Por Diego Alonso Calvo Mena – Estudiante de la Escuela de Ingeniería Electrónica
El sistema nervioso es como un circuito eléctrico gigantesco (y exponencialmente más complejo que cualquier otro), que es el encargado de todo proceso cognitivo, del control motriz y del proceso de interpretación de los estímulos del ambiente. Este sistema se divide en dos subgrupos: el sistema nervioso central y el periférico. El central está compuesto por el cerebro y la médula espinal, y el periférico está compuesto por la gran ‘telaraña’ de nervios distribuidas a través de todo el cuerpo.
Podemos ver el sistema nervioso central como un piloto que controla y monitorea el estado del cuerpo a través del sistema nervioso periférico. Este último, tal como se menciona en el párrafo anterior, está compuesto por nervios. Los nervios se dividen según la utilidad que le da el cerebro: nervios motores (para realizar movimientos voluntarios), nervios sensoriales (funcionan cómo monitores del cuerpo y del ambiente; son para sentir) y nervios autónomos (para los procesos involuntarios). El cerebro puede controlar todos estos nervios enviando impulsos eléctricos controlados por las conexiones neuronales (mediante las cuales también viajan impulsos eléctricos producto de las sinapsis entre estas células).
Apreciando esto, podemos ver el gigantesco papel que juega la electricidad en la biología. Esto ha llevado a los científicos a investigar los efectos de introducir impulsos eléctricos externos en los distintos órganos, músculos y nervios. A partir de esto, se han formado varias ramas de la medicina, tales como la electrofisiología y electroterapia, cuyo objetivo es buscar el alivio y tratamiento de patologías médicas empleando electricidad.
Los estudios médicos han encontrado que la electricidad en el cuerpo humano tiene múltiples utilidades que van desde capacidades analgésicas hasta actuar como potenciador muscular y neurológico, dependiendo de la localización, intensidad y frecuencia de la corriente. Esta se aplica mediante un dispositivo controlador con electrodos colocados sobre la piel en puntos específicos, y usualmente son utilizados en conjunto de otros tratamientos como una solución integral a problemas médicos.
Este método funciona gracias a la teoría de la compuerta, propuesta por Ronald Melzack y Patrick Wall en 1965. Mediante esta teoría se supone que el sistema nervioso central tiene un mecanismo para controlar el paso de estímulos sensitivos relacionados con el dolor, de modo que otros factores influyen en el paso de estos hacia el cerebro. La electroterapia aprovecha esta cualidad del sistema nervioso para rebosar al sistema de estímulos no relacionados con el dolor, de modo que, por decirlo de una manera, “el dolor no pasa”. A parte de este fenómeno, se le adiciona que, en ciertos tipos de tratamiento, se ha observado un incremento en la liberación de endorfinas.
Existen múltiples metodologías que forman parte de los tratamientos relacionados con electricidad; el TENS es el más popular. La electroestimulación transcutánea (TENS por sus siglas en inglés) consiste en enviar pequeños pulsos eléctricos con una duración aproximada de 10 a 1000 microsegundos que, según el estándar de un dispositivo TENS, tiene una forma de onda “monofásica, simétrica” (Tashani y Johnson, 2008). Además, su corriente puede variar desde 1 miliamperio hasta 50 miliamperios, y es aplicada de forma continua o en ráfagas (alrededor de 10 a 200 por segundo). El dispositivo controlador responsable de tratamiento es usualmente pequeño, y su fuente de alimentación puede ser una batería de 9 voltios recargable.
Esta técnica ha demostrado ser efectiva contra dolores de corto y largo plazo relacionados con el sistema óseo, como dolores de cuello, espalda y algunos tipos de artritis, y en patologías como la tendinitis. Para otros tipos de dolores en los cuales el TENS no resulta ser útil se emplea el PENS, que tiene los mismos principios que su hermano menos intrusivo, solo que emplea agujas que atraviesan la piel para lograr una descarga mejor localizada.
Este tratamiento es una gran alternativa, especialmente por ser poco intrusivo, tener pocos efectos secundarios (los cuales se centran en problemas relacionados con la piel más que con el sistema neurológico) y tener un bajo riesgo. Pero, si el paciente presenta uno o más de las siguientes condiciones no se debe emplear el tratamiento: problemas cardiovasculares, presencia de implantes, epilepsia, embarazos, entre otros. En todo caso, mientras la persona no tenga uno de los factores de riesgo, es una alternativa económica y segura que vale la pena probar para aliviar dolores.
MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas. Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.
Referencias bibliográficas:
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Tashani, O. y Johnson, M. I. (2008). Transcutaneous electrical nerve stimulation (TENS) a possible aid for pain relief in developing countries? Libyan Journal of Medicine, 4(2), 62-65. doi: 10.3402/ljm.v4i2.4812