En investigación existen dos tipos de metodologías para comprender los fenómenos que se estudian. La cuantitativa, adonde el principal objetivo es lograr hacer inferencia o extrapolación de los resultados a hacia una población mayor, y la cualitativa en la cual buscamos generar hipótesis que mejoren nuestra comprensión de los temas.
Los estudios cuantitativos se dividen, a su vez, en dos grandes grupos, dependiendo de cuánta gente sea incluida en el espectro de estudio. Si hablamos con todos los integrantes de nuestra población meta estaríamos haciendo un censo. Y si tomamos una parte de la población (o sea tomamos una muestra) estaríamos haciendo una encuesta.
Las encuestas políticas siempre caen en esta última clasificación. Son un estudio cuantitativo realizado por medio de una muestra. Importan los números, los datos y la posibilidad que tengamos de llevar nuestras conclusiones hacia una población más grande.
¿Qué es lo más importante a la hora de realizar estas encuestas? ¿La cantidad de entrevistas que se realizan? Realmente no. De hecho, les va a sorprender cuán poco importa este número como veremos en un siguiente artículo. Lo que sí importa, de sobremanera, es la forma en la cual se selecciona a los entrevistados.
Toda la teoría estadística de muestreo se basa en un concepto fundamental. Para lograr hacer inferencia o extrapolación de los datos, es necesario (no sólo deseable) que todas las personas de la población de estudio tengan una probabilidad conocida y diferente de cero de ser elegidos parte de la muestra. O sea que a todos tengamos chance de salir en la rifa.
Voy a explicarlo de forma muy sencilla. Imaginémonos una gran fiesta, con 2.000 personas. En ésta habrá una rifa. Y a cada asistente le dan un numerito. Los 2.000 tiquetes se echan en una bolsa. Y de allí se saca el ganador.
¿Qué creen que les importará más a los asistentes entre estas opciones? ¿Qué todos hayan tenido la misma posibilidad de ganar? ¿El material de la bolsa? ¿El material de los papelitos? ¿Que anuncien al ganador con un micrófono o con un altavoz o con un grito? Obviamente lo principal es lo primero. Ese es nuestro caso. En encuestas políticas lo fundamental es como eligieron la muestra.
Por esta razón, la principal información de una encuesta es precisamente cómo se realizó. Si fue por medio de teléfonos, entonces ¿cómo los eligieron? Si fue presencial, ¿cómo fue que escogieron a las personas? Es más importante valorar los métodos de realizar una investigación que sus resultados. Y lamentablemente en este asunto tenemos fuertes diferencias en estudios publicados por diferentes medios de comunicación.
En la pasada elección presidencial de 2018, observamos tres métodos diferentes para realizar las encuestas políticas. Estos fueron los siguientes:
- Encuestas telefónicas: Empleando una base de datos previamente elaborada por alguna entidad, o bien empleando un sistema que genera automáticamente números al azar, se obtienen los teléfonos para llamar a las potenciales personas encuestadas. La principal ventaja es un tema de cobertura. La tenencia de celulares en hogares fue de 96,3%, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) en noviembre 2020. Esto permite una amplia cobertura. La desventaja es que estos celulares no están ligados a una determinada geografía (para garantizar dispersión de la muestra) y tampoco a una persona específica. El hecho de que un individuo pueda tener acceso a varios números de teléfono le aumenta artificialmente la posibilidad de ser escogido en la muestra. Alguien que tenga un teléfono para trabajar y otro personal tiene, literalmente, el doble de opciones de salir en la muestra que alguien con un solo celular.
- Encuestas personales en casas de habitación: Este método de muestreo es muy conocido y fue el estándar durante mucho tiempo para las encuestas de opinión pública. El proceso consiste en dividir todo el territorio nacional en pequeños grupos de casas, para obtener los llamados segmentos censales. Estos conglomerados de viviendas se eligen al azar y se visitan para obtener las encuestas finales. La ventaja es su representación geográfica. Todo el país aparece en estos mapas. La desventaja es que es más costoso, más lento de desarrollar, y se requiere cartografía actualizada para tener en cuenta los cambios en la población. De hecho, esta es una gran limitante porque usualmente estos mapas se actualizan sólo cuando se realizan los censos y esto puede generar que grandes cambios en las zonas (por ejemplo, incrementos en la densidad) no sean tomados en cuenta.
- Encuestas personales en puntos de alto tráfico: Esto se comenzó a observar en la elección anterior. No sé ni qué decir. Es un método que no tiene mucho sustento estadístico. La forma más fácil de entenderlo es que hay puntos como Oxígeno en Heredia, o el Parque Central de San José, o el Paseo de los Turistas o la Basílica de Cartago, en efecto tienen mucha gente pasando por allí. Pero eso no quiere decir que esos transeúntes sean equivalentes o similares al resto de la población del lugar. No importa si se hacen pocas o muchas encuestas, esto resulta en una muestra inapropiada. La ventaja: permite hacer muchas entrevistas a bajo costo y en poco tiempo. La desventaja: es imposible valorar el método de selección de personas. No es un muestreo estadístico.
Esto nos dice que, en la práctica, la ficha técnica o metodológica de una encuesta es más importante que los números que dice. Y sobre los diferentes procesos de encuesta conversaremos en una siguiente entrega.