Vengo de zona rural, crecí en San Ramón y parte del tiempo lo pasé en Sámara, Guanacaste, que es mi residencia actual de medio tiempo. Conocí el teatro por televisión  y alguna que otra presentación que llegaba de manera gratuita o algún grupo local que con las uñas producía danza, teatro o música. Así conocí el arte:  desde lo local, desde la escasez, desde los artistas que ponen todo para expresarse, desde lo subvencionado. 

El Ministerio de Cultura y Juventud ha hecho una gran labor de años de llevar arte a las comunidades, no de manera perfecta o tan sostenida como soñamos, pero lo ha hecho y gracias a esto las personas fuera de la GAM tienen acceso. Desde mi punto de vista esto ha sido vital para el acceso a los derechos culturales que apunta la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Sin embargo, este ha sido el único modelo posible para llegar a comunidades: lo gratuito de cara al público pero subvencionado por el Estado. Generar un único modelo de financiamiento para crear y girar es lo que nos ha hecho un daño tremendo, porque nos limita y en tiempos tan complicados como los que vivimos nos dejan con pocas opciones. Es fundamental que hablemos de esto todos y todas juntas. 

Ahora enfrentamos un reto muy grande: ¿Cómo diversificamos la manera en que nos financiamos para seguir creando dignamente y que lleguemos a nuestras audiencias? Gran pregunta fácil de responder, difícil de hacer.  Vamos despacio. Primero, es importantísimo y clave que sostengamos los fondos concursables que existen porque son vitales para la creación artística que aseguran además la posibilidad de girar y llegar a comunidades, fortaleciendo nuestro impacto social. Pero es vital que busquemos cambiar a un modelo híbrido que permita financiar de maneras distintas y asegurar que se pueda pagar el arte de diversas formas y tener más posibilidades. 

Aclaración importante, cuando decimos “arte gratis”, nos referimos a que es gratis para el público porque viene pagado por alguien más que usualmente es el Estado. Yo me pregunto  ¿Cómo hacemos para crear sostenidamente oferta artística y cultural si las fuentes de financiamiento tienen un límite? Bueno precisamente ahí viene el reto más grande: crear modelos de financiamiento diversos donde existan más opciones para las personas creadoras y no depender de una sola fuente de ingresos. 

Cuando hablamos de gira y arte en comunidad  no quiere decir que todos los montajes tienen que ser cobrados, pero tampoco todos pueden ser gratuitos de cara al público. Hay  muchísimas personas que no pueden pagar y por eso deben seguir existiendo programas que subvencionan el acceso al arte. Pero también es fundamental  generar hábitos de consumo donde el público que pueda y tenga la posibilidad de pagar, pague.

Esto me lleva a que es un estigma asumir que todo lo que está fuera de la GAM no puede pagar, fuera de la burbuja josefina se pagan por otras cosas: corridas de toros, fiestas patronales, el bar (porque es lo único que hay de opción), lo que podría llevarnos a pensar que hay un mercado pequeño que eventualmente puede pagar una entrada de 5000 colones, por solo poner un ejemplo. Es un asunto de hábito muchas veces.

Aquí lo que es clave es cambiar el modelo cultural que se implanta fuera de la GAM:  todo lo que viene, viene gratis. Esto tiene un efecto colateral que personalmente siento doloroso: se debilita la posibilidad de que en las mismas comunidades se puedan hacer semilleros de artistas, porque ¿Cómo me voy a dedicar a algo donde las personas no están dispuestas a pagar? El arte que viene, viene de afuera, no se crea dentro; pero ¿Cómo vamos a crear arte dentro de la comunidad si no tenemos un público que nos sostenga? 

Sin embargo, ¿Es cierto que la única manera de disfrutar del arte es cuando las cosas vienen desde afuera? Pues no lo creo,  aquí es importante resaltar que el arte que se puede disfrutar en territorios es vasto y diverso y con un financiamiento paupérrimo, porque la creación local es enorme, son los grupos que más penurias pasan, pero su empuje por hacer arte, los hace seguir estando presentes. Es decir, que hay una cantidad gigantesca de artistas en Guanacaste, Limón, Puntarenas, entre otros  que tienen que ingeniárselas de cómo brincarse el hábito de las audiencias de no pagar. 

Este es un cambio cultural grande que llevará años de estructurar. Pero el corazón de esto es: encontrar modelos de financiamientos diversos que permita que muchas personas estén creando dignamente y que la mayor parte del público lo disfrute. ¿Cómo? Bueno, ya tenemos sistemas de fondos que son pocos, pero existen. También es importantísimo que existan posibilidades para el fortalecimiento de habilidades en gestión cultural y emprendimiento que pueda generar posibilidades para quienes quieran y puedan elegir ese camino; es vital traer a los gobiernos locales a esta conversación y presionar por una inversión en arte y cultura, generar hábitos de consumo en las audiencias -aunque sea a paso lento-  y por supuesto hay que traer a la empresa privada a esta conversación. 

Finalmente, como artista que se crió bajo la imposibilidad de crear arte desde lo local, es fundamental generar semilleros dentro de las comunidades para que sea el mismo talento local que cuente sus propias historias y esto permita —en el mediano-largo plazo—  el desarrollo de infraestructuras que sirvan a las artes para propiciar que girar sea factible sin grandes inversiones, por tanto más accesible para artistas de GAM moverse por el país de manera que la auto-gestión no sea un calvario.  El sueño sería que cada comunidad sostenga a sus artistas y que tenga una saludable oferta tanto local como externa, pero para que esto suceda definitivamente tenemos que abrir la conversación para que pensemos en conjunto cómo hacer esto posible. 

El corazón de esta cruzada es entonces no apegarse a un solo modelo y ampliar la mirada para evitar producir desde la escasez, donde nunca hay suficiente para todos. Es fundamental tomar en cuenta a otros actores clave que puedan impulsar, fortalecer y financiar: las audiencias, los gobiernos locales y la empresa privada, acompañándonos de herramientas de emprendimiento y gestión. Pero sobre todo es fundamental que la ciudadanía haga conciencia sobre el consumo de las artes y la cultura y que recuerde que la inversión en estas áreas de desarrollo humano transforma vidas y comunidades enteras.

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