Es irrefutable: la matriz energética nacional, en particular del sector automotor y parte del industrial, seguirá dependiendo de los hidrocarburos y sus derivados por los próximos 40 o 50 años.

El proyecto de ley 20.641 (“Ley de combustibles”) la permitiría a Recope aplicar 0,15% de sus ingresos para investigar opciones energéticas, pero sin definición, sustento financiero, metas ni indicadores. Derogar la ley de hidrocarburos y prohibir la exploración alentarán la irregularidad y malas prácticas y facilitará, a países vecinos, extraer ilegalmente nuestros recursos, como con el oro de Crucitas. Los biocombustibles compiten con la producción agroalimentaria, favorecen la deforestación, extensión de la frontera agropecuaria y uso de agroquímicos; deterioran la tierra, no reducen sustancialmente las emisiones de CO y CO2 y obligan a adaptar los motores.

El gas natural (GN) es una fuente probada de energía para generar electricidad, uso doméstico, industrial y transporte. Para considerarse “probadas”, las reservas deben ubicarse, cuantificarse y ser extraíbles y rentables según la tecnología y condiciones del mercado. La exploración, aparte de completar el conocimiento del subsuelo, es el paso obligado para evaluar, comprobar o desechar definitivamente la opción.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reconoce que el GN posee virtudes para ser parte de la transición energética, sobre todo de los vehículos de combustión interna hacia los eléctricos e híbridos. Esto no ha generado conflictos en países en donde el desarrollo sostenible y las preocupaciones ambientales van de la mano, como en Noruega.

La transición energética consiste en el cambio estructural desde el modelo de producción y consumo actual, fundamentado en combustibles fósiles, hacia las fuentes renovables y de emisiones bajas. En Costa Rica, este enfoque permitiría aprovechar nuestras reservas de GN para sustituir, progresivamente, los combustibles derivados del petróleo y mitigar los impactos ambientales, sociales y económicos respectivos. Las fuentes eólicas y solares ofrecen su mayor potencial lejos de los centros de consumo energético, por lo que para aprovecharlas también es necesario adaptar los sistemas de control y transmisión. Mientras las transformaciones tecnológicas se materializan, es necesario contar con potencia firme, tan limpia como sea posible, y el GN es la opción más efectiva para apalancarlas.

Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), el GN genera alrededor de 49 % menos emisiones de CO2 que el carbón y 37 % menos que el petróleo, por cada giga-joule generado. Las emisiones anuales ahorradas, gracias al cambio de plantas eléctricas de carbón a GN, desde 2010, pasaron de 25 millones toneladas de CO2 en 2011 a 536 en 2018; un aumento promedio de 73 millones de toneladas/año, equivalentes al total de las emisiones de Centroamérica y México. De la suma de emisiones de metano (NH4) y óxidos nitrosos NOx, segunda causa del calentamiento global, 36 % corresponden al GN y 64 % al carbón, petróleo y sus derivados.

AIE proyecta que el 40% del crecimiento de la demanda de GN, hasta 2040, se concentrará en la industria y transporte. La complementariedad entre GN y electricidad se debe a las industrias que requieren temperaturas elevadas para funcionar y son difíciles de electrificar, como la metalurgia y el cemento. Por lo tanto, la situación lleva a concluir que el GN será, cada vez más, percibido como un commodity con precios independientes y menos volátiles que el petróleo.

La transición energética es irreversible, pero requiere de políticas públicas audaces que la aceleren. La relevancia del GN se explica por su menor costo económico y ambiental, es más limpio que el carbón y el petróleo, complementa las energías renovables intermitentes por su característica de potencia firme flexible y por ser un combustible seguro. Su suministro es confiable, sus precios estables y relativamente bajos con respecto a los otros combustibles fósiles y es cada vez más competitivo y versátil. Consideramos que la exploración y aprovechamiento de nuestras reservas de GN es una opción válida ante el ascenso desmedido de los impuestos, endeudamiento externo, crisis fiscal y estancamiento económico crónico del país. La pobreza también genera impacto ambiental.

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