• Ana Mora es oriunda de San Ramón de Alajuela y estudió Medicina en la Universidad de Costa Rica. Continuó sus estudios en la Universidad de Berkeley, California, y actualmente se desempeña como Doctora en Epidemiología Ambiental.

Este mes de junio la médica e investigadora Ana Mora-Wyrobek obtuvo un puesto dentro del consejo de la Sociedad Internacional de Salud Infantil Ambiental (ISCHE por sus siglas en inglés).

La ISCHE es una entidad privada sin fines de lucro que reúne a 70 profesionales que comparten el objetivo de investigar y mejorar la calidad de las comunidades cuya salud infantil ambiental está amenazada por factores externos, como lo son por ejemplo el uso de agroquímicos.

La investigadora forma parte del Estudio Costarricense de Leucemia Infantil, desde el cual también se vinculó con el Consorcio Internacional de Leucemia Infantil, que busca identificar factores de riesgo de leucemia infantil.

Asimismo forma parte del programa Infantes y Salud Ambiental (ISA) que realiza un estudio de cortes de nacimientos, es decir, un estudio en el que incluyeron a mujeres embarazadas para darles seguimiento tanto a ellas como a sus hijos e hijas, y valorar el impacto que la exposición a estos factores de riesgo implica en sus vidas.

El corte se llevó a cabo con infantes nacidos entre 2010-2011 en el cantón de Matina, Limón y se trata de mujeres y niños que viven cerca de plantaciones de banano, por lo que están expuestos a plaguicidas, además de otros estresores sociales que conlleva vivir en la zona.

Uno de los ejes de acción de esta investigación incluye fomentar que se respete el reglamento vigente o que se modifique en términos de distancias mínimas para las fumigaciones aéreas que se llevan a cabo en las plantaciones de banano, con el fin de proteger a poblaciones cercanas.

En una conversación sostenida por Delfino.cr la semana anterior, la doctora nos contó que la epidemiología llegó a su vida durante los inicios de su época universitaria, en sus primeros contactos con pacientes:

Una de mis mayores frustraciones es que los estaba viendo en un proceso muy tardío en términos de la enfermedad que estaban desarrollando. Yo estaba diagnosticándoles y dándoles tratamiento pero me sentía muy frustrada porque no podía intervenir desde un punto de vista de identificación de factores de riesgo.” 

En ese entonces, la respuesta a su frustración fue la epidemiología que estudia la distribución de las enfermedades en poblaciones humanas y los factores de riesgo.

Mora es oriunda de San Ramón de Alajuela y estudió Medicina en la Universidad de Costa Rica. Más adelante, gracias a un financiamiento complementario por parte del Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT) y una beca de la Universidad Nacional, pudo ampliar sus estudios en la Universidad de Berkeley, California, donde actualmente se desempeña como Doctora en Epidemiología Ambiental.

Berkeley: trabajadores agrícolas y COVID-19

Paralelo a su doctorado, Mora comenzó a trabajar en el Centro de Investigación en el Ambiente y Salud Comunitaria (CERCH por sus siglas en inglés), parte de la misma institución educativa. También, es miembro asociada del Innovative Genomic Institute (IGI) y continúa participando en proyectos de investigación en colaboración con la Universidad Nacional.

Un proyecto actual en California es CHAMACOS que está enfocado en el impacto de la exposición a químicos ambientales más largos que existe en todo el mundo.

A través de este estudio, Ana Mora empezó a estudiar los efectos de los ftalatos o químicos que hay en productos de uso diario como cosméticos y detergentes. Su fin es identificar cómo el contacto de estos químicos afecta la salud de las mujeres embarazadas y sus niños y niñas.

Este es un estudio de corte de nacimiento que dio inicio en 1999, en el que se reclutaron a 600 mujeres embarazadas. Los niños y niñas ahora tienen 20 años y se les ha dado seguimiento a las madres junto con sus hijos e hijas. 

En 2016, además, Mora participó en un estudio con trabajadores agrícolas en el cantón de Zarcero para entender mejor el contacto con plaguicidas en trabajadores agrícolas de fincas con prácticas tanto convencionales como orgánicas.

Este proyecto fue gestionado por la Universidad Nacional, el Instituto de Salud Pública y Tropical de Suiza y colegas de la Universidad de Lund en Suecia.

Justo el semestre pasado, IGI financió un proyecto sobre la prevalencia del COVID-19 y el impacto de la pandemia en más de mil trabajadores agrícolas del condado de Monterrey, del cual la doctora también fue parte.

Hicimos este estudio para tratar de determinar no sólo la prevalencia por infección por SARS-COV-2, los factores de riesgo de infección, sino también el impacto que la pandemia ha tenido en este grupo ocupacional, en trabajadores agrícolas. Encontramos que la prevalencia era de las más altas dentro del estado de California y que algunos factores de riesgo que se estaban evidenciando durante la pandemia eran condiciones de vivienda y de trabajo a los que han estado expuestos de manera histórica.”

Una vez terminado el proyecto, se reunieron con la senadora Ana Caballero, que representa al estado de California, para explicarle que encontraron una prevalencia muy alta y la necesidad de priorizar la vacunación de este grupo de riesgo.

Como consecuencia, el Valle de Salinas pasó de ser una de las comunidades con las prevalencias más altas en el estado de California, a una de las tasas más altas de vacunación, gracias a la vinculación de diferentes actores sociales.

Ahora, están replicando ese trabajo en Michoacán, México, en colaboración con una colega de la Universidad Nacional de México (UNAM) donde están utilizando la misma metodología con trabajadores agrícolas de aguacate. 

Abrir más puertas

El punto de partida de los planes de Mora en Berkeley constituyeron en una Visa y una beca de solamente un año de vigencia, con la condición de encontrar financiamiento adicional a través de algún tema de investigación. Además, partió del país con una maleta y sin conocer a nadie más que a su supervisora, con quien se hospedó durante 3 semanas hasta conseguir un apartamento.

Si bien admite haber sentido incertidumbre al dar ese paso, la doctora enfatiza en la importancia de no dejar pasar oportunidades:

No hay que rechazar oportunidades, uno nunca sabe adonde lo van llevar. Yo siempre he sentido que las piezas en mi vida se han alineado por sí mismas pero porque no he dicho que no a las oportunidades.”

El no decir “no” le llevó a aceptar la invitación a un retiro de científicos y científicas organizado por ISCHE en el 2017. Desde ese entonces es parte de los 70 miembros de esta ONG sin fines de lucro.

Este año, bajo la nominación por parte de otra colega y con una votación positiva a su favor, la Dra. Ana Mora pasó a ser parte del consejo de la organización.

La epidemióloga recibe esta responsabilidad con mucho agradecimiento:

Para mí es un orgullo que me hayan seleccionado para ocupar el campo en la junta. Sin embargo, es una responsabilidad muy grande. Estoy representando no solo al país, sino también a la región y yo me siento de forma muy apasionada por fortalecer capacidades en nuestro país y en nuestra región".

Si yo puedo ir abriendo puertas para otras personas, y demostrándoles que el cielo es el límite, pues ya con eso ayudé un poco”, agregó.

A pesar de residir en California, la investigadora continúa buscando maneras de tener un impacto positivo en Costa Rica, ya que está interesada en gestionar un doctorado en epidemiología en el país.

Su intención es crear las oportunidades a las que ella tuvo acceso para que más personas se vean beneficiadas:

Siento la responsabilidad de cómo puedo involucrar más gente en lo que yo estoy haciendo, cómo generar estas oportunidades que yo tuve para otras personas.”