En la entrega anterior explicamos como hay algunos sesgos o desviaciones medibles que nos ayudan a leer de mejor forma una encuesta política. A estos les llamamos los “errores buenos” porque son medibles, cuantificables y conocidos.
Pero hay un variado grupo de errores “malos”. Desconocidos. Afectan las investigaciones sin posibilidad de conocer su impacto en términos reales. Y esta situación puede afectar y desacreditar un estudio por completo. Estos son algunos de los sesgos no medibles más importantes.
Sesgo de selección
Es el primer protagonista de nuestro análisis de encuestas y ganará relevancia conforme avance la elección. Un sesgo de selección es cuando se genera una diferencia entre la población que estoy estudiando y la muestra producto de la forma en la cual escogí a las personas.
Voy a poner un caso (digamos que ficticio de momento) adonde yo quiero estudiar la opinión de los costarricenses respecto a un tema (digamos que su intención de voto). Para ello con gran cuidado y una selección científica voy a escoger 50 distritos del país para distribuir mi estudio. Todo bien hasta allí.
Llego a los distritos y en lugar de aplicar una segunda aleatorización para elegir a los entrevistados, simplemente hago las encuestas en el parque de la comunidad. Justo allí generé un sesgo sistemático. Porque mi estudio NO será una representación de los ciudadanos del país, sino de los ciudadanos del país que pasan caminando por los parques. Esto termina siendo un perfil muy específico del universo que quería representar. Un sólido diseño muestral es irremplazable en una investigación de opinión pública.
Sesgo del entrevistador
En una encuesta, las preguntas deben ser leídas de forma idéntica a todos los entrevistados. Si el encuestador introduce interpretaciones a la pregunta puede arruinar el trabajo. Por ejemplo, a inicios de junio de 2021, hubiese existido una gran diferencia entre preguntar: ¿Por quién votaría usted en las próximas elecciones? Y la pregunta similar ¿por quién votaría usted en las próximas elecciones en febrero de 2022? Si un entrevistador cambia la pregunta, haría que mucha gente piense en la próxima elección inmediata (o sea las convenciones) en lugar de pensar en la elección nacional. Abreviar preguntas, leer opciones o no leerlas, interpretar respuestas son ejemplos de esta desviación.
Sesgo de la pregunta o de la construcción encuesta
Esta es la forma más sencilla de alterar una encuesta de forma mal intencionada. La misma pregunta puede dar resultados radicalmente distintos si se altera el orden del cuestionario. Un ejemplo sencillo.
Es distinto preguntar ¿Su opinión sobre el candidato Juan Pérez es favorable o desfavorable? A consultar en este orden: ¿Conoce usted al candidato Juan Pérez? ¿Sabía usted del escándalo de corrupción del candidato Juan Pérez? (gracias, si no lo sabía, ahora lo sabe) ¿Su opinión sobre el candidato Juan Pérez es favorable o desfavorable?
Hay casos concretos. Si uno repasa en una primera sección toda la problemática del país, es mucho más posible obtener opiniones negativas sobre la gestión del gobierno.
Sesgo de desconocimiento
Esto pasa cuando incluimos preguntas muy complicadas o imposibles de responder. ¿Cómo se distribuyeron sus últimas cien compras en restaurantes de comidas rápidas? En una escala de 1 a 10 adonde 1 es que usted es de izquierda y 10 que usted es de derecha, ¿cómo se define usted?
Son preguntas imposibles de contestar. Presuponen un conocimiento previo que es inusual y se presta para múltiples interpretaciones.
Sesgo de registro
Cuando se anota la respuesta de forma imprecisa. Mi ejemplo preferido es cuando hace más de una década estaba supervisando cuestionarios y ante la pregunta de respuesta libre “¿Cuál es su jugador preferido de la Selección Nacional?” la anotación en el cuestionario decía “Juan Chope”.
El encuestador anotó lo que escuchó y gracias a la verificación logramos que Paulo César Wanchope tuviera un voto más. Sin embargo, evitar este tipo de errores exige una supervisión importante y constante de todo el trabajo de campo.
Sesgo de No Respuesta
Este es uno de los fenómenos más complejos, y a este volveremos varias veces antes de las elecciones del domingo 6 de febrero de 2022. ¿Qué ocurre cuando el encuestado no quiere responder una consulta? Puede ser por vergüenza, por temor, por desconfianza o simplemente por falta de interés.
Esta situación puede presentarse en un caso aislado y es parte del día a día de cualquier estudio. Sin embargo, cuando esta vergüenza o desconfianza por responder se generaliza, se produce un fenómeno social llamado “la espiral del silencio”. El término, acuñado por la politóloga y científica social Elisabeth Noelle-Neumann se presenta cuando las personas ocultamos nuestras opiniones cuando creemos que son minoritarias o serán mal vistas por otros y por miedo al rechazo preferimos ocultarlas.
Este tema es una preocupación constante para los científicos sociales y se vuelve particularmente relevante para los investigadores en épocas electorales.
La lista anterior no es exhaustiva, pero genera una primera verificación de temas a revisar en el complejo mundo de las encuestas electorales.