo de financiamiento de un proyecto (público o privado), estas tareas evaluativas permiten determinar su factibilidad económica y su viabilidad técnica, jurídica, social y dentro del mismo mercado al que se dirige.

Debido a esto, en el momento en que una compañía decida ejecutar un proyecto con un fin determinado, debe primero evaluar el financiamiento y el impacto del este para así concluir si es factible y puede cumplir con el objetivo principal. Así mismo, Sapag, Sapag y Sapag (2014) indican que el objetivo primordial de esta evaluación:
no es la búsqueda de la precisión de los antecedentes económicos que dan origen a un resultado, sino más bien analizar y estimar con un cierto orden de magnitud un conjunto de variables que permitan juzgar la conveniencia de su implementación (p. 6).

Así, al combinar todos estos elementos, puede marcarse una diferencia importante en la gestión presupuestaria del proyecto. De esta forma es posible precisar la rentabilidad adecuada y obtener una utilidad de esta. Actualmente, debido a la crisis del COVID-19 y la crisis financiera mundial, el objetivo de muchas empresas ha sido la sobrevivencia dentro del mercado, aunque esto implique que no se genere más utilidad, en comparación a años anteriores. Por consiguiente, el panorama económico, político, social y cultural de la compañía también forma parte de las pautas para realizar la evaluación.

Tanto para los CEOs de cada compañía como para las instituciones gubernamentales, la evaluación de todos los puntos anteriormente indicados es el instrumento de decisión que permite concluir si el proyecto y sus objetivos son rentables, o si, por el contrario, deben abandonarse o replantearse, pues no resultan económicamente rentables.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
  • Baca, G. (2013). Elementos conceptuales y preparación de la evaluación de Evaluación de Proyectos. (7 ed.). McGraw-Hill/Interamericana Editores.
  • Sapag, N., Sapag, R. y Sapag, J. (2014). El estudio de proyectos de Preparación y Evaluación de Proyectos. (6 ed.). McGraw-Hill/Interamericana Editores.