Las palabras ‘diversidad’, ‘inclusión’ y ‘equidad’, han comenzado a resonar en los últimos años, tanto en el ámbito corporativo como en el de los organismos internacionales. Numerosas encuestas y estudios revelan la importancia que otorgan los millennials a las políticas de diversidad a la hora de elegir un trabajo, y tampoco faltan los análisis que resaltan los beneficios económicos que reportan las instituciones cuando existe un ambiente inclusivo. Sin embargo, muchas veces estos términos son utilizados por las instituciones solo como insignias de responsabilidad social, sin que existan políticas claras para que su significado se haga efectivo.

Antes de hablar de diversidad e inclusión, hay dos términos importantes que se deben analizar: pertenencia y autenticidad. Los seres humanos innatamente buscamos agruparnos, vivir y pertenecer a una comunidad, es decir, somos seres gregarios. Para lograr pertenecer a una comunidad, buscamos un grupo en donde podamos mostrarnos tal y como somos y donde reconozcan las cualidades que nos hacen únicos. Este comportamiento lo podemos evidenciar en nuestro día a día: en los clubes académicos o deportivos; en las tribus urbanas como los raperos o hippies; y también en las comunidades que formamos en Facebook u otras redes sociales.

Un estudio de la Universidad de Harvard, realizado durante 80 años, demostró que las buenas relaciones con nuestra comunidad son un factor que incide en vidas más longevas y en un menor deterioro mental y físico; mientras que la genética, el coeficiente intelectual o la clase social, son factores secundarios para predecir estos parámetros.

En una entrevista para este artículo, el sicólogo social Esteban Laso, PhD en Psicología Social, explica que el dolor emocional causado por factores como el rechazo, la exclusión o el desprecio, activa las mismas redes neuronales que el dolor físico. Además, se ha demostrado que la soledad auto-percibida puede inducir a innumerables patologías, desde un simple resfriado hasta enfermedades mortales como el cáncer. Laso afirma que, “una empresa o familia gozan de salud cuando sus miembros pueden desplegar su individualidad irreductible sin miedo a ser rechazados, sin tener que luchar por ser quienes son. El que esto no ocurra en nuestras sociedades no indica que el grupo o individuo son intrínsecamente contrarios sino, que no son comunidades sanas”.

Los hallazgos científicos y la opinión de los expertos nos revelan la importancia de formar entornos laborales inclusivos, en los que las personas no tengan que esconder su identidad. ¿Cómo te sentirías si todos los días tuvieras que estar en un lugar con una máscara para ocultar quién realmente eres? ¿Agotado física y emocionalmente? ¿Buscando a donde escapar? ¿En silencio para que no perciban que existes? Esto, precisamente es lo que está en juego cuando consideramos la importancia de la inclusión en un entorno laboral, puesto que, para crear ambientes en los que las personas puedan explotar su talento, haya menos rotación y el trabajo en grupo pueda dar frutos, es necesario que las personas puedan mostrar su autenticidad y diversidad.

¿Qué obtenemos de ambientes diversos e inclusivos?

Generar espacios y entornos seguros en las instituciones es un paso primordial para combatir las desigualdades en las que primen el bienestar y la salud de las personas, por encima del factor económico. La comunidad en que las personas se desarrollan es uno de los Determinantes Sociales de la Salud (SDOH, por sus singlas en inglés) que se utiliza para medir los riesgos en la salud de los individuos, su funcionamiento y calidad de vida. A este término se la ha dado mucha importancia en los últimos años, un estudio de la OMS muestra que los SDOH representan entre el 30% y 50% de los resultados de salud de las personas, siendo a veces más importantes que factores como la atención médica o las elecciones de estilo de vida.

Para que exista innovación necesitamos escuchar las voces que no han sido tradicionalmente incluidas en el sector formal. Cuando las personas sienten que pueden participar y se valora su opinión, aunque sea contraria a la del resto, se atreven a mostrar su potencial y a expresar diferentes puntos de vista. Por el contrario, el sesgo de confirmación –que explica que las personas tendamos a buscar y favorecer solamente opiniones iguales a las nuestras– es un fenómeno común que puede generar que las empresas se estanquen al tener un pensamiento lineal que no busca soluciones novedosas. Stuart Levine, líder empresarial, menciona en un artículo para Forbes que la diversidad en los equipos empresariales atrae nuevas maneras de analizar las situaciones, lo que permite reconocer nuevas y diferentes oportunidades del mercado y visualizar las soluciones insatisfechas de los consumidores.

Además, encontrar soluciones con equipos conformados por individuos diversos puede ayudar a eliminar sesgos. Por ejemplo, si los inventos tecnológicos y científicos son desarrollados por personas de un solo sexo y grupo étnico, estas soluciones pueden resolver problemas parcialmente y solo para un grupo de la sociedad. En este campo, un estudio del BID en México muestra que el sistema académico del país se vería beneficiado con un incremento del 17% al 20% de la productividad científica si es que aumentara el porcentaje de mujeres en áreas STEM.

Siguientes pasos

Contratar a personas de diferentes entornos es solo el primer paso para crear un entorno inclusivo, mientras que lograr que esas personas permanezcan en la empresa y puedan explotar su potencial será una inclusión completa. Algunos de los pasos para que exista esa inclusión plena son:  escuchar y tomar en cuenta todas las voces (si no las hay, buscar incluir a ese personal faltante dentro de la empresa); tratar y evaluar a todas las personas bajo los mismos parámetros (ascensos, mentorías y salarios); eliminar obstáculos para que se aprecie la singularidad de cada empleado (cerciorarse que todos los empleados sean escuchados y que su opinión cuente, establecer sanciones para quienes discriminen o lleven a cabo tratos desiguales). Un entorno laboral que logra una diversidad inclusiva ejecuta las mejores prácticas para una cultura saludable y comprometida al progreso social.

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