Estamos en la recta final de la campaña electoral.  Esta es la época adonde los candidatos y los partidos van a celebrar aún el incremento más pequeño en la intención de voto.  Estoy seguro de que van a sobrar las malas interpretaciones de las encuestas electorales.

Un tema que hemos abordado de forma consistente en nuestros artículos es que las encuestas deben leerse como rangos de datos, y no como datos puntuales.  Frases como “subió un punto porcentual” o “cayó un 2% desde diciembre” en investigaciones con márgenes de error mayores deben descartarse de inmediato como lecturas simplistas y equivocadas de los datos.

Interpretación equivocada

Con muchísimo respeto, quiero citar las palabras del periodista del medio digital que publicó ayer la encuesta de Demoscopía para mostrar que tomar los números exactos no es el mejor camino.  El redactor de la nota indica lo siguiente:

“La medición refleja algunas variaciones en el comportamiento del apoyo que reciben los candidatos mayoritarios a lo largo del último mes.”  En realidad todas las variaciones citadas se encuentran dentro del margen de error como mostrará a continuación.

“Figueres, que había venido con una caída en apoyo muestra un incremento de 1,6% respecto al 18,2% que tuvo en diciembre.”  La encuesta posee un margen de error de 3.1% para los resultados totales.  No hay ningún tipo de evidencia estadística para sostener que ocurrió algún cambio.

“El PUSC y Nueva República, por su parte, muestran bajas de 1,1% y 1,4% respectivamente.”  Con ese mismo margen de error, sigue sin haber datos estadísticos para afirmar que bajaron.

“También hubo una variación significativa en el Partido Progreso Social Democrático. Chaves tenía apenas 4,2% de respaldo en la encuesta de noviembre, 9% en diciembre y ahora sube al 11%.”  El cambio no es significativo entre diciembre y enero.  Son 2 puntos en una encuesta con un margen de error de 3.  Y la lectura de fin de año tenía menos entrevistas por lo cual contó con un 4% de margen de error.  No hay evidencia de cambios.

“Fuera de ese grupo queda el candidato del Frente Amplio, quien, tras haberse acercado al tercer puesto en noviembre, en diciembre bajó al 7,3% y ahora está en 5,8%.”  El cambio entre encuestas sigue estando muy dentro del margen de error.

Los túneles

La pregunta es, ¿entonces cómo debemos leer estas encuestas?  Voy a explicarlo haciendo una analogía.

Vamos en un helicóptero.  Vamos siguiendo desde el aire a un automóvil que debe pasar por cuatro túneles.  Nuestra misión es adivinar por cuál de todos los carriles va a salir después de cada túnel.

Una encuesta pequeña, o con una metodología imprecisa o un mal cuestionario es como un túnel de 20 carriles.  Podemos tener una idea que allí va el automóvil.  Pero adivinar por cuál de los 20 carriles va a aparecer es una tarea complicada porque el carro tiene muchas opciones y se podría cambiar de carril con facilidad.

Una encuesta robusta, con una muestra grande y una buena metodología es como un túnel de dos carriles.  Nos va a ayudar a saber con mayor precisión qué va a pasar, en especial si hemos observado el comportamiento del auto en los túneles anteriores.  Si después de 3 túneles el automóvil siempre nos apareció en el carril derecho, vamos a tener bastante seguridad que eso mismo hará en el cuarto.

Los túneles en las encuestas

Voy a tomar los datos de Demoscopía como referencia, por ser la misma encuestadora, publicando en el mismo medio, resultados con una metodología y un margen de error explicado.  Y voy a comentar sobre los tres principales candidatos presidenciales que poseen porcentajes más altos.

José María Figueres

Esta es la forma correcta de leer los porcentajes del candidato verdiblanco en las encuestas.  Estas líneas verdes dibujan el túnel.  Veamos por ejemplo noviembre, diciembre y enero.  Existe una posibilidad diferente a cero de que este aspirante haya estado en un número desde noviembre y que no haya tenido cambios.  Por ejemplo, si don José María tuviese en la realidad un 20% de preferencia, este dato está dentro del margen de error de las últimas tres mediciones.  En otras palabras, es perfectamente posible trazar una línea recta en medio de los rangos.

Lineth Saborío

El caso de la aspirante socialcristiana nos muestra indicadores muy similares desde diciembre.  Podríamos señalar, como hipótesis, que sí ha crecido en algún porcentaje desde el inicio de la campaña en octubre del año anterior, pero su indicador real perfectamente podría estar estable en el último bimestre.

Nuevamente, se tienden a leer cambios que no existen en realidad.

Fabricio Alvarado

El representante de Nueva República ha mostrado porcentajes similares durante el proceso.  Nuevamente es posible trazar una línea recta entre sus rangos desde noviembre hasta enero sin ninguna dificultad.  Y podemos concluir con contundencia que el indicador que presentó hace pocos días no es diferente del que tenía en diciembre.  Al menos no desde un punto de vista estadístico.

La luz al final del túnel

Ante un panorama con pocos cambios, con una población aún en proceso de decisión, es muy riesgoso aventurarse a decir ¿qué va a pasar?

Podemos esperar, sin duda, una elección compleja, cercana en resultados, adonde muchos factores que no miden las encuestas podrían tener un peso importante (tales como el abstencionismo, la falta de interés o un aumento en los casos activos de COVID-19 que desmotiven a los electores a presentarse a votar).

Lo que sí debemos hacer, como lectores responsables, es buscar la luz al final del túnel analizando cada nueva información como es debido, en una tendencia, en un rango y valorando la fuente de donde se toma la información.