Por Daniela Matul Bolaños – Estudiante de la carrera de Psicología
Una crisis no es sinónimo de caos, no es sinónimo de un paso que no se pudo dar, tampoco lo es el dejar todo como está y no seguir avanzando, en no buscar soluciones, en detenerse decir “no puedo seguir más”, “no lo haré”, “es imposible”. Las primeras barreras se encuentran dentro de nosotros mismos. La ayuda profesional, el seguimiento, el impulso para salir adelante también requiere de ayuda, la psicología es una metodología que puede ayudar a desactivar esa desesperanza e impulsarnos para poder crecer hacia un emprendimiento mejor o sostener una empresa que creemos que no puede surgir nuevamente.
Muy pocas veces sucede una tragedia como la que se vive actualmente. Ninguna persona está preparada para una crisis, para un alto, para un despliegue de desventajas cuando la situación se encuentra complicada. ¿Qué hace que una persona no decaiga en lo más profundo de la desesperanza? ¿Cómo superar ese miedo y esa incertidumbre que le alcanza cuando existe un episodio de crisis económica que haga que pierda todo su crecimiento laboral? ¿Qué podemos hacer como psicólogos para ayudar a emprender o no dejar caer el negocio de alguien que nos pide ayuda?
Nadie nos avisa de las situaciones complicadas que nos hacen decaer, nadie nos prepara, avisa ni nos dice cómo debemos enfrentarlo. Muchas veces las mayores desesperanzas y las mayores caídas con un buen impulso nos hacen empujarnos hacia oportunidades diferentes que quizá no veamos por la misma frustración del no saber qué va a suceder de ahora en adelante.
Bladimir Jaramillo Escobar (2015) nos dice: “La crisis económica que se presenta en una sociedad y por la cual muchos países del mundo atraviesan, no se constituye en un impedimento para emprender, por el contrario, se constituyen en oportunidades para innovar y emprender nuevos negocios. El surgimiento de muchas grandes empresas en distintas épocas de crisis así lo demuestra”.
Las amenazas se convierten en oportunidades, y todos y cada uno de nosotros tenemos la habilidad de poder convertir aquellos impedimentos en ideas que nos hagan cambiar quizá aquello que nos detenga nuestro negocio o inclusive comenzar a emprender uno nuevo. Jaramillo (2015), además, menciona que “la innovación es la clave del éxito de un emprendimiento”. Entonces ¿qué nos detiene?, ¿cómo podemos hacer para mejorarlo?
La tarea de nosotros como psicólogos es ayudar de la mejor manera a aquellas personas que no cuenten con esa esperanza para poder arreglar lo que una crisis nos dejó en el pasado. Actualmente sucede que vivimos una pandemia mundial, muchos mercados cierran, empresas colapsan y el caos se crea a partir de la desesperación.
Lucila Abal (2019) menciona ciertos consejos que pueden ayudar a una persona a crecer, mantener y organizar su negocio en tiempos de crisis, aun así, ella recalca que “no existe una única receta o estrategia para pymes, ya que cada negocio debe llevar a cabo aquella que mejor se adapte a su historia, a su realidad, a su industria”.
La psicología afortunadamente también es una herramienta guía, ya que cuenta con teorías y modelos científicos de evidencia empírica que fundamentan un buen manejo de estrategias de intervención que pueden contribuir a la clarificación y al avance de las empresas y de la sociedad en las respuestas a los retos y desafíos, así lo explican José Ramos y José M. Peiró (2014) en su artículo “La psicología del trabajo y las organizaciones en tiempos de crisis económica”. Además, ellos abarcan que la psicología permite los cambios en las organizaciones laborales, así como su efecto sobre los planes, políticas y prácticas de dirección de recursos humanos.
En tiempos de crisis la psicología se vuelve también un pilar de avance e impulso para una organización que se encuentra en su punto principal de quiebre. El ir de la mano con la psicología permite hacer más productivas y humanas las empresas y, sobre todo, ayudan con el incremento, la administración y mejora de la productividad, el rendimiento y el desempeño de todos y cada uno de los colaboradores. Debe ser importante también el tomar en cuenta la parte emocional, que es vital para el crecimiento de la empresa; sin motivación no hay producción, sin estabilidad emocional no hay esfuerzo. Es una combinación de todas y cada una de las estrategias posibles para sostener una organización.